Despertó antes de las diez. Se había dormido sobre la cama con camisa y pantalón.
Fue a su baño a darse una ducha. Alguien se había encargado de llenar un canasto con lociones, máquinas de afeitar y todo lo que necesitaría para asearse. Luego se vistió y bajó a la cocina, fue fácil encontrarla, era dos veces el tamaño de la cocina del departamento y tenía una puerta de doble hoja al fondo que daba hacia un gran patio con piscina. Era increíble que su padre hubiera comprado una casa así cuando nunca antes quiso irse del centro de la ciudad. Una señora de edad con uniforme de empleada doméstica entró en la cocina.
—Buen día joven, ahora le preparo el desayuno. —dijo mientras comenzaba a mover cosas en la cocina. Henry se sentó con su teléfono en la mano y empezó a mirar videos.
Cuando la empleada estaba sirviendo el desayuno, Ágatha entró en la cocina. Se veía muy diferente al día anterior, iba sin maquillaje, su cabello era una melena corta, lisa y dorada, llevaba un sweater rosa neón holgado y un pantalón de mezclilla desgastado y con hoyos, al parecer la afición a la moda se heredaba.
—Hola Adela —la mujer le dio los buenos días mientras le servía el desayuno—. Hola Henry, espero que hayas dormido bien —Henry ni la miraba ni le respondía, aún estaba molesto por lo de anoche, pero ella continuó—. ¿Cómo está el desayuno? Adela es una excelente cocinera. —comentó de forma casual.
Al parecer Ágatha quería pretender que no habían discutido.
—No necesitas intentar llevarte bien conmigo. —dijo él mientras comía.
—Viviremos juntos ahora, somos...
—No digas hermanastros. —la detuvo irritado.
—Iba a decir familia. —se notaba que estaba perdiendo la paciencia.
—Tampoco. Sé que mi padre pasaba mucho tiempo aquí antes de la boda, pueden seguir así, y para que lo sepas, a él no le importará si no te agrado.
—¿A qué te refieres? —preguntó confundida.
—Parece que tú y tu madre tienen una idea equivocada de la relación que tengo con mi padre, no necesitan ganarse mi aprobación.
—¿Cuántos años tienes? —dijo con intención de molestarlo, al parecer había llegado a su límite—. ¿Catorce? No deberías ser tan resentido. —le recriminó.
—Tengo dieciséis, deberías saber mi edad ahora que soy de tu familia. —Henry no sabía que podía ser tan desagradable. Siempre se había contenido con todo el mundo, tenía claro que nada de esto era culpa de Ágatha pero no tenía con quién más desquitarse.
—Oye, si no te llevas bien con tu padre lo entiendo, pero no tiene que ser así con todos. Podrías por lo menos intentar conocernos. Además, nuestros padres no estarán por toda una semana, intenta divertirte. —agregó en un tono más conciliador.
—Estoy bien así, no te preocupes. —respondió sin mirarla.
Siguieron comiendo en silencio, cada uno viendo su teléfono, mientras Adela limpiaba y ordenaba en la cocina.
Al terminar su desayuno Henry volvió a su habitación con la intención de comenzar a abrir las cajas y organizar sus pertenencias, pero terminó tendido en la cama con los audífonos puestos escuchando música. De todos modos tenía toda la semana para desempacar, ya que estaban en la segunda mitad de las vacaciones de invierno.
Su padre, como siempre, había pensado en todo y agendó su boda y su luna de miel de forma que los chicos no perdieran clases.
Pasado el mediodía Ágatha llamó a la puerta de Henry.
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Resiliencia
Teen Fiction🥈2° Summer HEA edition awards 2022 (mención Mejor Escrita)/🥈2° Premios semanales editorial submarino/🥉3° Drama concurso Daher 2022 Henry, un solitario adolescente de clase alta, vive bajo el asfixiante control de su exigente padre. Él ya ha asum...