IMPRIMACION ☾ SAM ULEY

CAPITULO 14: Cuestión de tiempo.

Los siguientes días transcurrieron plácidamente, y eso solo contribuyó a que a Sam se le antojaran más largos. No había vuelto a hablar con Valerie desde el domingo por la tarde, después de esa noche en que tuvieron la charla. En el fondo no lo sorprendía, porque sabía que ella tenía muchas cosas que procesar, pero en más de una ocasión no pudo resistir el impulso de salir del trabajo y adoptar su forma lobuna solo para asegurarse de que estuviera bien y a salvo. 

 Sin embargo, lo sorprendía aquel entusiasmo casi quinceañero que lo invadía ante la idea de volver a verla, a pesar de que Valerie no sintiera lo mismo por él. La recordó en la playa, mientras la brisa agitaba su melena- ahora- rojiza, sus delicados rasgos enjutos, y sus ojos que parecían cambiar de color cada vez que él los miraba. Ella se había ido relajando poco a poco, a medida que pasaban los días, y Sam tenía la sensación de que, en cierto modo, ir a la playa había suavizado su resistencia.

Sentía curiosidad no solo por su pasado, sino por todo lo que aún no sabía acerca de ella.Intentaba imaginar qué clase de música le gustaba, o cuáles eran sus primeros pensamientos cuando se despertaba. Se preguntaba si dormía de espalda o de costado, y si, en el caso de poder elegir, prefería darse una ducha o un baño. Cuanto más se preguntaba, más crecía su curiosidad.

Deseaba que Valerie confiara en él y le contara detalles sobre su vida anterior, no porque albergara la ilusión de poder ayudarla de algún modo o porque pensara que ella necesitaba ayuda, sino porque expresar en voz alta la verdad acerca de su pasado podía implicar abrir la puerta al futuro. Entonces quizá podrían mantener una conversación real.

El jueves, Sam se estaba debatiendo entre pasar a visitarla en el descanso o no hacerlo. Lo estaba deseando; incluso llegó a agarrar las llaves del coche, pero al final se echó atrás porque no tenía ni idea de qué le diría cuando se presentara allí. Y tampoco podía predecir cuál sería la reacción de Valerie. ¿Sonreiría o se pondría nerviosa? Por más que intentaba imaginar lo que podía suceder, no estaba seguro del resultado, y al final acabó por dejar las llaves sobre la mesa y se quitó la ropa para transformarse en un grande lobo negro y correr hasta allí.

Valerie, por primera vez, se sintió animada para hacer cosas y conocer la reserva. Dio unas vueltas por el vecindario. Saludo a los vecinos y a los que se aproximaban de caras conocidas. Y luego volvia a la casa y se ponía a leer; hasta la noche. Tenia muchos libros en la estantería de la habitación. 

Mientras permanecía tumbada en el sillón leyendo, a veces se ponía a pensar en Sam, sin proponérselo. Hurgando entre algunos retazos de su vida anterior, cayó en la cuenta de que él le recordaba al padre de Callie. En su primer año en el instituto, rememoró que Callie, una niña un par de años menor que ella a la que no conocía muy bien, vivía un poco más abajo, en su misma calle. El padre de Callie abría el garaje siempre puntual, silbando mientras sacaba el cajón de herramientas.Estaba orgulloso de su trabajo.

Valerie lo observaba mientras él se pasaba arriba y abajo de los autos con sus llaves con una expresión militar. De vez en cuando paraba para secarse el sudor de la frente con un pañuelo que guardaba en el bolsillo trasero.Cuando terminaba el trabajo, se apoyaba en el capó de su Ford, aparcado junto a la casa, para saborear un vaso de limonada que su esposa le ofrecía siempre sin falta. A veces, ella también se apoyaba en el coche junto a él. Valerie sonreía al ver cómo él propinaba a su esposa una palmadita en la cadera cada vez que deseaba captar su atención.

Había una satisfacción serena en la forma en que sorbía la limonada y tocaba a su esposa. Valerie suponía que eso quería decir que aquel hombre estaba satisfecho con su vida, como si, en cierto modo, se hubieran cumplido todos sus sueños. A menudo, mientras lo estudiaba, se preguntaba cómo habría sido su vida si hubiera nacido en el seno de aquella familia.