A pesar de su fatiga continua, esa noche Valerie no pudo dormir. Lo intentó, de veras: se acurrucó, envuelta en las mantas y sabanas de la cama, abrazando una almohada contra su cuerpo, y cerró los ojos, tratando de aislarse del mundo...pero no pudo callar sus pensamientos.
Ryan la estaría buscando como loco; desquiciado. Se daría cuenta que había dejado su abrigo en el armario, al igual que sus tacones que siempre le obligaba a usar con ese frío; solo porque quería que fuese femenina. Revisaría la cocina, la sala, la habitación, incluso el jardín. Entonces, solo entonces, entendería que ella había escapado.
Primeramente, conduciría hasta el restaurante e interrogaría a todos los empleados y clientes. Luego, a las tiendas contiguas que, de seguro, la delatarían por haber comprado el teléfono. Así que la primer cosa que hizo esa noche antes de dormir, fue destruirlo de un pisotón.
Sam la escuchó pero le dio su espacio. Al igual que notó sus lagrimas nocturnas y eso embargó una furia en él que lo hizo salir de la casa por la ventana y refugiarse en el bosque. No quería dañarla. Y menos conociendo el pasado del que ella estaba escapando. Sin embargo, había muchas cosas que aun no sabia y esperaba que Valerie, con el tiempo, confiara en el para contárselas.
Valerie rodó hacia un lado y se quedó mirando el reloj de la mesita de noche hasta que salió el sol. Inquieta y aturdida, abandonó la habitación y caminó lentamente por el pasillo. Paso por la puerta del cuarto de Sam y vio que este estaba cerrado.
"Claro. ¿Quien se despierta a las seis de la mañana?" pensó
Bajó las escaleras despacio; sin hacer mucho ruido. Pero para su sorpresa, Sam ya estaba despierto y en la cocina preparando el desayuno.
—Buenos días —saludó Sam moviendo el contenido de una sartén. Valerie levantó la vista hacia el y pasó de la somnolencia a estar alerta en dos segundos.—Supongo que tienes hambre, ¿Verdad?. Como ayer te dormiste temprano, no quise despertarte cuando llegó la pizza.—el la miró brevemente y le ordenó que se sentara en la isla.
Ella lo hizo. Mayormente porque se sentía extraña de pie.
A través de las persianas, la luz del día brillaba e inundaba la habitación. Valerie vio como las luces plateadas hacían que sus ojos parecieran marrones y no negros. Observó su cabello revuelto, el tatuaje en su hombro derecho. Pero, sobre todo, se dio cuenta de que estaba solo en bermudas. Y nada mas. Ni siquiera una camiseta que cubriese su torso. Y eso a Valerie la incomodó demasiado.
—Aquí tienes—dijo, entregándole un plato de huevos revueltos con tocino.
—Gracias. No te hubieses molestado...
—No es molestia—desestimó Sam dandole un bocado a su plato—. Ademas, yo también estaba hambriento.
Valerie hizo una pausa, tratando de ordenar sus pensamientos antes de hablar:
—Si voy a estar aquí por un tiempo indefinido, creo que deberíamos...establecer un par de reglas—propuso ella mirándolo fijamente.
El detuvo su masticar y asintió.
—De acuerdo. ¿Que tienes en mente?.
—Primero: no podemos entrar en los cuartos del otro sin su permiso.
—Me parece lógico—dijo Sam, incitándola a continuar—¿Que mas?
Val se encogió en el asiento.
—Segundo: Se que probablemente has vivido solo en esta casa, y estas acostumbrado. Pero creo que al menos deberías usar una camiseta; mínimamente hablando.
El se miró el pecho desnudo y luego la miró a ella, como disculpándose.
—Tienes razón. Enseguida regreso—dijo, corriendo hacia las escaleras. No tardó mas de dos segundos en bajar con una musculosa. —Lamento eso. Como tu dices, es la costumbre.
—Esta bien. No pasa nada. —desestimó ella avergonzada.
—¿Cual es la otra regla?—quiso saber Sam. Apoyando los codos sobre la isla. Tan cerca de ella que se puso algo nerviosa.
Valerie carraspeó. Intentando frenar los rápidos latidos de su corazón. ¿Que le pasaba de repente?.
—No tengo mas reglas. Al menos por ahora. ¿Que dices de ti?.
—Bueno, para empezar, el bosque esta prohibido de noche. Si te pierdes ahí fuera será difícil encontrarte en medio de la oscuridad—Val asintió de acuerdo con el—. Después, la casa. No quiero que te sientas como si fueses una prisionera o algo así. No es ese el objetivo, aunque si no podrás ir al pueblo por algún tiempo, al menos hasta que sepamos que es mas seguro. Mientras tanto, puedes merodear por la reserva o incluso ir a la playa de La Push. No esta lejos y el camino es seguro. Solo esta a medio Kilómetro.
—¿Que me dices de los gastos de la comida? Tengo unos ahorros guardados.
—No quiero que los uses. No es necesario. Además Rachel dijo que se pasaría a traer comida del restaurante por aquí. Todo esta bajo control.
—Quiero hacerlo—insistió Val determinada. No quería sentirse una carga, así que al menos si tenia algo con que aportar, lo haría. Su voz sonó tan autoritaria que Sam suspiró aceptando.
Después de dejar las cosas claras, todo se puso mejor...y peor. Los primeros días para Valerie fueron muy duros. Se despertaba en la madrugada asustada tras las pesadillas que acechaban entre las sombras; o pasaba de no dormir en lo absoluto. El acto de guardar dos tazas después de tomar un café por la mañana le resultaba tan familiar que por instantes se sentía inmersa de nuevo en los recuerdos de la vida que había dejado atrás. Le temblaban las manos, y ella las entrelazaba con fuerza en un intento de controlarlas mientras aspiraba aire hondo, hasta que al final conseguía recuperar la calma.
A pesar de que estaba satisfecha de que ya no la desbordaran horribles ataques de ansiedad, eso implicaba que empezaba a sentirse cómoda en aquel sitio y, de alguna manera, le asustaba. Porque sentirse cómoda significaba que podía bajar la guardia en cualquier momento, y eso era algo que nunca debería hacer. Ni siquiera con Sam presente.
No obstante, se sentía agradecida de haber acabado en la reserva. Era un pueblecito añejo con unos pocos habitantes, situado en la desembocadura del río. El musgo colgaba de las ramas de los árboles. Los grillos y las ranas inundaban el espacio con sus cantos al anochecer, y de nuevo pensó que ese lugar le había parecido idóneo desde el principio. Lo sentía «seguro», como si la hubiera atraído con la fuerza de un imán, como un santuario prometedor.
Valerie se calzó su único par de zapatos, unas deportivas Converse completamente ajadas. La cómoda seguía vacía, pero cuando salió de la casa y se enfrentó a la escarcha matutina que cubría todo el sendero de grava en dirección a la playa, se dio cuenta de que hacía años, muchos años, que no se sentía tan libre de poder hacer lo que quisiera.
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IMPRIMACION ☾ SAM ULEY
Fanfic❝ Me pasa que cuando estoy a tu lado, todo deja de doler menos. Eres una especie de morfina que me hace respirar segundos después de estar ahogándome por años❞ » TODOS LOS PERSONAJES LE PERTENECEN A LA INCREÍBLE STEPHANIE MEYER, A EXCEPCIÓN DE LOS Q...