El resto de la semana fue bastante monótono para Valerie.
Luego de haber escapado de esa embarazosa situación, intentaba no mirar a Sam mas de tres segundos a los ojos. Solo para no perderse en su mirada. Era extraño como ella se sentía junto a el; como si todas sus preocupaciones se esfumaran; como si todo lo demás no importara, y eso le aterraba.
La ultima vez que ella trabó una amistad con un chico, Ryan lo molió a golpes y lo dejo en coma durante una semana. Cuando despertó, el chico no quiso saber nada con Valerie. La miró aterrado; como si hubiese visto al mismísimo demonio. Y Juró no decir nada de lo sucedido a nadie. Mas tarde, Ryan y ella se mudaron a otro condado.
Así que no podia evitar sentir miedo por Sam. Porque Valerie sabia que Ryan aun seguía en el pueblo. Y si el tenia la mas mínima sospecha...no sabia de lo que era capaz. Mucho menos ebrio.
Por alguna razón, Val volvió a pensar en las palabras de Rachel cuando la llevó a la reserva:
"Estas segura aquí".
¿Hasta que punto eran ciertas?. Parecía que pensaban que, si no le decían nada de lo que estaba pasando allá afuera en el pueblo, ella no se daría cuenta de las ocasionales salidas nocturnas de Sam por la madrugada; de la sangre seca que a veces traía en el mentón o en alguna parte de su cuerpo y que en mas de una vez la había puesto nerviosa. O incluso de los kit de primeros auxilios que había en cada rincón de la casa.
Como ninguno iba a decir nada, ella intentaría una estrategia diferente. Se colocó la chaqueta de corderito que el le había dejado, y salió de la casa decidida a seguirlo al trabajo. Rachel le había dejado la dirección de donde trabajaba así que, paso a paso, caminó hasta allí y, de lejos, lo buscó.
Era un pequeño taller mecánico. El estaba trabajando debajo de Ford Explorer y con poca ropa, manchada de aceite. A pesar del frío, Valerie decidió quedarse el resto de la jornada laboral allí, vigilandolo y viendo que hacia. Por un momento, ella se odió a si misma por hacer eso, pero no se le ocurrió otra cosa. Los secretos eran muchos y cada vez que ella le preguntaba a alguno de los dos, estos tergiversaban su preguntaba para desviarla de su camino.
¿Que es lo que no querían que ella supiera?
Un par de horas después, el frío se hizo mas intenso. Val sentía los músculos completamente congelados y rígidos. Se sintió ridícula con lo que estaba haciendo. Infantil. Si, eso fue lo que pensó. Dio media vuelta decidida a regresar a la casa. Ya vería otra manera de sonsacarle información. Pero no así. No de esa forma.
No obstante, un ruido de pisadas la hizo voltear. Era Sam, parecía caminar, mas bien correr hacia una posición cerca de ella; furioso. El cuerpo le temblaba.
A Val le atravesó un sentimiento que la sobresaltó. No fue precisamente un sonido, pero lo oyó. Como un desgarro, algo quebrantándose en el aire. Y luego, la figura de un lobo negro enorme tomando el lugar donde antes habia estado Sam.
Su parte racional le decía que estaba soñando. Sus ojos gritaban que era real. Y Valerie pensó: "Dios santo..."
Debió haber corrido, gritado, avisado a alguien, a cualquiera. Pero eso no fue lo que hizo. Solo pudo retroceder hasta trastabillar y caer al suelo sentada; temblando del miedo.
Se le aceleró la respiración.
Veía el vapor de su aliento en el aire delante de ella. El bosque estaba vacío. No había rastro de Sam o ningún lobo negro de tres metros.
Valerie se sintió presa de una creciente sensación de pánico que pugnaba por ahogarla. Cada vez le costaba más respirar, mientras los músculos del pecho empezaban a contraerse. Por experiencias pasadas sabía que estaba sufriendo un ataque de pánico
En aquel instante, apenas fue consciente de que alguien se había acercado a ella y la había tomado por los hombros —¡Valerie! ¿Qué te pasa? —gritó—. ¿Estás bien?
Era Jacob.
«¡Estoy sufriendo un ataque de pánico!», intentó decir ella al mismo tiempo que se le cerraban los ojos. Pero las palabras seguían sin aflorar. No podía respirar, el corazón le fallaba; aunque oyó que Jacob repetía su nombre, le pareció como si sonara bajo el agua y muy lejos. No podía comprender por qué este dijo que iría a por Sam.
«¡No!» pensó y con la poca fuerza que le quedaba lo tomó del brazo antes de que se largue.
—¡Valerie! Respira, debes respirar profundo, ¿Si? —intentó Jacob.
Cada célula de su cuerpo seguía pregonando su inminente muerte, enturbiando la realidad de la situación. Luchó por recuperar la claridad; se obligó a si misma a respirar hondo, a intentar recuperar el aliento, poco a poco.
«Solo es un ataque de pánico. Lo superaré...», se dijo.
Pero su cuerpo todavía se revelaba, por más que su mente había empezado a aguzarse. Le temblaban las manos y no podía mover bien los dedos.
— ¿Estás bien? ¡Dime que estás bien!
Aunque necesitó un momento, Val se fijó en que había cierta preocupación en su rostro
—Estoy bien —balbuceó—, solo necesito un minuto.
Todavía estaba intentando recobrar el aliento, sorprendida de haber recuperado la capacidad de hablar. De repente, se dio cuenta de que podía respirar
—Necesito llevarte a casa de Sam.
Al oír su nombre Valerie se largó a llorar instintivamente cubriéndose el rostro; las manos aun le temblaban.
—Valerie, ¿Que sucedió?
—Sam... el es... es... ¡es un lobo!. —ante su declaración Jacob se tensó pero no parecía sorprendido y ella volvió a llorar—Lo vi. Vi como se transformaba lo juro.
Alguien. Algo.
Algo humano y no humano.
Algo que tenía garras y dientes.
Valerie ya había tenido miedo. Miedos leves: a las arañas, a caerse, a las aguas oscuras. El miedo que había estado sintiendo por Ryan todo ese último tiempo y que a veces la irrumpía en sus pensamientos. Pero nunca había sentido un miedo tan grande cuando vio su piel desintegrarse y explotar para convertirse en ese ser gigantesco.
Jacob se agachó a su altura y en un suspiro apenado le dijo:
—Te creo.
—¿Cómo?
—Porque yo también lo soy.
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IMPRIMACION ☾ SAM ULEY
Fanfic❝ Me pasa que cuando estoy a tu lado, todo deja de doler menos. Eres una especie de morfina que me hace respirar segundos después de estar ahogándome por años❞ » TODOS LOS PERSONAJES LE PERTENECEN A LA INCREÍBLE STEPHANIE MEYER, A EXCEPCIÓN DE LOS Q...