El plan que Valerie había tenido todo ese tiempo en su cabeza, era completamente diferente al que pensaba su compañera de trabajo.
—Mira, es la mejor opción hasta ahora—dijo, intentando otra táctica. Estaban en el descanso y hablaban bajito para que nadie las escuche—Ya intentaste huir antes y te alcanzó rápidamente. Si lo engañas, y te escondes, podrías encontrar una buena forma de escapar y confundirlo a el. Pensará que estas lejos y estará ocupado buscándote fuera del pueblo.
—¿Y mientras que hago?—se quejó no muy convencida—¿Me oculto en el bosque?
—Descuida, ya pensé en eso. Por ahora solo tienes que preocuparte en conseguir un teléfono. ¿Tienes el dinero?
Val inquieta señaló su abrigo que estaba colgado en el perchero.
—Bien. Recuerda: Solo tienes diez minutos. Ni mas, ni menos. —explicó seriamente.
—Lo entiendo—asintió—. Gracias, Rachel.
—No me agradezcas todavía.—Rachel la empujó hacia la entrada—Vamos, es hora. Yo te cubro.
Val echó un vistazo al reloj. Ryan iría por ella en doce minutos. El tiempo pasaba deprisa, muy deprisa.
El corazón de Val empezó a latir desbocadamente mientras se ponía el abrigo y los guantes. Salió del restaurante, a pesar de que Rachel todavía estaba hablando con ella. Entró en la tienda contigua, y pidió al dependiente un teléfono móvil y una tarjeta de prepago. Se sintió asustada cuando pronunció las palabras, sabiendo que después de eso ya no habría vuelta atrás.
El dependiente sacó un teléfono de debajo del mostrador y empezó a explicarle cómo funcionaba. Ella disponía de dinero extra en el monedero, oculto en una cajita de tampones,porque sabía que a Ryan jamás se le ocurriría mirar allí. Sacó los billetes arrugados y los puso sobre el mostrador. Los minutos pasaban. Val volvió a mirar hacia el aparcamiento.Empezaba a sentir náuseas y tenía la boca completamente seca.
El dependiente iba muy lento. A pesar de que ella pagaba en efectivo, le pidió su nombre,dirección y código postal. Absurdo. Ridículo. Ella solo quería pagar y salir de la tienda pitando. Contó hasta diez y el vendedor seguía introduciendo sus datos en el ordenador. Se preguntó si Ryan estaría a punto de entrar en el aparcamiento. Se preguntó si la pillaría saliendo de la tienda. De nuevo le costaba horrores respirar.
Intentó abrir el envoltorio de plástico, pero le fue imposible; estaba tan rígido como el acero.Demasiado grande para ocultarlo en su bolsillo. Le pidió al dependiente unas tijeras y este necesitó un interminable minuto para encontrarlas. Valerie quería ponerse a chillar, gritarle que se diera prisa porque su marido iba a llegar de un momento a otro. En vez de gritar, sin embargo, se giró hacia la ventana y apretó los puños. Cuando pudo deshacerse del dichoso envoltorio, se guardó el teléfono y la tarjeta de prepago en el bolsillo del abrigo atropelladamente. El dependiente le preguntó si quería una bolsa, pero ella ya había salido por la puerta sin contestar. Notaba el tremendo peso del teléfono en el bolsillo, como una barra de plomo. Por culpa de la nieve y del hielo le costaba mantener el equilibrio.
Abrió la puerta del restaurante y entró. Se quitó el abrigo y los guantes y los colgó en el perchero de vuelta. Tenia un poco de nieve en el abrigo. Rachel en seguida le alcanzó su delantal y la ayudó a colocárselo. Treinta segundos mas tarde, Ryan cruzó la puerta del umbral. Le entró el pánico al pensar que este podría haberla descubierto. Se concentró, procurando no perder el control y actuar con naturalidad.
—¿Aun no estas lista?—le preguntó viéndola fijamente.
—Iba a esperar fuera, pero hace mucho frío —se excusó—. Y entonces me he dado cuenta de que no me he quitado el delantal. —se lo desató y lo colgó antes de colocarse el abrigo y los guantes procurando controlar el temblor de sus manos. Intentaba no pensar en el teléfono que tenia en su bolsillo—¿Nos vamos?
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IMPRIMACION ☾ SAM ULEY
Fanfiction❝ Me pasa que cuando estoy a tu lado, todo deja de doler menos. Eres una especie de morfina que me hace respirar segundos después de estar ahogándome por años❞ » TODOS LOS PERSONAJES LE PERTENECEN A LA INCREÍBLE STEPHANIE MEYER, A EXCEPCIÓN DE LOS Q...