1 •Gelatina de Caffe•

2.9K 266 186
                                    

     Está bien, empezemos desde el comienzo, cuando a penas llegó a la ciudad.

    Había encontrado un lugar que le llamo su atención, tenía una corazonada sobre él y su abuela siempre le decía que siga su corazón.

    Era una una construcción pequeña, lo que parecía ser alguna especie de bar en el pasado, por fuera parecía vieja y descuidada a comparación de los grandes edificios que lo rodeaban, pero Félix era positivo nada que un poco de limpieza y pintura no arreglaran. Sin embargo, en los sitios de internet por dónde había encontrado el edificio decían que llevaba tiempo sin alquilar, es más, muchas reseñas decían que era imposible de alquilar gracias al ermitaño dueño.

    Aún así, Felix era terco y no estaba dispuesto a recibir un no como respuesta.

    Por eso ahora se encontraba frente a la entrada de la casa del dueño, que coincidentemente quedaba a la par de la propiedad, en un edificio que al parecer también le pertenecía y también alquilaba. Golpeaba con insistencia la puerta esperando ser atendido, ya que llevaba varios minutos ahí afuera con sus maletas, fue hasta que sintió movimiento atrás de la puerta que paro y puso su mejor sonrisa cuando está se abrió solo unos centímetros, no dejando ver la cara del dueño.

–¡Hola! yo quer-

–No.

    La puerta se volvió a cerrar contra su cara antes de que pudiese terminar de hablar, ok eso fue más rápido de lo que pensó.

    Sin embargo no se rendiría tan fácil, Félix volvió a golpear la puerta con más fuerza que la primera vez, y al igual que esa vez la puerta se abrió solo un poco sin dejar ver a la persona dueña de la voz que le dijo. –Ya les dije, no quiero leer la biblia, no voy a comprar ninguno de sus productos y no vendo droga.

    La puerta se iba a cerrar de nuevo pero Felix fue más rápido está vez y la detuvo con su mano. –No vengo por nada de eso señor, si no que vengo por el bar de al lado, para alquilarlo.

–¿El bar? No está en alquiler.– Dijo brusco la voz desconocida, mientras forcejeaba para cerrar la puerta.

–Pero como, si ahí tiene cartel de "se alquila".– Protesto mientras también luchaba para que no le cerrarán la puerta otra vez.

–Ay ese maldito cartel se me olvida quitarlo.– Murmuro para si mismo el dueño. –De todas formas, el alquiler es muy caro no creo que puedas pagarlo niño.

–¡Mentira! En internet dice que es uno de los más baratos de la ciudad.

–¡¿Internet?!– El dueño sonó entre sorprendido y espantado abriendo la puerta de repente casi haciendolo caer de cara. –¡¿En dónde lo viste?!

    Felix saco su celular mostrándole la página en donde estaba el anuncio, a lo que el dueño se lo arrebato para verlo mejor.

    En realidad, ahora que lo podía ver bien, el dueño era alguien joven, de echo parecía ser solo un par de años más grande que él, claro que su aspecto era algo desaliñado, usaba pantalones que parecían ser de pijama junto con una sudadera ancha con manchas de comida, su cabello marrón estaba todo enmarañado y sus ojos finos, casi que se parecían a los de un gato, estaban adornados por unas obscuras ojeras que resaltaban más gracias a su pálida piel. Sin embargo, lo que más le pareció curioso a Felix, es que de su casa y de todo su cuerpo emanaba un delicioso aroma a café.

    El chico parecia frustrado haciendo muecas mientras leía y revolviendose más el cabello. –Esto debe ser obra de tía.– Lo escucho murmurar para si mismo. De echo, siguio balbuceando cosas mientras lo ignoraba y se metia a su casa de nuevo, y si no lo hubiese detenido le iba a volver a cerrar la puerta en la cara.

El Rincon de Felixidad || {Felix x SKZ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora