6 •Chocolate Negro•

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Su respiración era entre cortada, sentía como sus pulmones le ardían y sus pies le quemaban, no había podido alcanzar a tomar sus zapatillas cuando salió corriendo y ahora estaba descalzo.

Aún así no quiso detenerse, sus pies se movían a toda velocidad, no queriendo ser atrapado. Sin embargo, la hinchazón de su ojo izquierdo le estaba complicando ver por donde iba, eso, sumado a la punzada que sintió en su costado, no pudo evitar detenerse.

Se detuvo apoyándose en sus rodillas, tomando aire, aunque esto solo le provocaba más dolor. Estaba solo en aquel camino de cemento, mirando a los costados solo se encontró con las yerbas crecidas de un pastizal, para atrás se podía ver aún aquellas casas humildes de chapa y madera, ningúna persona había salido a socorrerlo, nunca lo hacían, y no los culpaba por ello.

Miro el camino de adelante, la calle era muy obscura y solo estaba iluminada por unos cuantos faroles debes en cuando; no tenía muchas opciones, volver a su casa era su muerte segura y el centro de la ciudad aún estaba muy lejos para seguir a pie.

Más no tuvo tiempo de seguir pensando, ya que unos estallido acercándose lo alertaron nuevamente, eran el sonido de unos disparos.

Tomo la decisión de meterse entre aquel campo, rogando que fueran lo suficientemente espeso para ocultarlo.

No pasó mucho tiempo desde que se sumergió allí, cuando escuchó pasos firmes resonar en el asfalto.

—¡Maldito mocoso, otra vez se escapó!— Entre las hojas pudo visualizar la figura de un hombre, alto y fornido, y con una característica barba espesa, era su padre.

—¡Dejalo ya! Es solo un niño...— Detrás de él, también corriendo, llegaba una diminuta y escuálida mujer; su madre tenía el rostro empapado en lágrimas mientras le rogaba a su marido piedad.

Desde hace cuanto, que está escena se había vuelto tan tipica para Han Jisung.

—Esto también es tú culpa, ¡Mira como lo criaste!— Escupió con cólera, aunque sus palabras salieron un poco atropelladas, gracias a los efectos secundarios del alcohol que bebió. —Ahora se cree que es un hombre y que puede pasar sobre mí, pero les voy a enseñar una lección, ¡A tí y a ese mocoso cuando lo vea!

Lo siguiente que escucho, fueron los quejidos de la mujer mientras era arrastrada con violencia por el hombre, hasta que todo quedó en silencio nuevamente.

Jisung, mientras, se quedó en cuclillas entre aquel pastizal, asegurándose de ya no escuchar ningún ruido aparente, soltó el aire que había estado conteniendo.

Se sentía un completo inútil, no podía ayudar a su madre, ni tampoco a el mismo.

Se arrastró por las yerbas hasta que salió por completo de ellas, estaba solo en aquella fría noche. Adolorido, decidió que iba a seguir caminando por la calle de piedra.

Si no fuera porque de pronto, un ruido entre la maleza lo alertó. Pero no puedo voltear para averiguar qué era, ya que sintió como su nuca fue atrapada por una fría y pesada mano.

Su espina dorsal fue recorrida por unos escalofríos al sentir la dura voz de su padre hablar detrás de él. — ¿A dónde crees que vas?...

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Los días de otoño, se habían echo presente con sus fríos vientos y sus cielos de aspecto melancólico, aunque todavía quedaban restos de los rayos de sol de verano en los que te podías refugiar. Dos par de hermanos, disfrutaban de estos mientras se despedían en la entrada del edificio Lee.

—Que te vaya bien, conduce con cuidado ¿Si?— Felix, despidió a su hermana con un abrazo. — Dale mis saludos a mis papás y diles que estoy bien.

El Rincon de Felixidad || {Felix x SKZ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora