23 •Dango•

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Ni bien sus ojos se abrieron, los volvió a cerrar, ya que una suave resolana le estaba dando directo en la cara. Tardo un momento en intentar ubicarse, queriendo recordar que estaba haciendo antes. Hasta que pequeños retazos de sus recuerdos llegaron a él.

—¡Seung... Min!— Su llamado quedó a medio camino, siendo conciente por primera vez del lugar en el que estaba. —¿Chicos?

Recostado sobre un sillón en medio de la sala que era propia de una casa pequeña, con los muebles todos amontonados en el espacio, el empapelado color rosa pastel lleno de flores lilas y bastante gastado, le indicaba que la casa también debia ser antigua.

La alfombra verde y rosa desentonaba completamente con el sofá rojo gastado en medio de la habitación. Aunque de alguna forma tenía sentido con los anticuados cuadros de paisajes y frutas en las paredes, así como ese mantel tejido en las mesitas ratonas.

—¿Dónde estoy?...

—Veo que por fin despiertas.— A un lado de él, sentada en un sofá igual de polvoriento, se encontraba una mujer desconocida, aunque de aspecto bastante familiar, leyendo un periódico despreocupadamente.

—¿Quién eres? ¿Qué es este lugar?...— Un poco más conciente, Felix se puso de pie mirando sus alrededores alterado. — ¿Dónde están los demás?

—Mhm... Había escuchado tantas cosas de tí que pensé que serías más despierto. — La mujer suspiro con algo de decepción. —Dime, ¿Dónde crees tú que estamos? Mira bien.

Sin entender nada, trato de concentrarse y observar atentamente, fue justo en ese momento que logro escuchar una suave canción que creía conocer.

Él la estaba esperando con una flor amarilla~

Ella lo estaba soñando con la luz en su pupila~

Descubrió que provenía de una vieja televisión polvorienta frente a él. Mirando la pantalla con atención, vió muchas bolitas de dangos, aquel postre tradicional, en forma de dibujos animados, muy coloridos y con rayas en forma de ojos.

—Ay no puede ser...— Felix se puso de pie con una sonrisa. Ya sabía porque reconocía esa canción, era de cuando era un niño y se la pasaba viendo esta serie que era su favorita.

De pronto más recuerdos llegaron a su mente. Era justo en ese sillón desgastado que él se sentaba toda la tarde a verlo esperando la merienda, luego está pequeña sala, que cuando era niño le parecía enorme, era su cuarto de juegos. Está era su casa. Su casa y la de...

Con su respiración agitada, se despeinó aún sin entender que pasaba. ¿Cómo esto era posible? Si él había perdido aquella casa hace años.

—¿Ya te diste cuenta?— Preguntó la mujer con voz calmada.

—¿Qué es lo que...

En ese momento, un muy característico ruido de cacerolas en movimiento y el aroma de pan recién horneado hizo que su corazón se agitará. Como si nunca se hubiera olvidado del camino, Felix corrió hacia un pasillo al costado de la sala, atravesandolo con mucha emoción pues sabía que este lo llevaba a la cocina de la casa, justo donde siempre estaba ella.

Al entrar, ante los ojos de Felix se mostró la figura de la mujer más bella que jamás habrá visto. Era alta y corpulenta, de un cabello largo de color plateado siempre atado en una rígida coleta, con brazos fornidos de tanto que amasaba masas y batía cremas, y en su cara podía encontrar las mismas adorable pecas que le había heredado.

Sin poder evitar la emoción en su voz, incluso si aquello no tenía lógica alguna, la llamo por aquel nombre que llevaba tiempo sin decir. —¡Abuela!

El Rincon de Felixidad || {Felix x SKZ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora