La cita

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Pensé mucho a dónde podríamos ir, le pregunté a mi manager de más confianza y ella solo se comenzó a reír en burla.

—¿Por qué se rie?

—Le mientes a todos haciéndote la segura, pero cuando se trata de ella te pones así

—Si a ella no le gusta, ella se lo pierde—dije obstinada con toda la seguridad que mi orgullo podría darme

—Bien señorita confianza entonces llévala a cualquier lado y no preguntes, tú eres la atracción principal ¿No?—dijo ella al reír haciéndome sentir avergonzada

—Lo dices como si fuera una cita, cosa que no es...

—Si si claro—dijo ella mientras me miraba divertida

Llegó la hora y se me ocurrió preguntarle a otras de las integrantes si querían ir con nosotras y lo único que logré fueron burlas y consejos que no necesitaba porque no era una cita.

Fuimos a un café nosotras solas ¿Era eso raro? Solo íbamos a mi café favorito porque tenía una bonita vista.

En el camino ella y yo hablamos de cosas triviales, de esas cosas que hablas con un desconocido con el que te encuentras incomoda.

Al llegar la cajera no nos reconoció, así que primera misión cumplida.

—¿Qué quieres?—pregunté cuando estábamos frente al mostrador

—Lo que tú pidas—dijo ella mientras escribía algo en su teléfono

¿Con quién hablará tanto? ¿Algún novio o novia secreta? O solo la estaba aburriendo. En medio de mis absurdos pensamientos nos fuimos a sentar y ella seguía viendo su celular.

¿Qué podría ser tan importante?

—¿Qué haces?—pregunté tranquila aunque estaba un poco molesta

—Estoy cancelando algo—dijo al suspirar

—¿Qué cosa?—pregunté desinteresada aunque me moría por saber la respuesta a esa pregunta

—No puedes saber—dijo al sonreírme de manera juguetona. Una parte de mí amo su sonrisa pero la otra parte se ofendió con ese acto tan manipulador de su parte, como si supiera que con solo sonreírme podría cambiar mi molestia

—Bien—dije al seguir tomando mi café

Nos quedamos calladas un momento y de repente casi involuntariamente comencé a hablar.

—¿No extrañas como antes parecía que podíamos hablar de cualquier cosa? Antes era tan fácil

—Si quieres puede seguir siendo fácil, yo sigo siendo yo. Sigo con miedo a los truenos, aún me gusta la comida picante, las conversaciones largas, saltar cuando algo me emociona, reírme de cualquier cosa y me gustan tus dientes de conejo

—No me gustan los conejos—dije como siempre que alguien dice algo de mis dientes

—No tienen que gustarte para parecer uno—dijo ella riéndose de mí

Decidí desviar el tema porque no quería hablar de mis dientes.

—Si podemos hablar de cualquier cosa como tu dices... Dime ¿Qué fue lo que cancelaste?

Ella me miro curiosa por un momento, me dio un poco de nervios su mirada tan intensa, rompí nuestro contacto visual por mi seguridad, un paro cardiaco parecía tentador para mi cuerpo en ese momento.

—Ya que estas celosa te lo diré—dijo al reírse mientras tomaba un sorbo más de café, me miró con ternura, cosa que me ofendió un poco

—No estoy celosa, no me digas nada

Crucé mis brazos y decidí mirar hacia otro lado.

—Había otro conejo que quería salir conmigo hoy, pero a ese le cancele—dijo ella tomando mi atención de nuevo

—¿Un conejo?

Me quede pensando con todas mis fuerzas quién podría ser el otro conejo y cuando ella comenzó a reír me di cuenta de lo estúpida que era la situación.

—Sí, otro conejo pero no te preocupes, no te quitara el lugar de ser el conejo de la nación

—Si sigues así me voy a limar los dientes

—¡No! Esa es tu marca personal, si te limas los dientes, te voy a desconocer

Eso ya lo hiciste una vez. Pensé mientras me sentía terriblemente dolida.

Fue así como nos pasamos la tarde molestándonos la una a la otra y cuando llego la hora de regresar a casa; al ingresar a la camioneta el conductor preguntó ¿Hacia dónde señorita Sana?

—Cancele, voy a regresar a casa—dijo ella al recostarse en mi hombro, él chofer me sonrió por el retrovisor como si estuviera orgulloso de mí.

Sinceramente sin saber mucho el contexto yo también me sentí feliz de que ella quisiera regresar a casa conmigo.

Ella se quedó dormida en mi hombro, yo me limité a disfrutarlo mientras veía a la ventana. Escuché algo vibrar y voltee a verla.

Sana tenía su celular en su mano y este comenzó a brillar, tenía una llamada entrante, ella no se despertó y el celular estaba a punto de caerse yo lo tomé con mi mano y no pude evitar ver el nombre de esa llamada, sinceramente quería desviar la llamada pero lo único que hice fue despertarla y decirle que la llamaban. Me sentí tan molesta, porque él... me hizo sentir deficiente.

—No voy a contestar—dijo ella al acomodarse más en mi hombro 

Después y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora