Capítulo 31

507 50 6
                                    

Tan pronto como Levi escuchó a Hitch gritar el nombre de su esposo, salió disparado, siguiendo el olor de Eren. La gente le miraba con confusión, y cada vez iba alejándose más del inquietante barullo de la sala.

Se detuvo en seco al ver a su omega en el suelo, inconsciente. No había sangre, pero Eren debía haberse dado unos buenos golpes al caer. Rápidamente se agachó, y colocó la cabeza del castaño en su regazo, revisándolo. No era capaz de procesar lo que acababa de suceder. No podía dejar solo a Eren, siempre tenía que pasarle algo.

—Alteza, yo que usted no lo movería. —Una seria voz se dirigió a Levi. —Si tiene alguna herida o contusión interna, podría empeorar.

Ackerman levantó la mirada. Su rostro estaba inexpresivo, no podía dejar de pensar en lo culpable que se sentía. A veces le daba la impresión, que estar con Eren, atraía mala suerte para el omega, como si él fuera una especie de maldición andante, y arrastrara a todos a los que quería a la miseria y al caos. Él solo quería dejar de hacerle daño a Eren, quería cuidarlo.

—¿Eres médico? —Levi observó al alfa de cabello color castaño pálido, el último que había llegado a la fiesta. No recordaba cómo se llamaba.

—Algo así. Mi padre fue un reconocido doctor, y me dejó algunas de sus enseñanzas. Revisaré a su esposo, pero necesito saber qué ha pasado primero.

Levi contempló a Hitch. Ella seguía apoyada en la barandilla, observando desde arriba, al inconsciente Eren, protegido en brazos de su esposo.

—Sobre eso... —Hitch aclaró su voz, cerrando su puño y guiándolo a su boca. —Eren lleva toda la noche sintiéndose mal, decaído. Yo... me acerqué a hablar varias veces con él, seguramente te percataste de ello, Levi. —Él sí que había visto a la rubia rondar cerca de su esposo, pero no tenía ni idea de qué hablaban. —Pedí a una sirvienta que le ofreciese algo de zumo de melocotón, pensé que algo dulce le sentaría bien. Pero... Eren seguía con mal aspecto, por lo que le propuse ir al balconcito de la segunda planta, para tomar el aire. —La princesa cubrió su rostro, fingiendo llanto. —Pero... entonces se mareó, y se desmayó. No me dio tiempo a reaccionar, lo lamento tanto.

Levi no le respondió. Estaba más pendiente de su omega, procesando lo dicho por Hitch.

Mientras tanto, el alfa revisaba a Eren, de forma superficial, procurando no moverlo. El bronceado rostro del omega carecía de expresión, parecía estar profundamente dormido, ahogándose en el pozo de los sueños. El rey dejó su mano sobre la fría mejilla del castaño, esperando algún tipo de reacción, un gesto, un atisbo de expresividad.

Nada.

Levi suspiró, sin encontrar la voluntad para retirar la mano de la cara de su esposo, y observó al tipo que los estaba ayudando.

—Aparentemente no tiene ninguna lesión grave. Sin embargo, necesito asegurarme de que no presente heridas internas. Alteza, ¿me permite llevarlo a una habitación y examinarlo? Ah, y... princesa, necesito que mande a algún sirviente a comprar unas cosas al pueblo.

—Por supuesto, Furlan. —Hitch se llevó una mano al pecho, y bajó por la escalera apresuradamente. Su otra mano iba acariciando la barandilla, a medida que descendía. —Le pediré a Nifa que se encargue.

—Llevaré a Eren a cualquier cuarto. Estaré esperándote, Furlan. No tardes. —El diálogo entre ese par, casi se ve interrumpido por las frías palabras del rey. La expresión facial de Ackerman, ahora mismo, sería capaz de intimidar a cualquiera. Impactaba tanto, que ninguno de los dos se vio capaz de responderle.

Levi cargó en brazos el frágil cuerpo de su omega. Se sentía un poco más pesado que las otras veces, ya que había aumentado de peso. Pero él era un alfa muy fuerte. Siempre podría cargar a Eren, y lo sentiría como una pluma.

El Esposo del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora