El Esposo del Rey

Capítulo 8

Mis manos trémulas y sudorosas. Dejaron caer el papel al suelo, como si me hubiera quemado la piel. Todo mi cuerpo vibra de forma violenta. Reuní el coraje para atreverme a leer la nota otra vez, estoy tan nervioso que mi mente desordena las letras, confundiéndolas.

"Pronto iré a buscarte."

La caligrafía es bastante bonita, pulcra. estoy totalmente convencido de que algo así, solo puede ser de obra de Reiner, aunque el papel no desprende ningún tipo de aroma. Y la letra no es parecida. Mi corazón enloqueció, solo de pensar que mi alfa, al que quería, vendría a buscarme y a sacarme del palacio.

Sentí ganas de ir yo mismo a buscarlo, de reunirme con él.

Hasta ahora me di cuenta; de lo mucho, que lo he extrañado. Luego caí en cuenta que, probablemente, está moviendo cielo y tierra para llevarme de vuelta. Quiero fundirme en sus brazos, y besarlo tanto, para nunca olvidarme del sabor de sus besos. Quiero que me haga el amor, por primera vez, y pedirle perdón por haber estado pensado en otro hombre. Quiero que Reiner me marque, quiero ser suyo.

Es extraño, seguramente él debe de tener algún cómplice aquí, y eso, de cierta manera, me tranquiliza y asusta en mismas proporciones. Pero, decidí quedarme con la primera sensación.

Aunque esas palabras, provocaron un enorme sentimiento de alegría en mi corazón, por alguna razón, también me dejaba un amargo sabor de boca. Y no tengo ni idea del por qué.

Doble la nota, sin especial cuidado, sentía los latidos de mi corazón, cada vez más desbocados, vibraban en mi pecho. Guardé el papelito en el bolsillo de mis pantalones y salí del cuarto de baño, mi rostro se encontraba visiblemente afectado por las palabras que acabo de leer.

No encuentro, ni puedo usar otra excusa para aplazar la boda, sé que ya no serían aceptadas, ni, aunque el mundo estuviera por acabarse. Ya he gastado todos los comodines que tenía guardados bajo la manga, y justo ahora que necesitaba; una excusa, no se me ocurría nada. Cosa que, me provoca una enorme frustración.

Pero, si Reiner ha dicho que vendrá a buscarme pronto. Pronto. Esa palabra era realmente ambigua y subjetiva, ¿Cuánto tiempo cabía dentro de esa palabra de seis letras? No podía apresurarme e ir a buscarlo, porque quizás Reiner haya ideado un plan, ayudado de alguien más. Por lo que, sería mejor esperar, a que mi príncipe venga por mí.

Aunque, muy en el fondo, Me da lástima abandonar al dragón que me mantiene cautivo en este castillo.

—Señorito Eren. —Estaba tan ensimismado que no note a Armin. Este está de pie, justo al lado de la ventana. Sostiene una bandeja plateada, con una taza de té de porcelana blanca. El patrón de flores de cerezo, me hizo contener una pequeña sonrisilla. —Le veo un poco agitado, ¿le ha sucedido algo? Escuché que el rey partió; para ir a buscarle sus pertenencias.

—Estoy bien, Armin. Solo quise ir a refrescarme un poco, y... la toalla se sintió demasiado áspera para mi piel. —Mentí rápidamente. Lo bueno; es que, por mi estado, juego con la ventaja de la credibilidad.

El rubio, no me dio una mirada juzgona, simplemente dejó la bandeja en una mesita que hay en la habitación. Se hizo a un lado, como si fuese parte del lujoso mobiliario del cuarto, y escondió los brazos tras su espalda, dibujando una expresión circunspecta en su rostro.

Tomé la taza, con cuidado de no quemarme, y me senté en el borde de la cama, soplando el oscuro té que contenía. Me quedé un poco embobado, observando la forma en la que el humo salía de la taza, y desprendía un olor realmente relajante, parecido al de Levi. Estaba seguro de que en cuanto me tomase esa infusión, quedaría como nuevo.

—Por cierto, señorito... —Armin hizo contacto visual conmigo. —Aún no se ha probado su atuendo para el día de la boda, ¿cierto? —Se notaba que el omega de cabellos rubios, me quería mantener distraído. Supongo que no quería que me entristeciera o aburriera, porque Levi se ha ido; ya que, si me entraba el capricho de verlo, no podrían ir a buscarlo. —Creo que se vería genial en él, ¿le ayudó a probárselo?