INVESTIGANDO

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-No podía dejarme en paz – murmuró abriendo el sobre en donde se le invitaba cordialmente a la boda de Draco Lucius Malfoy y Daphne Elara Greengrass – ¿Verdad?

-No estaba dispuesta a hacerlo – colocó la mano en su hombro – no podía...

-Estoy cansada de escuchar que no me quieren hacer más daño, pero siempre termino con una maldita daga enterrada en el corazón – la volteó a ver con los ojos vidriosos –

-Ella vendría personalmente a dártela – suspira quitando la invitación de sus manos – y no lo haría de manera sutil Hermione – le tomó la barbilla limpiado las lágrimas que escurrían por sus mejillas – he sido el menor daño

Con un asentimiento, la castaña lo aceptó y se dejó caer en el sillón.

-¿Él sabe?

-No lo sé... pero la verdad dudo mucho que esté enterado – alza los hombros – tiene algunas semanas que no le veo

-Pansy, si no te molesta... me gustaría estar sola

-Por supuesto

Se levantó dejando que la castaña se recostara en el sillón, recogió la invitación y la colocó al final de la barra, entró a su cuarto y tomó una cobija y se la colocó antes de tomar su bolsa.

Algo dentro de aquello no estaba completamente claro para ella, pero ya acomodaría sus pensamientos una vez que le diera el aire.

Salió del departamento sin hacer ruido, y bajó deteniéndose en la acera mordisqueando su pulgar.

Finalmente con paso decidido caminó hacia San Mungo.

-Señorita – interceptó a una de las chicas del escritorio – busco a Draco Malfoy

-El señor Malfoy... – tomó una tabla buscando su nombre – no se encuentra ¿Tenía cita con él?

-Soy una amiga – sonrió forzadamente – pensé que estaba en turno

-Al señor Malfoy le han otorgado una licencia especial para ausentarse del hospital

-Por sus nupcias imagino – la señorita asintió – que amable, gracias

Salió de ese lugar maldiciendo y comenzó su andar hasta el ministerio.

La gente le abría paso y algunos se atrevían a saludarla, pero ella tenía algo en la mira y no tardaría en descubrirlo.

-¡PERO SEÑORITA! – gritaba histérica la joven – ¡NO PUEDE PASAR! ¡NECESITO ANUNCIARLA!

-Yo me anuncio sola – pasó de largo abriendo la puerta – Pansy Parkinson ¿Has visto a Draco?

-Señor... yo

-Tranquila – el pelinegro levantó la mano – no pasa nada, déjanos solos – la joven asintió cerrando la puerta – ¿Cómo estás Theo? ¿Te ha tratado bien la vida?

-Déjate de tonterías y contéstame – azotó su bolsa contra el escritorio – ¿Lo has visto? Sí o no

-No – entrecerró los ojos – ¿Qué se te ha metido en la cabeza Pan-Pan?

-Necesito tú red flu – señaló la chimenea –

-¿Qué demonios está sucediendo – la detuvo antes de que se metiera – ¿Está en peligro?

-Te lo contaré todo, pero no ahora... primero tengo cosas que hacer ¿Puedo?

-Seguro – la soltó – pero por favor dime... lo que sea que está pasando

Con un asentimiento la pelinegra tomó polvos en su mano y los lanzó al suelo dirigiéndose a la mansión Zabini.

-Hay por Merlín – musitó asqueada quitando la varita que se encontraba ante su cara – ¿Sí saben que sólo los que están autorizados se pueden aparecer dentro de la mansión? – Pansy empujó al guardia – ¿En dónde está Zabini?

-En su despacho señora – musitó alguno de los presentes –

Con un asentimiento se dirigió hacia el despacho en dónde entró sin avisar.

Seis pares de ojos se posaron en ella, pero ésta sólo tenía ojos para el moreno, que se encontraba tras el escritorio.

-¿Has visto a Draco?

-¿Te urge demasiado? – preguntó entrelazando las manos – estábamos en medio de una reunión Pansy

-Si no fuera urgente, no estaría aquí así – señaló su cabello y su cara –

-Señores – se dirigió a los demás – los llamo para volvernos a reunir – se levantó desabrochando su saco antes de comenzar a sacarlo –

-Pero señor Zabini... sus cuentas

-Ya escucharon a la señorita, tenemos asuntos urgentes que atender – caminó hasta la puerta, y haciendo a un lado a la pelinegra les extendió la mano para invitarlos a salir – los veré en un par de días

Todos los hombres ahí reunidos recogieron sus cosas y salieron de la oficina asombrados y susurrando entre sí.

-Entonces...

-¿Has visto a Draco? – repitió su pregunta hastiada –

-No – niega – he recibido alguna correspondencia por aquello de su boda pero – alza los hombros – llevo días sin verlo

Libertad AnticipadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora