capítulo veintiuno.

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antepenúltimo capítulo para el final.




lily.

Si me preguntan, nunca me imaginé que Abril era la persona de las cartas. Pero no puedo estar más feliz que haya sido ella.

Abril Monroe es una mujer que emana amor y tranquilidad. Simplemente, una excelente compañía.

Cuando me ofreció pasar navidad con ella y su familia, no evité sentirme importante. Sé que es reservada, y el hecho que me presentara a su padre me fue especial.

Estos días en la casa de los Monroe fue lo mejor, nunca había pasado una noche buena tan amena, no desde que me enteré que era bruja.

—¿Me estás escuchando?— la voz de Abril me saca de mis pensamientos.

—Lo siento. ¿Qué decías?

—Si me acompañas por más ponche de leche. Ya se acabó.

Miré el reloj que colgaba en la pared arriba del sofá en la sala, faltaba una hora para navidad. —Claro. Vamos.

Tomó un paraguas que se encontraba al lado de la puerta, y salió por esta misma. —Está nevando un poco. No quiero que se arruine tu maquillaje.— sonrió.

Extendió el paraguas, esperando que me parase al lado de ella, y así lo hice. —¿Acaso aún hay tiendas abiertas ahora?— pregunté emprendiendo camino.

—Sí. A unas cuadras de por aquí.

Caminamos en silencio hasta el lugar. Luego de pedir el dichoso ponche regresamos a casa. Su mano y la mía rozaban de vez en cuando, pero fue ella quien las unió.

Sentí cosquilleos en mi estómago ante el acto. Siempre era así.

—¡Aquí está el ponche, papá!— gritó en cuanto abrió la puerta y dejó el paraguas en el mismo lugar, aún con nuestras manos unidas.

—Perdón por hacerles perder el tiempo así, chicas. Muchas gracias.— dijo recibiendo la bolsa. —¡Uy!— jadeó al ver nuestras manos unidas.

Por el rabillo del ojo observé las mejillas sonrojadas de Abril, no sabía si era por el frío o porque su padre notó nuestras manos.

Tal vez por ambas.

—Estaremos afuera.— jaló mi mano, sacándome de su casa nuevamente. Solo que ahora nos sentamos en las escaleras, donde la nieve no nos caía. —Faltan unos minutos.— mencionó mirando la calle, en donde algunos niños quemaban pirotecnia.

Estuvimos en un cómodo silencio hasta que la pirotecnia se hizo más fuerte, indicando finalmente las doce. Le vi hacer una mueca, parecía que le disgustaba aquello.

Me quedé observando su perfil un rato. Era realmente bella.

Tomé su mano, acercando mi rostro al suyo. Nuestras respiraciones eran mezcladas, pero finalmente uní sus labios con los míos en un beso.

Un cálido y hermoso beso.

✓ adore you ★ lily evansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora