Era la mañana de esa misma tarde, era el único despierto en toda la casa de Aura, cosa que me dio tiempo para pensar.
Con ese tiempo, empecé a darme cuenta de que estos últimos meses no estaba teniendo mucha importancia en comparación a mis amigos, pero me alegraba por ellos. Desde siempre he sido un chico un poco más tímido y me cuesta más relacionarme con la gente, lo admito, pero eso no quiere decir que no me alegre por mis amigos por ser como son. Ellos se estaban llevando el mérito, y me hacía feliz. Yo no era el mejor luchando, ni siquiera hablando con el resto, básicamente había días que me sentía peor que ellos, pero luego recordaba que si estaba allí era por algo. Progo había pensado en mí al ir a aquel lugar, así que tendría sus motivos, nunca he querido destacar, y a ellos les va bien para su moral así que, si ellos estaban felices, yo también.
Igualmente, necesitaba un cambio.
No podía entrenar más de lo que lo estaba haciendo, siempre daba el máximo al entrenar. Necesitaba otra forma de ser más útil, y pensé en recopilar información. Progo cuando tenía tiempo libre estaba con Aura, Lien cada vez intentaba estar más con Asteri, yo también podía encontrar a alguien... Y recopilar información, sí, sobre todo eso.
Emprendí mi pequeño viaje hacia la plaza del pueblo.
De camino pensé en que solo nos centrábamos en luchar, y una tienda de ropa estaría bien, luego pensé en una tienda de comida, descartado; me pasó por la mente una tienda de adornos para la casa, pero ya estaba decorada. Viendo que me quedaba sin ideas, decidí improvisar al llegar y centrarme en el resto de curiosidades de aquel sitio. Creo recordar que una vez dijeron algo de que nos vestíamos solos al despertarnos, era mentira. Yo me vestía cada día, no sé el resto, pero a mí simplemente me aparecía la ropa al lado, habiendo elegido que quería ponerme.
Al mirar alrededor, vi un montón de gente en sus casas, viviendo tan tranquilos, me pregunté si todo el mundo viviría así, con esos lujos y detalles. No tuve tiempo de pensar de más, ya que llegué a la plaza.
Al fijarme bien, pude saber de qué era cada tienda porque tenían un cartel con un dibujo encima. Me dirigí a una tienda vital en el desarrollo humano, la de comida.
A entrar me encontré a un chico un poco más bajito que yo, de un metro setenta aproximadamente, el color del pelo no hace falta mencionarlo, pero los ojos me llamaron la atención. Unos ojos rojos, que parecían brillar como el fuego, pero con tonalidad carmesí... Si decía eso en alto me tomarían por un ñoño sensiblero, así que lo guardé para mi mente.
Sus ojos se cruzaron con los míos, y simplemente caminó hacia mí. Mientras andaba, pude fijarme en la tienda. No había nada, era como una habitación vacía, sólo paredes y una mesa de madera no muy alta al fondo. Cuando llegó a estar a unos pasos de mí, me dirigió la palabra.
- Tú debes ser uno de esos humanos, encantado, soy Epípleon, el dueño y único trabajador de esta tienda.
- Encantado, soy Victo, el humano usuario del estilo Likito.
Se me hacía raro presentarme así, pero el Gran Soberano nos había dicho que así lo hiciéramos, en fin, cosas de ángeles.
- Vaya, el de la espada curva, ciertamente eres original... ¿Qué te trae por mi tienda?
- Me ha llamado la curiosidad que haya una tienda de comida, ¿no se supone qué con solo pensar en lo que quieres ya puedes tenerlo?
- Bueno, tiene sus defectos. Supongo que sabes que no puedes pedir algo de lo que no conoces el sabor, pues aquí puedes pedir las cosas y probarlas.
- Pero, ¿cómo cobras?
- ¿Cobrar?
- ¿No pagáis en este mundo?
- No hago pagar a la gente por probar cosas que existen en su mundo. Sería cruel privar a las personas de bienes al alcance de todos.
- ¿Sabes lo que es el dinero?
- Desconozco ese término.
- En mi mundo compramos las cosas con dinero, si no tienes dinero, no puedes permitirte comer, ni un hogar.
- ¡Qué cruel! En Olimpia simplemente vivimos, si necesitamos una casa nos la da el Gran Soberano, si necesitamos comida yo la proporciono.
- ¿Qué haces en tu trabajo?
- Pues mi trabajo consiste en estar al tanto de los alimentos de todo el mundo y probarlos todos, así, si alguien quiere pedirlo, puedo hacerlo aparecer y ofrecerlo.
- Vaya... ¿Podrías darme a probar de tu favorito?
- ¡Claro!
Epípleon se dirige a la mesa del fondo del local y de ella aparece una... ¿Hamburguesa con lechuga, queso, tomate y cebolla?
- Aquí la tienes- Epípleon me ofreció la hamburguesa- Es una Olasena.
- Ajá...
La similitud de las cosas de este mundo y del nuestro cada vez me asombraba más. La Olasena era claramente una hamburguesa, con bastante buena pinta, por cierto. Al darle un mordisco, todo su sabor me impregnó de sensaciones, la carne estaba en su punto, el pan tostado, pero sin pasarse, los condimentos colocados a la perfección para poder morder lo justo sin que todo se desparramase...
- ¡Está riquísima! Tenemos estos alimentos en nuestro mundo, solo que no saben tan bien.
- Me alegro de que te guste, esta en concreto es famosa por su variedad de fuertes sabores. Viene de una de las islas de fuera. Se conoce a la Olasena como el nombre de su isla, la Olasena de Gibcam.
- Tiene un nombre curioso.
- Bueno, me alegro de que te haya gustado, ahora si me perdonas he de revisar las ciudades cercanas por si han desarrollado un nuevo alimento.
- Bien, pero que sepas que volveré, me ha gustado tu tienda.
- Agradezco la valoración, espero verte pronto.
Yo también tenía cosas que hacer, habíamos quedado todos en casa de Aura para ir al palacio del Gran Soberano
Después de unas cuantas conversaciones y una creación sorprendentemente rápida de casas, sonó una explosión a lo lejos.
Fuimos los primeros en llegar a la plaza, y estábamos rodeados por unos cuantos cientos de antimonios, poca cosa.
Con el entrenamiento que habíamos recibido, éramos capaces de lidiar con unos cuantos de ellos, pero no con cien cada uno. Los antimonios se lanzaron hacia nosotros, y pusimos las armas en ristre. Supimos que la ayuda no iba a tardar en llegar, pero tal vez no lo consiguieran a tiempo. La primera fila de enemigos se lanzó hacia nosotros, eran unos quince demonios contra dos ángeles y cuatro.... Tres humanos... Aun así, pudimos manejarnos bastante bien. Lien dio un paso al frente y se deshizo de tres con unos cortes de espada bastante precisos; Progo siguió su ejemplo y pudo encargarse de otros tres; Aura, por su parte, nos cubría la retaguardia eliminando al que se acercase, mientras Ícaro intentaba ofrecer apoyo y cubrir nuestros puntos ciegos. Yo me estaba encargando de otros antimonios por mi cuenta, dándoles en sus puntos débiles tal y como me habían enseñado, además de que podía contar con Ícaro para rematar si dejaba a alguno en el suelo. Poco a poco, parecía que estaban retrocediendo, aunque nosotros no podíamos hacerlo más, ya estábamos formando un círculo juntando espaldas, era cuestión de tiempo... ¿Dónde estaba la maldita ayuda?
Otra fila de ellos atacó... Era imposible acabar con tantos...
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Boku no Tenshi (Mi Ángel)
FantasyNovela ligera del estilo fantasía. Unos seres misteriosos viajan a la Tierra para mirar las costumbres de los humanos e investigarlos. Al entablar contacto, un grupo de jóvenes viajan a su mundo y empiezan a vivir aventuras constantes. Los jóvenes p...