Algo había en ese sitio...
Llevábamos unos, ¿dos?, dos o tres días caminando y aún no habíamos recuperado fuerzas, ni siquiera habíamos visto nada más aparte de nosotros. Llevábamos todo ese tiempo sin beber ni comer nada, me dolía todo el cuerpo. Las heridas de la caída parecían abrirse más y más, ni siquiera podía producir saliva para tragar algo húmedo. Hacía unas horas que habíamos tirado nuestras bambas, la suela se había quemado, y ahora eran nuestros pies los que quemaban, tenía sarpullidos en el brazo, aunque al menos era el que no estaba usando para agarrarme a Aura. Ella también estaba bastante mal, aunque sus cosas de ángel parecían darle algo de ventaja, me alegraba por ella, no habíamos hablado nada en todo el camino para ahorrar fuerzas y respirar lo mínimo, cuando cogía aire, que cada vez era más seguido, me quemaban los pulmones, al exhalarlo, me quemaban las fosas nasales. Si allí hubiera visto un cartel que dijera "¡Bienvenidos al infierno!" me lo habría creído.
Seguíamos la corriente de aire pasando por las dunas que se formaban con las aglomeraciones de ¿arena? Cada una de ellas era un sufrimiento, si antes odiaba las cuestas, ahora más. Sólo nos faltaba tropezarnos y rodar felizmente por ese suelo de mie...
Para.
Frené en seco, indicando a Aura que se parara y escuchara.
Una voz se oía a lo lejos, continuamos avanzando en silencio, pendientes a la voz.
Al acercarnos, pude ver dos siluetas de la misma altura, la voz que hablaba era más bien aguda, como infantil. La otra figura habló, no entendí lo que decía, aún estábamos muy lejos, así que seguimos avanzando. Nos tumbamos, muy a nuestro pesar, a una distancia prudencial, pude atisbar la forma de esas cosas...Eran antimonios, me sorprendió verlos en un sitio así, pero esos bichos estaban en todos lados. Estaban parados, parecía que discutían, el de voz aguda, al cual bauticé en mi mente como Paidi, habló.
- Ya sabes lo que tenemos dicho, no pararnos y volver cuanto antes.
- Pero es una suerte haber encontrado a alguien más tan lejos de la puerta, entiéndelo.
- No estamos tan lejos.
- ¿Cuándo dejaremos de atacar a los ángeles? Estoy cansado de venir aquí.
Aura y yo nos miramos. Ese lugar tenía algo más aparte de lo de suelo ardiente, aire que quema y todo eso de debilitarnos. La puerta... Ambos sabíamos que necesitábamos respuestas, tendríamos que sacar energías de donde no quedaban.
Aura desenvainó su daga, la encontramos poco después de empezar a andar, se habría caído cuando nosotros. Con gestos le indiqué que me soltara, yo sólo iba a ser un lastre y podrían tomarme como rehén. Permanecí tumbado mientras ella se acercaba por la espalda de los antimonios, que habían empezado a andar hacia dónde íbamos nosotros. Decapitó al de la derecha e inmovilizó a Paidi, tumbándolo en el suelo.
- ¡¿Cómo salimos de aquí?!
- ¿Eres un ángel? ¿Qué haces aquí?
- ¡Contesta!
Algo llamó mi atención, el cuerpo decapitado del otro antimonio no se desvanecía, y una teoría bastante desfavorable para nosotros empezó a cobrar vida.
Me levanté apresurado mientras la cabeza y el cuerpo del antimonio se unían de espaldas a Aura, salté sobre el bicho ya formado y lo inmovilicé como pude, intentando aguantar mis gritos de dolor.
- Aquí es dónde venís al morir- dije, con voz ronca- por eso, no desaparecéis.
Paidi volvió a hablar.
- Muy listo, chico. Ahora ya sabéis que no hablaremos.
Por un momento no supimos qué hacer, era un jaque mate. El antimonio que tenía inmovilizado me llevó de vuelta a la realidad, concretamente dándome un codazo en las costillas dejándome en el suelo tendido. Aura le partió el cuello a Paidi, lanzándose a por el que me tenía a mí. Intentó luchar como pudo, pero en cuanto fueron dos contra una... Le arrebataron su daga y la lanzaron a mi lado. Yo no podía moverme, pero ella intentó ponerse de pie otra vez, en vano. Uno de los antimonios le puso un pie en la espalda, aguantándola contra el suelo.
- Ahora, amiga, por cortarme la cabeza, verás como tu amigo sufre hasta morir.
El monstruo me clavó la daga de Aura en el brazo roto. Ni siquiera recuerdo gritar, sólo que lo empecé a ver todo borroso, hasta ahí había llegado.
Al segundo, ambos antimonios salieron despedidos hacia atrás, como impulsados por una ráfaga de aire, mientras Aura se levantaba, aún malherida, con una daga de empuñadura negra, con la hoja dorada.
Aura se acercó corriendo hacia los antimonios, no supe de dónde sacó las fuerzas, pero empezó a asestarles cortes por todo el cuerpo. Con cada herida que infringía, parecía sanar las suyas, hasta que ella estaba como nueva y a su alrededor todo un espectáculo de cenizas, como un torbellino que la envolvía. Se volvió hacia mí y me curó totalmente usando sus poderes de ángel, los huesos rotos sanaron, las heridas se cerraron, los sarpullidos desaparecieron...
- ¿Cómo lo has hecho?
- Shhh, no hables, el aire sigue siendo contaminante. Te resumo. Lita, arma sagrada de la ira, recuperar al hacer daño, ¿lo de poder matarlos? Ni idea.
Seguimos nuestro camino, pasaron unas doce horas, creo, hasta que visualizamos el mayor nombre de antimonios juntos que había visto. Todos aglomerados, parados en frente de dos puertas gigantes cerradas. Eran miles, sin exagerar. Miré a Aura, que ahora tenía su nueva daga en la mano derecha y la antigua en la izquierda e invoqué a Nyx, sólo nos quedaba esperar a ver qué pasaba.

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Boku no Tenshi (Mi Ángel)
ФэнтезиNovela ligera del estilo fantasía. Unos seres misteriosos viajan a la Tierra para mirar las costumbres de los humanos e investigarlos. Al entablar contacto, un grupo de jóvenes viajan a su mundo y empiezan a vivir aventuras constantes. Los jóvenes p...