11.- Madruazuo

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¿Qué? ¿Qué ha dicho?

Lo quedo mirando sin saber qué decir mientras abro y cierro mi boca en repetidas ocasiones al mismo tiempo que parpadeo una y otra vez.

La verdad es que no logro entender sus palabras, es decir, sí, entendí lo que dijo pero ¿por qué? ¿por qué lo ha dicho? ¿eso a qué viene? ¿qué le pasa?

«¿Puedes fingir que me odias?»

Frunzo el ceño al repetirlas en mi mente, una y otra y otra vez, me las ha dicho hace tan solo unos segundos y yo ya las he repetido más veces de las que puedo contar.

Aquello me agarró completamente por sorpresa y no... simplemente no puedo entenderlo.

一 ¿Por qué? 一 logro decir después de un breve silencio entre ambos.

Este solo se encoge de hombros quitándole importancia, para después volverse a apoyar en la barra de la alacena.

Pero eso simplemente me hace escudriñarlo aún más con la mirada, analizo los gestos de su cara, como si estos me fueran a decir por qué dijo algo tan estúpido como eso, pero nada, no logro entender nada.

一 ¿Por qué, Daniel?一 repito con un poco más de seriedad en mi cara.

一 ¿No sería lo mejor para ti?一 levanto una ceja hacia su dirección para que lo explique mejor al mismo tiempo que le hecho más picante a las palomitas.

一 ¿Mejor para mí?一 interrogo mientras volteo a verlo 一 ¿por qué sería mejor para mí?

一 Por las locas de tus amigas y mi prima 一 dice一 así ya no tendrían problema en que hablemos, después de todo, fingirás odiarme.

Hago una mueca de disgusto y negación.

¿Qué le pasa?

¿Cuál es la necesidad de meterle más drama al asunto?

Es que sino no habría trama.

¿Qué?

Nada.

Paso las manos por mi cara soltando un suspiro sin entendimiento, y tallo mis ojos con fuerza de solo recordarlo.

Aunque el tallar mis ojos fue una mala idea, de hecho una pésima, horrible y horripilante idea pues tengo chile en ambas palmas.

¿Cómo diablos me batí?

一 ¡Mierda! 一 me quejo al sentir cómo entra en mis ojos y estos comienzan a arder de una forma insoportable poniéndose llorosos al instante.

Como la persona inteligente que soy, lo primero que hago es volver a tallarlos, aunque creo que lo hice más por reflejo que por error.

Paso mis manos por estos, intentando limpiarlos, o enchilarlos más, no sé qué diablos estoy haciendo, solo sé que arde, y lo hace mucho.

一 Duele 一 vuelvo a decir empezando a buscar algo con lo cuál enjuagarlos.

Aunque siendo sincera, no puedo ver nada debido a la molestia que tengo en ellos y en lo empañados que están.

Siento una cálida mano enrollarse alrededor de mi muñeca aún con los ojos cerrados, esta detiene mis movimientos y las separa de mi cara delicadamente en un movimiento rápido.

Reconozco la mano de Daniel, aparte de ser el único que está aquí en la cocina conmigo.

一 Tranquila 一 me dice en voz baja, y el tono que ha usado me ha hecho olvidar, aunque sea por unos microsegundos lo que está pasando.

Aún así arde...

Cierro los ojos con fuerza pues ya no puedo tallarlos, y no sé si es un alivio o una maldición ya que eso me hace sentir más el picor en ellos.

Marrón en el ArcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora