|Capitulo 33|

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Anoche hice algo que deseaba con todas mis fuerzas

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Anoche hice algo que deseaba con todas mis fuerzas. Hacerle el amor.

Joder ¿Quien no querría hacerle el amor a Ana?

Cada parte de su cuerpo, cada curva de este son deliciosas de probar, de ver, de sentir. Recorrer todos su cuerpo fue como descubrir algo de lo que tal vez nunca me cansaría. Sus gemidos eran música para mis oídos, la forma en la que se aferraba a mi era como si tuviera miedo pero que al mismo tiempo confiaba en mi.

Anoche se entregó a mi a pesar de mis errores, a pesar de saber a que me dedico. Me dejo disfrutar, saborear y admirara su delicada piel. Me dejó viajar a un mundo que esta lleno de maravillas.

Ahora mismo la tengo encima de mi, su cabeza en mi pecho, con una pierna encima de la mía y respirando serenamente. La tengo desnuda en mi habitación. Mis dedos recorriendo la piel de su cintura mientras miraba al techo. Mi cuerpo la desea tanto como la deseé anoche, tanto que es probable que nunca me sacie.

Mire su rostro sereno, cada fracción de su cara, su nariz pequeña pero refinada, sus mejillas que siempre estaban como un tomate, sus cejas rellenas, sus pestañas largas y negras y sus labios rosados.

Abrió los ojos y se quedó mirándome por unos segundos luego sonrió con esa sonrisa que pocas veces veo en sus labios y que me encanta.

- Buenos días- murmuré con la voz un poco ronca dándole un beso en los labios.

- Buenos día- dijo sonriendo.

- ¿Dormiste bien?- pregunte.

- Como no había dormido en días- dijo dándome un beso en los labios más largo que el que yo le di.

Se sentó en la cama dejando sus pechos desnudos al descubiertos y no lo negaré, estuve tentadisimo a tumbarla de nuevo en la cama y volver a hacerle el amor pero mejor me quede como estaba mirándole. Se acerco a la orilla de la cama y se iba a parar pero yo le hable.

- ¿A donde vas?- pregunte mirando su espalda y la cabellera que le cubría parte de esta.

- Iré a darme una ducha- dijo y se paró para dirigirse al baño pero note que caminaba un poco despacio.

- ¿Estás bien?- pregunte levantandome sobre mis codos.

- Sí, no te preocupes- dijo y entonces entró baño.

¿La abre lastimado y no me quiere decir?

Media hora después escuché que Ana me llamaba.

- ¿Si?- respondí ante su llamado.

- ¿Podrías buscar mi toalla por favor?- preguntó.

- Esta bien- respondí levantándome de la cama para buscar una toalla y envolverla en mi cintura para luego ir a su habitación y buscar la de ella.

- Ahí esta- dije cuando entre al baño para dejarla donde ban las toallas

- Gracias- respondió está abriendo la puerta corrediza y tomando la toalla para volver a cerrarla.

INMARCESIBLE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora