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¿Dónde estaba? ¿Por qué no había nadie junto a él? ¿Por qué vestía de negro? ¿Eso era un cajón lo que había frente a él?

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¿Dónde estaba? ¿Por qué no había nadie junto a él? ¿Por qué vestía de negro? ¿Eso era un cajón lo que había frente a él?

¿Por qué todo estaba en silencio? ¿Su padre estaba llorando junto al ataúd? ¿Jisung y sus amigos también?

¿Dónde está Hyunjin? ¿Minho no está con él? Ellos siempre están juntos.

Caminó alrededor del lugar pasando desaparecido por los demás, hasta que notó algo muy importante cuando quiso acariciar el cabello de su padre, y era que su mano lo traspasaba.

—¿Qué?— volvió a repetir la misma acción, pero ésta vez tratando de tocar a Jisung, que lloraba desconsolado junto a su padre—. Sungie— llamó—, soy yo, soy Lix. Estoy detrás de ti.

Sus ojos se cristalizaron acumulando lágrimas que luchaba por no dejar caer cuando no recibió una respuesta del castaño. ¿Por qué no podía tocarlo?

—¿Tú cómo estás?— preguntó una voz a sus espaldas y se giró a Chan, quién había preguntado.

—Yo...

—¿Cómo crees que estoy?— una tercera voz lo interrumpió cuando estuvo a punto de hablar.

—Sé que es una pregunta patética, pero es lo único que se me ocurrió— se excusó rascando su nuca.

—Yo... Él... No tuvo que irse— la voz del mayor se quebró, provocando que su alma doliera.

—¿Qué sucede?— preguntó como si alguien fuera a responderle.

—Él aún tenía mucho por lo que vivir— más sollozos se escucharon provenientes del mayor—. No llegué a tiempo, Chan, lo vi morir en mis brazos, no pude protegerlo como le prometí— el mayor se rompió cuando Chan lo abrazó, dando suaves caricias en su cabello, mientras él seguía sin entender nada.

—Lo sé, Hyunjin, debió ser difícil para ti verlo así, pero él no estaba bien— sus caricias continuaron aún cuando el llanto había cesado—. Lo intentó una vez y no pudo, pero ahora todo salió como él quería, y ahora está descansando luego de tanto sufrimiento— susurró contra su cabello.

—No, yo estoy aquí, contigo, Hyunjin— habló tratando de tocarlo, pero su tacto se desvanecía en el aire y traspasa la anatomía del peligris.

—Al menos ya no sufrirá más, ¿Verdad?— preguntó con una sonrisa triste en su rostro.

—¡Hyunjin!— lo llamó, pero éste nunca respondió a su llamado.

—Así es, por fin descansa en paz.

—¡Hyunjin!— volvió a llamar, con lágrimas mojando sus mejillas y bajando por su mentón.

¿Por qué se veía a él mismo dentro de un ataúd siendo enterrado tres metros bajo tierra mientras sus amigos, su padre y Hyunjin lloraban desconsolados?

Sabes que no soy bueno -Hyunlix-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora