Dos mundos y dos personas completamente diferentes que son unidas por azares del destino. Se caían mal, no se soportaban pero se dieron cuenta que se necesitaban para sentirse bien. Pero no todo lo que brilla es oro y sabe que debía luchar contra vi...
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Mirar su reflejo por primera vez en semanas se sintió deprimente para él. Ya no tenía ese cuerpo que volvía loco a más de uno y que todos deseaban poseer y reclamar. En cambio, veía marcas de cortadas y moretones hechos por él mismo cada vez que se sentía miserable al ser separado de su persona favorita.
Flagelar de esa manera su cuerpo estaba mal, él más que nadie lo sabía, pero cuando tenía ese tipo de bajones, no podía pensar en más nada que en dejar de sufrir. Era doloroso para él y de algún modo quería pasar todo ese sufrimiento, y si lo tenía que hacer flagelando su cuerpo para olvidar el dolor emocional, lo haría las veces que fueran necesarias.
Por eso, tenía tantas marcas, tantas cicatrices que eran el reflejo de todo lo que había tenido que sufrir antes de su adolescencia, y aunque se arrepintiera en más de una ocasión por tenerlas, sabía que sólo eran marcas de todas las batallas que había enfrentado para no rendirse y en gran parte se sentía orgulloso de eso, de no rendirse pese a todas las adversidades que ha enfrentado en sus cortos 17 años de vida.
—¿Se puede?— unos toques en la puerta lo hicieron salir de su burbuja, y sin moverse dió permiso a la persona que lo engendró—. ¿Vas a salir hoy con Hyunjin?— preguntó el rubio mayor y Félix asintió.
—Me dijo que pasaba por mí en unos minutos pero no dijo dónde me llevaría, así que no sé qué ponerme— suspiró mirando todas las prendas esparcidas en su cama.
—¿No tenías un suéter de él? Uno gris, si mal no recuerdo— opinó su padre buscando dicha prenda.
—¿No es muy informal?— no vio la necesidad de taparse cuando su padre levantó la mirada, no sería la primera vez que lo ve solo con ropa interior.
—No creo que Hyunjin te lleve a un lugar de esos sin antes avisarte Lix, o que te lleve sabiendo que en esos lugares te sientes incómodo— opinó su padre y Félix suspiró.
—¿Con mi chaqueta negra favorita?— y su padre sonrió de acuerdo.
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—Le prometo que lo devolveré antes de la media noche— aseguró el pelinegro al rubio, quien los despedía en la entrada de su casa.
—No te preocupes Hyunjin, sé que estará seguro contigo y hoy tengo turno en la noche otra vez, así que puede que no me encuentren en casa— les informó mientras les guiñaba un ojo.
