24. Nuevas técnicas.

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Estar cerca de Seonghwa era como tocar papel de calcar con las manos mojadas. A veces era transparente con cada cosa que decía o sentía y otras, se traslucía más su incertidumbre que el fiel reflejo de su persona. Tanto amor tenía Yeosang por él, que se logró adaptar a las pequeñas variaciones, imitando los trazos del pasado que le habían dado alegría. Sin embargo, la respuesta de su lienzo no era la misma. Estaba desesperado, lleno de impotencia en las manos, tenerlo cerca sin saber cómo hablar era similar a un lienzo en blanco sin una idea que plasmar. Una semana más tarde, luego de un querer y no poder, se encontraron de nuevo en el estudio para poder hablar del siguiente paso, ya no contemplaban una mirada muy lejana, ahora solo observaban si ir a la habitación de pintura, solos y sin hablar era sano o poco funcional.

Fue así como de nuevo y muy lentamente, como esos dibujantes que se lanzan al mercado por primera vez; retomaron sus tardes. El pintor se volvió un comediante sin gracia para un modelo amateur que se reía por el consuelo. No había desnudos de por medio, solo bocetos en papel y lienzo de ideas divinas o sentimientos que azotaban a Yeosang cuando el otro estaba cerca. Solo le bastaba oler ese perfume de adulto que no desea soltar su adolescencia para trazar con el pulso más firme una línea de extremo a extremo sin despegar la punta del grafito.

— ¡Yo puedo hacerlo mucho mejor!

— ¡Ja! No lo creo, Seonghwa, yo soy el experto aquí.

— ¿Crees que no te he observado durante todo este tiempo? — se acercó cruzado de brazos, los hombros muy angostos hacia el cuello y una mirada entrecerrada con media sonrisa pícara.

— Entonces, ¿el alumno supera al maestro?

— Permíteme... — terminó por empujarlo con la cadera para quedar delante del lienzo en blanco, había pasado una hora y lo único que estuvieron haciendo fue discutir sobre las líneas chuecas y los pulsos intermitentes—Lápiz, por favor—demandó con la mano derecha a un lado mientras le daba la espalda—, te enseñaré como lo hace un experto.

— Eso quiero verlo — Se cruzó de brazos y se paró muy al lado del lienzo, sus ojos estaban puestos en el lápiz, mientras que los de Seonghwa en Yeosang—¿Y?

— Me estás poniendo nervioso... —dijo algo tímido.

— ¡No, no! Un artista jamás debe ser tímido con su arte, porque el arte es expresión, ¡permíteme! — lo empujó con la cadera, pero fue un poco más bruto, Seonghwa terminó tambaleando en su sitio—¡Lo siento!

— Bueno, parece que tu método de ser el mejor es deshacerse de la competencia jugando sucio... — se acomodó la ropa y se cruzó de brazos fingiendo que estaba molesto.

— Eres tan bonito cuando haces esa cara... — se acercó y le pellizcó la mejilla—Hazlo tú, me sentaré lejos. Si pierdes, vendrás mañana a las 6 de la mañana por Monnie para pasearlo en el parque.

— Y si gano, me lo llevo a dormir conmigo... ¿trato?

— Bien.

— ¿Así no más? — lo observó sospechoso.

— No ganarás, mis manos de artista me lo dicen— se las enseñó.

— Mis manitos de modelo falso también — le mostró ambas dejando caer el lápiz al piso, la punta se partió inevitablemente y el silencio llegó —Compararé diez iguales... — dijo mirando el rostro consternado de Kang.

— ¡Diecisiete vas a comprar! — se agachó a buscarlo. Seonghwa entonces puso su pie descalzo sobre el lápiz obligando a Yeosang que lo mirase desde ese ángulo.

—¿Para qué quieres tantos?

— Para que sigas rompiendo más y poder tener uno de repuesto...—le pellizcó el pie y el otro se quejó alejándose.

La Pincelada Perfecta [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora