12. Comenzar de nuevo.

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No significaban lo mismo aquellos besos para San ahora que esos labios habían sido leídos de izquierda a derecha como un mapa turístico, aunque callara, aunque se esforzara por aparentar una situación paralela a la que realmente tenía, no podía y Yeosang no sabía cómo mirarlo luego de encontrarse desnudo a pesar de estar completamente cubierto de prendas en diferentes tonalidades de ocre.

—Lo siento... —susurró Yeosang.

Las horas solo se habían ido y la euforia por la muestra de arte seguía palpable, pero habían dejado el recinto atrás hace varias horas. Hablar en calma en casa de Kang parecía ser una buena idea a pesar de que el silencio entre los dos durante el regreso a casa decía muchas más cosas de las que ellos eran capaces de expresar.

—Está bien... creo que fui yo el que no quiso ver...—decía mientras movía lentamente una pequeña cuchara dentro de una taza de café.

—No te culpes... —se apresuró a decir.

—Oh, no, no te confundas—quitó la cuchara y con suaves golpes en el aire dejó caer unas cuantas gotas para luego dejarla a un lado sobre un servilleta—No me culpo... del todo, al menos, es decir, sabía que estábamos en diferentes sintonías, pero no sabía que arrastrabas tu pasado.

—Yo tampoco lo sabía... —alzó con pena la mirada mientras San colocaba ambas manos alrededor de la taza para beber el café.

—¿Qué pasa con él?—hizo contacto brevemente y luego desvió la mirada hacia un bonito centro de mesa que él mismo había comprado para decorar la casa que mes tras mes fue haciendo un poquito más suya.

—Nada...—murmuró, parecía no querer decir algo, quizás porque no lo sabía o porque sentía un profundo aprecio por San y no deseaba lastimarlo.

—La nada entre ustedes se ve bastante extraña cuando soy yo el que la mira—rió.

Yeosang solo mantuvo una expresión desconcertante y luego bajó la mirada hacia sus propias manos, estas se aferraban a sus rodillas con algo de fuerza, expresando en lo blanco de sus uñas la fuerza con la que presionaba los dedos.

—Ese es el problema... la nada entre los dos es lo que ha estado...—tragó saliva y carraspeó.

—Haciéndote mal—completó, bebió un sorbo de café y dejó la taza sobre la mesa—No temas decirlo, ya que tú y yo, no somos nada.

—¿Nada?—le miró un poco confundido.

—Yeo...—puso las manos en la mesa con los brazos estirados y esperó a que Kang se las tome—Creo que tienes un poco por allí y un poco por allá, pero realmente es nada.

—¿Lo arruiné?—se acariciaron las manos y San sonrió un poco nostálgico, se puso de pie sin soltarle, se acercó para besarle en los labios, Yeosang correspondió y de inmediato deshizo el agarre para poder abrazarlo, poniéndose de pie con algo de torpeza, sus labios se presionaron con extraño deseo, como un beso genuino de despedida forzada—Si te quiero, San—susurró cerca de sus labios.

—Se que si... pero creo que es mejor que te tomes un tiempo para pensar un poco sobre lo que realmente sientes.

—No te vayas... —suplicó, con su mano derecha le acarició la mejilla, este cerró sus ojos un momento y volvió a sonreír. La sonrisa era algo que San no perdía, se mostraba comprensivo y bastante maduro.

—Tienes mi número—rió y se alejó — Siempre puedes llamarme, aunque espero que si lo haces, sea para tener todo de un solo lado...—le guiñó un ojo, metió la mano en uno de los bolsillos y le devolvió la copia de la llave del departamento—Gracias por cada día...

La Pincelada Perfecta [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora