❐ ❛ Our son ❜ ( Jeremike/Fitzafton )

Decisión

Carl se estacionó frente al edificio de los apartamentos, y junto a Jack se bajó de su auto para caminar hacía el portón. Le mandó un mensaje a Michael para avisarle que los dos ya estaban afuera, y se quedó al lado del menor hasta qué el británico saliera.

—...¿Y qué tal te la pasaste? —Le preguntó al menor mientras guardaba su celular en el bolsillo de su celular, y miraba hacía el portón.—

—¡Me divertí mucho!

—¿En serio?

—Sip, ya quiero que sea la próxima semana para entrenar en la colina que mencionó el tío Sam.

—...Genial, pronto pasaré de ser un saco de boxeo a un tronco rodante.

Michael abrió la puerta del portón teniendo la compostura de siempre. Era de noche, y el interior del edificio estaba a oscuras, así que ninguno de los dos notaría las marcas de su rostro que fácilmente lo delatarían de haber llorado.

—Hola, ¿Cómo les fue? —Inclusive su tono de voz era el mismo.—

—Bien. —Respondió Carl con una sonrisa; claramente no notaba lo que le estaba ocurriendo a su amigo. —Jack comió, se divirtió, y se portó muy bien.

—Me alegra escuchar eso. Gracias por cuidar de él. —Vio a su hijo acercarse, y ponerse del otro lado del portón. —Nos vemos, linda noche.

—¡Adiós! —Se despidió haciendo la señal de amor y paz, y les dió la espalda para volver a su auto.—

Michael cerró el portón, y tomó de la mano a Jack para caminar juntos hacía el apartamento.

—¿Cómo te fue?

—De maravilla, fue muy divertido pasar la tarde con mis tíos. —Respondió muy alegre. —Jugamos con el tío Carl, comimos ensalada de pollo, y regresando a su casa hicimos waffles y vimos una película.

—Me sorprende que hayas hecho muchas cosas y no estés cansado. —Se detuvo frente al apartamento y metió las llaves en la cerradura. —Pero llegó la hora de dormir. —Abrió la puerta y al pasar junto al menor la cerró tras de sí; las luces estaban apagadas y estiró una de sus manos para dar con el interruptor.—

—Uh, la verdad si estoy algo cansado... —Rió levemente y miró a su alrededor cuando las luces fueron encendidas por Michael. Se adelantó en correr hacía la habitación y miró al contrario para proponerle un pequeño juego, sin embargo, se llevó una gran sorpresa al ver su rostro; sus ojos azules estaban hinchados y rojos, sus párpados estaban rodeados de marcas, en sus mejillas aún se reflejaban las secas lágrimas que había expulsado de sus ojos, y su piel estaba llena de puntitos rojos por el estrés y la presión. Jack ya había visto eso antes, y estaba seguro de que Michael había llorado en su ausencia. —¿Estás bien?... —Le preguntó lleno de preocupación, y se acercó para darle un abrazo.—

—Lo estoy, ¿Por qué la pregunta? —Bajó la mirada hacía el menor y acarició su cabello.—

—Se que lloraste... ¿Por qué me lo quieres ocultar?

—No lloré... es sólo que...

—...¿Por qué siempre inventas excusas? —Miró a Michael y esté se quedó en silencio sin saber que decir al respecto. Jack se abrazó más fuerte a sus piernas, y se recargó contra ellas. —Mamá, te conozco... Se qué hay cosas que te lastiman, y está bien si no quieres por qué te afectan, pero al menos déjame consolarte de la misma forma en qué tu lo haces conmigo.

Michael no aguantó mucho, y dejo ir esa falsa expresión en su rostro para reflejar sus ganas de estallar en llanto otra vez. No entendía por qué le era tan difícil tener que fingir con su hijo si tan sólo era un niño de seis años; no importaba cuánto se esforzara, siempre lo atrapaba.