D i e c i s e i s

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Pasaron dos semanas y podría asegurar que este año habría sido el mejor que había tenido hasta el momento, si, porqué a pesar de todos los insultos había conocido al amor de mi vida, la única persona que podría hacerme sonreír aun en mis días más grises, la única persona que con un "hola" me alegraba el día. Todo iba tan bien hasta que recibí esa llamada después de haber pasado una tarde increíble con ella, con Stefani.

(Para que lo entiendan mejor, imagínense que de aquí en adelante son las 10 de la noche).

(...)

Alo -respondí nervioso, ya qué las llamadas en las noches, no eran para nada buenas.

¡Charlie! -respondió Sofía, pero esto no era normal, estaba llorando.

¿Qué pasa Sofía? ¿Te encuentras bien? -pregunte.

Yo sí, pe-pero Stefani no -respondió ahogándose en sus propias lágrimas.

¿Qué pasa con ella? -Conteste enseguida- ¿QUE PASA SOFÍA? RESPONDEME -añadí.

Charlie, no debería decirte pero tu tienes que saberlo -respondió.

Dímelo de una vez por todas Sofía, ¿que paso? -respondí nervioso.

Stefani -respondió llorando, jamás había escuchado llorar a alguien de esa manera- Stefani, tuvo un accidente cuando volvía hacia su casa hoy -termino de añadir.

¿¡QUE!? ¿Cómo está? ¿En qué hospital esta? Dime todo Sofía ¿estas con ella? -respondí mientras los latidos del corazón eran cada vez más fuertes.

¡Respóndeme Sofía! ¿Qué paso? -volví a preguntar.

Charlie, debes calmarte y ser fuerte -respondió.

¿Que pasa Sofía? ¡DIME! -respondí.

Stefani, está muerta -dijo mientras su llanto crecía rápidamente al otro lado de la linea.

Me quede callado un rato, el dolor que sentía era totalmente insoportable, cada segundo que pasaba era aún peor que el anterior. Las últimas semanas las habíamos pasado juntos, pareciera que el mundo estuviera en mi contra, esperaba el momento de verme feliz para joderme la vida. El silencio mortal de la línea me incomodaba, así que al final colgué.

Empecé a llorar y gritar lo más fuerte posible, decían que era la manera de librarte de todo el dolor que sientes en el instante, pero en este caso no funcionaba. Mis padres entraron en mi habitación alarmados por los gritos, encendieron la luz de mi mesa de noche y quedaron mirándome.

¿Qué pasa Charlie? -pregunto mi padre.

Realmente no podía hablar, el dolor que sentía era enorme, no podía parar de llorar y gritar.

¿Qué pasa cariño? ¿Qué tienes? -pregunto mi madre.

Stefani mamá, está muerta -respondí mientras el dolor dentro de mi crecía a una velocidad inexplicable.

Mis padres no se dispusieron a decir ninguna palabra, se sentaron en mi cama y me abrazaron, seguramente intentando fingir el mismo dolor que yo, pero nadie lo podía sentir al menos que Sofía. Ellos nunca conocieron personalmente a Stefani, yo me limitaba a hablarle de ella, unas que otras cosas que les contaba sobre ella, como nos iba, que había pasado y otras cosas más.

Me quede dormido mientras me hundía en mi propio llanto, al día siguiente desperté a las 08:00 am, había decidido no ir a la escuela, me sentía muy mal. Unos minutos después que despertará, mis padres entraron a mí habitación supongo que para ver cómo estaba, ya que en estos momentos era en los que les importaba.

Charlie, ¿Qué podemos hacer por ti? -pregunto mi madre.

Puse mi cabeza en la almohada y empecé a llorar nuevamente.

¿Qué podemos hacer? -volvió a preguntar, esperando una respuesta.

Hasta que al final se sentaron a mi lado en la cama, se acercaron a mí y me abrazaron muy fuerte y allí volví a quedarme dormido, mientras intentaba disminuir el dolor que sentía.

Diario de un Belieber BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora