Prólogo

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La guerra mágica se había extendido por mucho más de lo que nadie esperó tras el fatídico día en que los mortífagos habían invadido Howarts y Albus Dumbledore había muerto, habían pasado casi 8 años desde entonces según su cuenta. Aveces a Harry le parecía que había pasado mucho más, en otras ocasiones parecía mucho menos. Él había tenido 16 años en ese entonces y Dumbledore había sido para él, más como un abuelo además de el líder del bando de la luz.

Hoy los miembros de la orden casi habían sido diezmados por completo en su lucha para detener el avance del ejército de mortífagos y de hecho, ya no estaban seguros de en quien confiar realmente al momento de unir nuevos miembros a la resistencia contra el-que-no-debe-ser-nombrado.

El mundo estaba de cabeza, el estatuto del secreto era historia y los muggles estaban tan o más temerosos que los mismos magos, pues los mortífagos los cazaban y mataban casi por deporte, se habían convertido en una fuerza tan contundente y sin igual, que sembraban muerte y destrucción a cada paso, fuerza que parecía sólo ir en aumento, ni siquiera los muggles con su tecnología parecían ser rivales cuando antes se temía tubiesen las armas suficientes para exterminar a todos de la misma forma inmisericorde como lo habían hecho hace ya tanto tiempo en las tan conocidas "cacerías de brujas".

Si Harry tubiese que usar un término para todo aquello ese sería :"Infierno". No encontraba nada que pudiese imaginar que pudiese igualar la situación actual, los cadáveres y la sangre a granel en las calles, el fuego y los escombros casi superados por la lista casi interminable de nombres que sonaba en la radio día y noche y día tras día desde que toda esta locura había comenzado hacia todo ese tiempo.

Golpe tras golpe había caído sobre ellos y estaban tan cansados ya de esta lucha inmisericorde.

La lista de amigos y compañeros de lucha que habían perdido era muy larga y Harry solía recitar los nombres de sus seres queridos ahora muertos antes de tratar de dormir durante las noches casi de manera solemne, solo para ser acediado por pesadillas sobre los pensamientos y sentimientos del Que-no-debe-ser-nombrado cada que había logrado quedarse dormido.

Su sueño había sido corto e incómodo desde que tenía memoria, pasando a terrible una vez Voldemort recuperó su cuerpo y a casi inexistente desde que comenzó la guerra, pero de algún modo lo prefería de esa forma, sería incapaz de dormir tranquilo... No. Ni siquiera se sentía merecedor de una noche de sueño profundo sabiendo de todas esas personas muriendo día a día, no, si temía dormirse y ser tomado desprevenido por los mortífagos que buscaban acabar con lo poco que quedaba de la resistencia, buscando principalmente su cabeza ya que tras la muerte de Dumbledore, Moody y Shacklebolt, entre otros, ahora era visto como el líder de la Orden del Fénix. Y en definitiva no podría dormir si en realidad no tenía la capacidad y el poder suficientes para acabar con Voldemort y la guerra de una vez por todas.

Se sentía impotente y aún cuando había estudiado y practicado tantas ramas de la magia cómo había encontrado para sentirse más capacitado para proteger a las personas que amaba, aún se sentía muy débil.

Aveces soñaba con Giny, la chica que amaba y prometió proteger, la chica que era hermanita de su mejor amigo. La veía pálida y fría tras recibir la maldición asesina que iba dirigida hacia él, la veía caer sin vida en sus brazos para poco después tener que dejarla allí para continuar con la lucha, no habían podido recuperar su cuerpo después. Eran tan pocos ese día, que habían tenido que huir tan rápido como pudieron y habían perdido a Arthur y Percy Wesley también, no que ellos le importaran menos, no, ellos eran su familia también, lo habían acogido en su casa, alimentado y dado tanto cariño y protección como estuvo en sus manos y corazones dar, pero es que ninguno de ellos era Giny, su Giny, quien había sido tan popular en la escuela, tan poderosa y talentosa, quien había sido tan fuerte y leal.

Días del futuro PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora