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Para Harry era extraño moverse y hablar voluntariamente con tanta gente, todos ellos estirados sangre-pura, recordaba que esa actitud en Draco solía sacarlo de sus casillas pero gracias él era que podía moverse con libertad y sutileza dentro de ese círculo, lo que para Draco había sido una aburrida perdida de tiempo en su infancia y adolescencia se lo había enseñado a Harry por diversión, entre ligeros pellizcos cuando se equivocaba y carcajadas, la forma correcta de sentarse y caminar, de servir té o licor, la forma en que debía dirigirse a ellos y usar la información implícita o con un sentido doble, como leerlos y su actual sensibilidad a la magia y las auras mismas, era muy útil para ello también.

Y sobre todo, como contener su lengua.

Cuando recordaba que en su vida anterior hubiese golpeado a quien sea que hubiese insinuado que debía ser de ese modo suspiraba con cansancio, sabía que esto era lo que debía hacerse, si la gente no cambiaba su forma de ver el mundo solo serían destruidos y estaba dispuesto a sacrificar su alma para conseguir un mundo mejor para las personas que habían muerto por él o sólo a consecuencia de la guerra.

Esa misma mañana había soñado con una aldea que la orden bajo su mando había prometido proteger, todos habían sido torturados, asesinados y luego convertidos en inferi, casi había enloquecido ese día y había gritado con tanta furia y frustración que se quedó sin voz durante días.

Volteó a ver hacia la entrada de la biblioteca al sentir a su hijo acercarse,
Se preguntaba que pensaría Ron de esta situación, Harry Potter criando y mimando al Lord. Oscuro más poderoso y temido de todos los tiempos; y allí estaba esa bella criatura que era su hijo, al principio había luchado contra la idea de llegar a quererlo por todo lo que Lord. Voldemort había hecho y usar al niño habría ido en contra de su propia esencia, lo había adoptado con miras a darle todo lo que no había tenido y asegurarse de la inexistencia del monstruo que él conoció.

Veía al pequeño y ese resentimiento antiguo no existía, sólo podía sentir amor por él.

Lo vió asomar apenas su cabecita por el marcó de la puerta, Harry le sonrió y elevó una ceja.

-ven cariño, entra- Athan salió de su escondite luciendo un poco avergonzado de haber sido descubierto tratando de espiar y un pequeño sonrojo que estaba seguro se debía al apodo, el niño era más suelto respecto a sus muestras de afecto pero aún se avergonzaba aveces; Harry abrió los brazos esperando que su hijo se lanzara a su abrazo como se había vuelto una costumbre para ellos a lo largo de esos meses y así lo hiso, Harry abrazó con cariño al pequeño y comenzó a repartir reconfortantes caricias por su espalda y nuca, sabía que eso relajaba a Athan.

-Que sucede, hijo? - Athan negó con la cabeza y enterró la cara en el cuello del hombre mayor, este solo rió
-vamos, sé que algo te preocupa, es el comienzo de clases? - Athan se apartó un poco y lo miró fijamente.
- No te rías -
-No lo hago, creí que estabas emocionado por ir a Hogwarts. - Athan frunció el ceño y asintió levemente.
-Quiero ir, pero no quiero no verte por tanto tiempo- la sonrisa en el rostro de Harry solo pudo crecer, dejó un beso en la frente del niño y lo cargó mientras comenzaba a caminar hacia su estudio, Athan no dijo nada durante el trayecto hasta que lo vió entrar a la oficina.

En general Athan no entraba, Harry no se lo había prohibido pero el niño era muy considerado en cuanto a los posibles asuntos privados de su padre así que por voluntad propia evitaba ese lugar.

Harry aún con el niño en brazos se sentó en la silla tras su escritorio y luego sacó un pergamino y se lo pasó para que lo leyera.

-la profesora Merrythought lo ha hecho muy bien durante estos 50 años, pero la convencí de que era momento de jubilarse y el director aceptó mi petición por el puesto. - dijo Harry viendo a su hijo y la magia del mismo brillar con felicidad, Harry solo lo apretó más en su abrazo.

Días del futuro PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora