Credence temblaba ansioso, como si lo rodeara mucho frío, estaba emocionado, si, pero estaba muy asustado también, su madre adoptiva lo había golpeado hasta el cansancio cada que encontraba en él una actitud o capacidad antinatural, para maldición de la desgraciada mujer había adoptado 2 niños con magia, en su interior esperaba que su hermanita Modesty hubiese encontrado un buen hogar, uno en el que fuese aceptada y cuidada como merecía, no deseaba para nadie esa bestia parasitaria que llevaba dentro y lo mataba de a poco.
Grindelwald le había contado que los niños obscurial vivían como mucho 10 años y él, tal cuál la hermana menor de su antes desconocido padre, Aberforth Dumbledore, tenía un núcleo mágico tan poderoso que lo mantenía con vida y recordó sentirse poderoso en cuánto logró que la bestia actuara a su voluntad pero su ligero control sobre ella no la hacía menos maligna y para su infortunio su existencia no iba a alargarse mucho más.
Podía sentirse languidecer y usar su magia se había vuelto casi doloroso, la pérdida de fuerza y energía era cada vez más grande pero talvez siempre había sido igual y hasta ahora podía sentirla.
Además esos molestos mareos lo tenían harto.
La voz de su madre adoptiva gritando en su cabeza "Ni siquiera eres capaz de mantenerte sano, tanto poder para nada, fenómeno antinatural, despreciable igual a tu madre, mujer malévola."
-Estoy segura de que ella fué una mujer maravillosa, no hagas caso a esos pensamientos, no te hacen bien. - le dijo Quenie a sus espaldas, una bruja legeremante natural que se había unido a Grindelwald el mismo día en que él lo hiso, la quería, era una mujer muy dulce pero siempre metía la nariz dónde no la llamaban, siempre en la cabeza de la gente.
Entendía que no lo hacía adrede pero tampoco se detenía y el odiaba no poder poner un escudo en su cabeza tal cual sabía que Grindelwald hacía.
-Porfavor sal de mi cabeza. -
-Si, lo siento, pero lo digo en serio, esa mujer ya no está, no la revivas en tu mente, no lo necesitas, solo te hace daño, ya has pasado por mucho, Credence. - le dijo Quenie con una pequeña sonrisa dulce en su bello rostro, su sonrisa creció segundos después . - Dime como te sientes?, vas a conocer en persona a tu padre dentro de poco.-
Credence se estremeció una vez más antes de voltear a ver su pálido reflejo en el espejo.
-No sé cómo sentirme, es lo que siempre quise, pero... ¿Y si no soy lo que el espera? ¿Y si él no es lo que yo espero? - le dijo apartando avergonzado la vista de ese ser paliducho y encorvado en el que sentía se iba convirtiendo. Sintió la mano cálida de Quenie en su espalda, acariciándolo con cariño y el se apoyó en ese tacto cual cachorro desprovisto de amor.
-Está bien, no importa si no eres lo que él espera y no importa si el no es como lo imaginas, talvez no sea mucho pero estaré aquí para tí sin importar cual sea el resultado, aunque, he escuchado sobre Albus Dumbledore y si Aberforth es un poco como él, estoy segura de que te amará. -
-Eso crees? - le preguntó Credence volteando a verla con él rabillo del ojo.
-Estoy segura.- le respondió ella dedicándole una nueva sonrisa deslumbrante y el se la devolvió apenas torciendo el extremo de su boca.
Un ligero golpeteo se oyó junto a la puerta y al voltear encontraron a Grindelwald, tan formal y altivo como siempre, el cabello bien peinado y esa aura tan seductora como tenebrosa a su alrededor.
-Vamos chico, es hora de irnos, tu familia estará esperándonos. - le dijo sonriéndole con amabilidad, nunca una sonrisa abierta, únicamente un gesto cortés, Credence se despidió de Quenie con un leve inclinación de cabeza y caminó a paso largo hacia quien lo llevaría a su reunión.
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Días del futuro Pasado
FanfictionLa orden del Fénix había caído y los mortífagos sembraban indiscriminadamente muerte y caos. "A tiempos desesperados medidas desesperadas" . . . Los personajes pertenecen a J. K. Rowling.