El invierno con un sueter rojo

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Recuerdo un suéter rojo escondido en el armario, recuerdo el invierno cayendo entré mis brazos, y recuerdo desempolvarlo, colocarlo en una caja de regalo, mientras mi madre me miraba con los ojos apagados, la conozco tanto que sabía que estaba apunto de caer en llanto, era un regalo de mi madre, uno de tantos, ocupaba demasiado espacio, nunca sabía cómo combinarlo, la realidad es que jamás fue de mi agrado, entonces pensé que lo mejor era regalarlo, pero vi a mi madre, a sus ojos tristes, y a su corazón remendado, pensé "Es solo un suéter" pero antes de que pudieran salir de mi garganta esas palabras y estropear mas la situación y de encuentro a su corazón, mi madre dijo "Yo hubiera querido que mi madre me regalara un suéter así" entonces la compadecí, seguido a eso agrego "Siempre tienes frío, este suéter es más caliente que cualquier otro" entonces fue que me compadecí,
Recuerdo buscar las palabras que le abrazaran el alma, porque mi cuerpo vivía tan asustado de abrigarse en otros brazos que preferiría morir congelado, recuerdo recogerlo luego de que ella me dejara, hacerle un lugar en el armario, seguía ocupando demasiado espacio, me bañe con agua caliente, vestí a mi cuerpo con mi pantalón de felpa, alce los brazos y me envolví en ese suéter rojo, ya nos había visitado la noche, el café estaba sobre la mesa acompañado de tostadas con mantequilla, camine con el corazón cojo, y recuerdo decirle a mi madre "Tú suéter me mantiene caliente, ya no siento frío" una mirada nostálgica pero esperanzadora vi salir de sus ojos color café gemelos a la taza de café que tomamos esa noche, desde esa noche tengo un suéter rojo que me abraza el corazón cuando camina cojo.
Esa noche entendí que los trozos de tela, las notas en servilleta, y todo aquello que diminuto nos parezca, cuando nos habla el querer desde una taza de café hasta dos besos en la cien siempre pueden caber en el armario, en un cajón al borde del colapso o en un hueco de la memoria siempre puede haber espacio para las cosas que en un principio sin mucho amor miramos.
Aún cargo con mi suéter rojo, aunque mi corazón no este cojo.
No te mentiré, detestó que ocupe mucho espacio, que me convierte en un oso invernando, pero espero que de eso se trate el amor, de aquellas cosas que somos capaces de querer por puro amor al ser.

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