Te vi a los ojos,
Y te vi hacer castillos de arena, sacudiendo te las manos con el cabello despeinado y el sabor a agua salada en tus labios,
te vi armar fuertes con sábanas en medio de una sala que se volvía campo de guerra,
te vi mecer en tu columpio amarillo y te vi a un salto de acariciar el cielo,
te vi reír en cada esquina y te vi ser la razón de mil sonrisas,
te vi aprender a contar con las estrellas,
te vi esconderte de la Luna y te vi encontrar el conejo en ella,
te vi recoger flores del suelo y te vi regalarles una segunda oportunidad,
te vi subir los codos a la mesa cuando nadie te miraba,
te vi jugar a la escondidas, refugiada en el armario de tu abuela, con los dedos cruzados,
te vi reír cuando tu padre te hacia cosquillas, y te vi llorar en los refugios de tu madre,
te vi tocar el timbre de la vecina y salir corriendo y vi a tus ojos llenarse de miedo cuando tu avión de papel cayo a los pies de tu maestro,
te vi cuando vestías inocencia y curiosidad,
cuando vivías despeinada, cuando tu corazón permanecía intacto y puro, cuando tus rodillas raspadas eran tus únicas heridas.
Y un día hablándome entre los humos de cigarrillos rotos me dijiste que nunca tuviste infancia, no dije nada,
pero espero que sepas, que en ningún momento te creí.