Como cura el amor

11 0 0
                                    

De los dos solo yo le tuve fe, que a diferencia de ti yo soy fiel creyente que el amor te vuelve poderoso, valiente, invencible, que es la cura para casi todos los males, como los remedios de abuela, el chocolate caliente o el café con leche, es la esperanza dentro de lo absurdo, es una fe ciega, a diferencia de ti que vivías creyendo que el amor no lo era lo suficiente y que no era por menospreciar el mío pero en ti eso no calzaba, no iba con tus creencias, con tus absurdos, pero por supuesto tú eras más de esos realistas crudos que esconden las penas en una caja de cigarros, malboro rojo para ser más claros, unos cuantos tragos a la cerveza con la esperanza puesta en que tal vez así se te amargará mas la boca que la cabeza, te era casi imposible admirarte del ruido de los demás porque entorpecías tu silencio, eras más de eso, más de ver la cruda realidad, no tan disfrazada de buenas nuevas, y claro yo no, yo si volteaba a ver a los niños que reían a borbotones que hasta te calan los oídos, a mi si me agradaba el ruido de los demás porque me sacaba a tirones de mi cabeza, a diferencia de ti yo si vivía con una clase de amor indistinto, hasta para regar las plantas, hasta para ti que parecías a veces estar tan harto de mi, de que siguiera ahí aún cuando tú hacías todo por echarme con las maletas por delante, porque claro cuando yo dije que "por siempre y para siempre" no lo dije de dientes para afuera, así que te aguantaste, y tuviste que vivir de mi lado un tiempo, claro no tanto, y creí que no lo lograríamos porque claramente veíamos todo tan distinto, pero que bien lo hicimos, pude encontrar el encanto en los labios sabor amargo, en la ropa oliendo a cigarro, en la demencia, en el cine de culto, en tu falta de tacto, en tu amargura, en tu obsesión por criticar mis gustos televisivos, porque mientras yo era de donde están las rubias tú tan mujeres al borde de un ataque de pánico, no congeniábamos en literatura, o en gustos musicales pero te descubrí en esa calle haciéndome reír, que esto podía ser el final de mis días, y luego de los días negros, entrábamos a mi habitación color de rosa, te tirabas en la cama, acomodabas las almohadas, y te metías debajo de las sábanas, veías los dibujos en mi pared, los escritos torpes y vagabundos, nos leía Cortázar, Neruda, o Sabines , estaba claro que yo creía en el romance como tú en el buen cine,
pero claro no creías en nada mas, puede que le agarraras el cariño al café del diario, a lavar los platos, a pasar el domingo en cama y el lunes bueno tres de azúcar para aguantar, puede que le agarraras el cariño a vivir unos cuarenta y pico, a mi casa de paredes blancas y ventanas anchas, al jardín donde pasaríamos la tarde, a las mecedoras, a las cortinas de encaje, a mis cabellos enredados, a los aretes en tu cómoda, puede que incluso le hallaras cariño a el desorden que dejaba, a recoger mi ropa del suelo, desenredar los nudos que el ajetreo me hubiera echo, a la indecisión, a dormir del lado derecho de la cama, a mi llanto o a mi perro pero tampoco tanto porque claro eso no hizo la diferencia, y a diferencia de ti, yo sí creí en él, yo si creí en ti.

;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora