Los vientos otoñales están suspirando

XXII. La gran jugada (1)

El silencio en la oficina no dura mucho después de que Childe hace su anuncio. Sus agentes inmediatamente estallan en protestas.

—No podríamos aceptar la invitación del Tercero...

—Traer ese tipo de calamidad a Morepesok es una idea terrible.

— ... ¿Correcto? ¡Especialmente con los niños alrededor!

—Bajo ninguna circunstancia debemos dejar que ninguno de los Heraldos sepa sobre esta casa.

Childe levanta una mano y la habitación vuelve a quedar en silencio.

—No tengo intención de revelar esta dirección al Doctor —especialmente porque Childe hizo todo lo posible para mantener su casa en secreto. Él cree en una separación firme entre su trabajo y su vida hogareña, especialmente cuando su trabajo involucra a personas desagradables como Il Dottore—. Pero rechazar su invitación tampoco será visto con buenos ojos. No necesito ser el objetivo de la ira de Tsaritsa y Scaramouche por no cooperar.

—¿Qué pasa si aceptas la invitación pero, en cambio, te encuentras con el Doctor en el Palacio? —el tío propone—. Con la Tsaritsa tan cerca, el Tercer Heraldo no se atrevería a intentar nada sospechoso.

No es una mala sugerencia, excepto que... 

—Childe debe permanecer lo más cerca posible de su hogar o, al menos, debe minimizar los viajes —la sugerencia de Zhongli hace que el Tío y la Tía se vuelvan hacia él sorprendidos, probablemente porque no esperaban que comentara—. La medicina que está tomando tiene el desafortunado efecto secundario de disminuir su capacidad de usar su Visión. Viajar una gran distancia en esta circunstancia invitaría a tener problemas. ¿A qué distancia está el palacio de aquí?

—Dos días completos de viaje si me apresuro —Childe se estremece. A juzgar por el ceño fruncido en los rostros de sus agentes y de Zhongli, todos piensan que este viaje es demasiado lejos—. Sin embargo, la Finca Romashka está en el medio. Lo uso como punto de descanso cada vez que me dirijo hacia el Palacio.

Zhongli inclina la cabeza hacia un lado, considerando. —¿La Finca Romashka?

—Mi lugar de residencia oficial —aclara Childe y le da al otro un encogimiento de hombros y una pequeña sonrisa—. Técnicamente, vivo allí. Es por eso que me sorprendió tanto verte en mi puerta cuando llegaste por primera vez hace tantos meses, Profesor. Se supone que nadie debe saber dónde está este lugar.

—La Finca Romashka está bien —la Tía suspira—. Un día completo de viaje sin descanso, dos si se tiene en cuenta un tiempo de descanso más largo y una noche de sueño adecuada. Una de las principales ventajas es que la finca está protegida y cuenta con el personal adecuado. Estás más seguro allí de lo que estarías en el Palacio.

—Es el viaje lo que sigue siendo arriesgado —señala el Tío, sin duda diciendo lo que está en la mente de todos—. Señor, creo que es mejor si lleva al menos a uno de nosotros con usted.

—Iré —ofrece Zhongli casi de inmediato.

—No, no lo harás —responde Childe con la misma rapidez con el ceño fruncido—. ¡Lo último que queremos es que llames la atención del Dottore!

—No tengo ningún problema en enfrentarme al Heraldo si es necesario —responde Zhongli, la arrogancia de un dios antiguo se desvanece. Childe encontraría esto increíblemente atractivo si no fuera tan exasperante.

—¡Profesor, es un monstruo! —Childe subraya—. ¡Una vez que ha puesto su mirada en algo, se obsesiona y nada puede escapar de su alcance hasta que su curiosidad esté satisfecha! ¡Eso normalmente implica desarmar el objeto de su fijación pieza por pieza!