Narración general.
La pelimentosa se encontraba en el centro comercial desesperada, corría por todos los pasillos, escaleras eléctricas, de emergencias, buscaba en los baños, entradas, tiendas, probadores, lugares los cuáles no eran permitido el paso para personal no autorizado. La joven estaba cansada pero aún más estaba desesperada, tenía miedo y tenía miedo de que Shota le diera una reprimenda, después de todo la conoció a ella primero ¿No?. Pero más allá de todo tenía miedo, pánico e histeria de lo que le pudiese pasar a esa pobre e indefensa...bueno no tan indefensa, su poder era bastante fuerte, más no sabía controlarlo.
— ¡Juro que cuando te encuentre me las vas a pagar mocosa! — gritó en susurro no quería que la protección de niños, niñas y adolescentes le quitarán a la niña — esto es culpa se Shota — dijo dejando de correr al ver que uno de los guardias de seguridad del lugar la estaba siguiendo"disimuladamente" — le dije "ven con nosotros" pero noooooooooooooo — alargó más de lo necesario la "o" en la negación, movía sus manos frenéticamente, debía de alguna u otra forma sacar su estrés — el Sr. Mi siesta rejuvenecedora — dijo llevando una de sus manos a la cara y allí tomó su flequillo el cuál ya le llegaba un poco más abajo de las cejas y lo único en la mitad de su rostro, haciendo que este simulase el flequillo de su esposo, se encorbó ligeramente y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y realizó una mala actuación de su amado esposo — es mucho más importante que ayudar a tu esposa con esa niña del mal para comprarle unos cuantos conjuntos de maldita ropa.
La pelimentosa seguía maldiciendo absolutamente todo, ella sabía que no era la madre de la albina, sin embargo algo de respeto se merecía no ese berrinche que hizo el la tienda.
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Flashback
Eran las 06:50 AM, el esposo de la pelimentosa se había despertado y decidió hacer el desayuno, sándwiches, no le podían pedir mucho las dos mujeres de su vida. A los 10 minutos de proceso, ya que su proceso era lento para poder hacer algo medianamente decente, apareció la niña de sus ojos, se frotaba un de sus ojos rojos con el dorso de su pequeña mano.
— Hola Papi — saludó somnolienta a lo que el azabache se volteó y se agachó a la altura de la de la menor y le besó la cabeza como saludo.
— ¿Sabes que día es hoy Eri? — preguntó el adulto separándose de ella y volviendo a ver los sandwiches en la tostadora.
— Mmmmmmm — esa pregunta hizo pensar a la menor un tiempo — ¿Es mi cumpleaños? — preguntó algo tímida pero tenía algo de emoción que fuese eso.
El azabache río ligeramente y negó suavemente la cabeza, en ello la albina hizo un pequeño puchero. El azabache río entre dientes.
— No Eri, tu cumpleaños es en unos meses más — dijo colocándole una mano sobre su cabeza, cosa que no hizo que el puchero desapareciera — hoy es el día de las madres, así que hoy vamos a consentir a mamá — dijo lo más pedagógicamente que pudo.
— ¿Seguro que hoy no es mi cumpleaños? — dijo la niña cruzándose de brazos.
El azabache simplemente suspiró con cansancio.
— Ve a cambiarte, Eri, hoy saldremos — dijo volteandose para seguir con los sandwiches los cuáles dos de ellos se quemaron — mierda...
La albina hizo caso a la orden de su papá, fué al baño, y se arregló un poco sepillo sus dientes y cabello. La menor observaba con atención algo en específico, mientras hacía su actividades, al concluirlas cerró la puerta del baño con el seguro y sonrío maldadosa.
Por otro lado la pelimentosa hasta ahora se levantaba, estaba más que dormida, se sentó en la orilla de la cama y frotó sus ojos verdes con sus manos empuñadas al poder abrirlos se quedó observando atentamente la sus pantuflas de gatitos, sonrío ligeramente al recordar cómo fué que obtuvo esas pantuflas y así se quedó un par de minutos. En unos segundos más llegó su amado con una bandeja entre sus manos, tenía su pañoleta naranja sobre su cabeza recogiendo sus cabellos, estaba algo sudado.
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Matrimonio
FanfictionAhhhhh el matrimonio, siempre tenemos expectativas muy altas de él, siempre. La verdad es que el matrimonio no es la vida de ensueño que creemos que es. Tampoco diré que es una maldita mierda, porque se tienen momentos felices, pero tampoco todo de...