¡Vamos al doctor!

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Narrador omniciente

— ¡NO QUIERO! — gritaba con desesperación una niña de unos 12 años aferrada con sus brazos a una de las columnas de la casa — ¡ME REUSO!

— ¡Debemos ir!, ¡Es por tu bien! — por otro lado se encontraba una mujer de unos 32 años, tirando con fuerza de la cintura de la pequeña de cabello tornasolado — ¡Vamos a perder la cita! — a pesar de que la mujer empleaba fuerza tenía la mayor delicadeza posible para evitar lastimar a la menor.

— Emi, Eri ¿Por qué tardan....tanto? — un hombre de de 35 años se detuvo en seco al ver la escena que tenian las femeninas.

— ¡Shota!, ¡Que alegría ayudame a despegar a está niña de aquí! — pidió ayuda la adulta.

— ¡Papito ayúdame no quiero ir! — lloriqueó la niña viéndolo fijamente con lagrimones desbordantes en sus ojitos rojos.

La mujer observó la actuación de la niña quedando incrédula, si hace unos segundo sus ojos desprendían aire de muerte y furia contra ella. Por otro lado el adulto, el mayor de todos entro en debate interno, por un lado si llevaban a Eri al doctor se asegurarían de que todo marchará bien con ella, pero, por otro lado si la obligaba no le hablaría por una semana y le llamaría "Sr. Aizawa" un golpe bajo para el ciertamente. Al igual que si no iban, perderían una cita que agendaron hace meses, días de sufrimiento por esperando a que la chirreante música de la operadora se detuviera y poder escuchar el glorioso sonido de: "Buenas tardes, ¿En que lo puedo ayudar?".

¿Que era más importante?

Por más que le ardiera en el pecho y luego en la cabeza, decidió acercarse con cuidado a la menor la cuál puso ojos de cachorro abandonado y este se limitó a sonreír. Todos sus movimientos bajo vigilancia filminante de su amada esposa. Este ignorando su mirada, con cautela lo hizo cosquillas en la barriga de la niña la cuál solo comenzó a reír y buscó apartar las monos de su padre. En un movimiento rápido la mujer sostuvo/inmovilizó a la niña y rápidamente se la llevó al auto dejándola en el asiento trasero la niña se quejó y pataleó un rato largo. Los dos adultos únicamente observaron a la niña desde afuera del vehículo con cierto cansancio en sus rostros. El día solo estaba comenzando.

— ¿Que hora es? — pregunto la mujer.

— La 07:30 am — dijo el hombre viendo su reloj.

— Bueno, móntate — dijo ella y se acercó para besar con cariño su mejilla.

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— ¿Llegamos?

— No

— Mmmmm, y ¿por qué no?

— Todavía falta un poco

— Gracias por informarme "SEÑOR AIZAWA"

El hombre cerró su ojo con dramatismo y se desinfló en el asiento de copiloto.

Emi esperó hasta que hubo un semáforo rojo y con ello se acercó a su esposo y con veneno soltó...

— Hasta yo escuché el sonido de tu corazón quebrarse — el hombre simplemente de dedicó una mala mirada y escucharon un carcajada ahogada de la pequeña que estaba atrás.

Aizawa Shota jamás se sintió más traicionado en la vida. Hasta ese momento. Bajo a segundo lugar la vez que Nemuri ingresó sus papeles en la UA sin su consentimiento.

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Ya en el pasillo de espera para poder ingresar a la consulta Eri estaba pegada como una garrapata al brazo de su padre. Este sintió que la situación era un tiro de triunfo para el, pero al mismo tiempo se sintió mal por regocijarse de una situación que le producía un mal momento a su niña. Con cariño le acarició su cabeza para calmarla.

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