Distribución de quehaceres

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Narración general.

En todo hogar siempre hay distribución de quehaceres domésticos, o es común verlo. Nuestros protagonistas empezaron viviendo un verdadero caos mientras eran concubinos, pues siempre estaban fue y poco les importa el hogar y no vamos a mentirnos también eran descuidados por solo querer noches apacionadas, ahora que son un matrimonio lo cual es una cosa seria se le debe dar más atención al equilibrio del hogar. No todo es diversión (lastimosamente) si no que también existen responsabilidades.

— Bien, repasemos — dijo el azabache observando el papel que colocaron en la nevera gracias a unos imanes que evitaba que está cayera al suelo.

En el papel estaba su nombre en la esquina superior derecha y la de su esposa en la izquierda, existía un línea de grafito que dividía tanto la hoja como sus nombres y debajo de ellos estaban escritas todas y cada una de las actividades domésticas que debían realizar.

— Yo cocino — dijo ligeramente aburrida su esposa, levantó su mano un poco y la dejó caer sobre su muslo el cuál sonó como una palmada, sonido que distrajo ligeramente al azabache, cosa que no pasó desapercibida por la pelimentosa.

— Y-yo lavo los platos — dijo cuando por fin recomponiendose.

— Yo me encargo de organizar y quitar el polvo — dijo la pelimentosa volviendo hacer la anterior acción pero ahora con más malicia.

— ¡Emi! — le reprochó con un sonrojó notablemente en sus mejillas.

— Bueno, bueno, bueno ya te toca — dijo evitando reírse.

— Bien, gracias — suspiró — yo limpió el piso y aspiro los muebles.

— Yo lavo la ropa... — dijo la pelimentosa estrechando sus ojos en dirección de su esposo — no los vayas a ensuciar de lodo como la última vez...

— Y tu no vayas a meter un calcetín amarillo en la ropa blanca... — dijo imitando su acción — y a mi me toca limpiar el baño y cocina...— dijo suspirando y desvío la mirada, no podía mantenerle tanto tiempo la mirada a su payasa, normalmente por nerviosismo pero cuando le ve así hay que tenerle miedo.

Shota sabe perfectamente que a su quería esposa le gusta buscar problemas y lo peor es que es buena en eso...

— Creo que ya...— dijo la pelimentosa observando la lista una última vez, a ambos les tocaba hacer las compras, eso le llamo la atención — ¿Por qué debemos hacer los dos las compras? 

— Porque tu comprarías chicles y te olvidarás de que comemos más variedad de alimentos durante la quincena...— ella enmudeció pero le observó crítica — y yo compraría licor — dijo rendido.

— Bien...— sonrío la pelimentosa — tenemos un trato — extendió su blanca y delicada mano hacia su esposo quien la tomó con la suya áspera.

— Trato.

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3 meses después...

— ¡EMI! ¿¡QUE MIERDA CON ESTA ROPA?! — grito el azabache observando sus sintas de color rosa, en su rostro se podía apreciar un tic nervioso en su ojo izquierdo.

— ¿¡Quien te manda a no sacar las cosas de tus bolsillos?! ¡Allí dejaste una media roja de quién sabes quién! — ahora sí que estaba muerto, la media era de Nemuri la cuál metió en su bolsillo por el simple hecho de que ella en su cumpleaños (el cuál pasó hace poco) le regaló una media de ella todo por olvidar su cumpleaños.

Ahora sí que estaba muerto...

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