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𝐕𝐞𝐫𝐚𝐧𝐨, 𝐨𝐭𝐨𝐧̃𝐨, 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 𝐨 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐚𝐯𝐞𝐫𝐚, 𝐧𝐨 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚. 𝐌𝐢𝐬 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬, 𝐦𝐢𝐬 𝐚𝐦𝐢𝐬𝐭𝐚𝐝𝐞𝐬; 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐲 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚𝐬, 𝐬𝐞𝐠𝐮𝐢𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨𝐬: 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐢́𝐚. 𝐏𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨𝐬 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬.
𝐘 𝐞𝐬𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐛𝐢𝐞𝐧, 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐲 𝐨𝐫𝐠𝐮𝐥𝐥𝐨𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢́, 𝐝𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐪𝐮𝐢́.

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Había pasado una semana desde ese inusual evento deportivo. Ahora Shisui junto a otros compañeros con los que trabajaba estaban repartiendo ropa: el invierno se acerca y aquí era normal que personas más vulnerables se enfermaran de hipotermia y eso era peligroso.

—Muchas gracias, madre —agradeció Shisui sin dejar de sonreír.

Las personas hacían diferentes filas; una para ropa de niños, otra para adultos y otros que buscaban mantas. Todo esto recaudado con lo que le obsequiaron a Shisui.

—¡Disculpen, disculpen! —llamó la atención y todos prestaron atención—. Quiero agradecerles a todos por contribuir con la comida que se distribuyó hace unos días, con la madera y relojes que esperamos usar en un tiempo, y a las telas y ropa antigua. Pero también a Angela-chan, quien esta semana junto con algunos niños limpiaron, cocieron y renovaron la ropa para que todos podamos usar este invierno. Un aplauso ensordecedor inundó el centro del distrito.

Un mes pasó, al otoño ya le quedaba la mitad del tiempo, pero no importa. Otoño o invierno, lluvia o nieve, no importa. La alegría de todos confrontaría el frío, y en su lugar, en sus corazones llegaría una abrasadora corriente de amor fraternal.

—Tenías razón —dijo Busch—. No había que darle todo en bandeja de plata, si funcionó.

—Si funcionó fue gracias a ustedes, Busch. Si los niños hubiesen actuado como sus padres no hubiese sabido qué hacer, pero gracias por hacerlos jugar limpio. Lo noté, y te lo agradezco.

Esmeril se sonrojó y asintió con la cabeza junto una sonrisa.
El otoño terminó junto a unos juegos, y concursos de la época. Allí se unieron Kurt, Otto y los hermanos Kramer. Fue un día lleno de felicidad, pero la mañana siguiente se tuvieron que marchar.

—Nunca pensé ver este lugar así. Valió la pena confiar en ti.

—Espero nunca romper una promesa. Una vez que rompes una, la confianza nunca vuelve a ser la misma.

Invierno.

El invierno fue duro, muchas casas tenían agujeros en donde entraban corrientes de aire helada, el agua de los lagos se congelaba y las cosechas ya no eran fructíferas.

—Chicos, la nevada nos retrasará demasiado y será poco productivo. Hemos supervisado la muralla y ya hemos arreglado los puntos más débiles que había, tómense este mes como descanso. Lo tienen más que ganado.

—¡Sí, señor!

Le hicieron el saludo militar, su mano en el corazón.

—Chicos, yo no soy el capitán —aclaró avergonzado.

—Pues deberías. Esos sujetos que son los altos mandos de aquí no hacen nada. Si tenemos un lugar para quedarnos cerca de las murallas fuera de aquí es por usted, no por ellos. Si ahora tenemos ropa, mantas y una mejor relación es por usted, no por ellos. Usted debería ser nuestro capitán, porque nosotros te vemos como nuestro líder.

En Búsqueda de paz 𖣘Sʜɪsᴜɪ Eɴ SNK𖣘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora