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Salta, corre, esquiva; salta, corre, adelántate; corre, no mires atrás que vas ganando... Espera, si ya llegué a la meta ¿Por qué sigo corriendo?

Ahora que lo veo, todos nosotros estamos haciendo eso... Cierto, ahora me acuerdo: acá no hay una meta, solo corro para sobrevivir. Me escabullo, huyo por mi vida. Ya no es un juego, ya no es una carrera inofensiva... es mi única partida y debo... debo ganar si quiero volver a verlos.

Evi, Shisui, Angela, por favor todos.

―¡Perdónenme! —gritó empujando a la que era su hermana, con lágrimas en sus ojos.

—Shisui aniki, ¿cuándo volverán? —quiso saber Evi.

Ella seguía pareciendo alguien deslumbrante, incluso deprimida no quería mostrarse mal para no preocuparlo. Confiaba en que su madre volvería, que su tío también, así lo anhela.

—Hoy en la tarde, si no me equivoco —contestó acariciándole la cabeza—. Evi, ¿por qué no vas tu con Alfons y Esmeril a jugar?

—¡Sí!, no los he visto hoy. Adiós, Shisui aniki.

La chica corrió, pero con dirección al bosque... no quería observar el como le mirarían con lástima, simplemente lo odia, no lo necesita.

—Eres una tonta por creer que no te encontraríamos. —Intentó bromear Alfons.

Evi levantó la vista y limpió rápidamente sus lágrimas, aunque de nada sirvió pues seguían escapando sin su permiso.

—¿Cómo... cómo supieron que estaba aquí? —preguntó sorbiendo sus mocos.

—Shisui nos dijo que nos necesitabas, y el bosque es el mejor lugar si no quieres que nadie te vea. ¡Excepto si somos nosotros! ¡No te puedes librar tan fácil de mí! —clamó Busch con una sonrisa que fue degradándose.

Ambos amigos se sentaron al lado de ella y se apoyaron en su hombro. Alfons comenzó:

—Mi padre ya no está en este mundo, pero sí mi madre y... y ni siquiera paso mucho tiempo con ella. Por lo menos sé que esta es mi oportunidad para unirnos, no la pienso desaprovechar. Pero tú, tú no tienes de nada de que arrepentirte, ¡has sido la mejor hija que pudo pedir Angela-chan!

Evi solo sonrió ante todos los recuerdos que pasaron juntas, con Shisui, con su tío.

—Evi, todos en tu familia son geniales y muy fuertes. Y, aunque no regresaran... —miró hacia abajo— tienes gente aquí que te apoya, así que —Busch se levantó y le tendió la mano— no tienes porqué tener miedo. ¡Vamos! Shisui aniki dice que nos necesita.

—¡Cierto! —Recordó Alfons, levantándose rápido— ¡Evi, una carrera hasta aniki!

Frank le asintió decidida.
«Este no es momento para estar deprimida, debo ser fuerte para poder apoyar a mi aniki», pensó.
Ambos comenzaron a correr mientras se reían; reían de poder correr otro día, de saltar, de esquivar y poder ganar. Busch miraba a ambos alejarse con una sonrisa que mostraba nostalgia y unos ojos que saltaban de esperanza.

—Esto es lo que explicó Shisui; así es una familia. ¡Espérenme, malditos tramposos!

Los tres amigos llegaron corriendo hasta la salida del distrito, allí se encontraba Shisui poniendo la montura a un caballo. Dieron su última gota de energía para ver quien llegaba primero, la respuesta fue obvia: Busch.

―Chicos, que bueno que ya llegaron. —Les sonrió y le acarició el pelo a cada uno— Se me presentó un asunto y debo ir al distrito Trost a hablar con el comandante. Pensaba en que podríamos ir juntos, no quiero dejarlos solo —dijo refiriéndose a Evi y Emeril—. ¿Les parece? Alfons igual nos puede acompañar.

En Búsqueda de paz 𖣘Sʜɪsᴜɪ Eɴ SNK𖣘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora