(Cap. 7) Abuelo Joseph

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La pulsera era realmente hermosa. Agradezco mucho a Sarah por el detalle. Después de estar un rato con mi mamá y mi hermana postiza, recordé que el domingo pasado no fui a visitar a Lelo Joseph. Tenía que ir hoy, sino podía molestarse. Él es bien bueno conmigo y si dejo de visitarlo se enchisma. Se nota que ya es mayorcito. Decidí ir y así aprovechaba para hablar con él de esto que Sarah me acaba de dar. No estoy segura así que como Lelo es muy sabio, él sabrá que decirme.

-Ya me voy-dije.

-¿Para dónde?-me dice Kris.

-Hoy es domingo, se supone que visitaré a Lelo, ya sabes, sino se me pone triste-me reí.

-¡Ah! Si, si, si, claro ve-siguió mi risa-sino no hay quién lo aguante después.

Salí de casa después de un rato y vi lo contentas que estaban mi amiga y su mamá. Se nota que se aman. Estoy más que segura de que la mía y yo hubiéramos sido igual. En mi mano llevaba los papeles. De verdad que no sé que hacer. Nunca me imaginé como modelo. Mi pasatiempo y siempre ha sido el baile.

Pasé toda esa hora de camino a la casa de Lelo pensando en lo mismo. Le daba vueltas y vueltas y la verdad es que no me veo en una academia de esas. No lo creo. Llegué y Millie, la sirvienta, me recibió.

-¡Hola!-la saludé

-¡Hola! Señorita-me contestó-Hace tiempito que no la veía. El señor ya se estaba poniendo incordio-dijo riéndoce- deja que la vea, a ver si le cambia el ánimo. Adelante, está en la biblioteca. Se pondrá feliz de verla.

Hacia allá fui. Por la cara de Millie supuse que en cuanto me viera se pondría feliz, pero no sin antes pillarme a preguntas y hacerme un drama. Llegue a la puerta y toqué. "Tock", "tock"'.

-Millie, dije que no estoy de humor-reconocí su voz.

-¿Ni si quiera para verme, abuelo?-le pregunté abriendo la puerta.

Rápido levantó la vista del libro que tenía. Le noté el brillo que tanto me gusta de sus ojos. Ahí estaba, mi querido "abuelo"; ya era bastante grande. Tiene 60 añitos bien llevados.

-¡My little girl!-me llamó y me extendió sus brazos. Fui y lo abracé.

-Sí, aquí estoy abuelo-le contesté.

De pronto me alejó y me miró bien serio. ¡Oh! ¡Oh! Ya sabía por donde venía.

-Usted no me tiene muy contento señorita-no le encontré ninguna gesto de burla-¿Por qué no habías venido a verme? ¿Qué estabas haciendo? ¿Tienes cosas más importantes que hacer, que ya no quieres a este pobre viejo?

-Abue...-intenté interrumpirlo, pero no me dejó.

-Déjeme terminar señorita-me regañó.

-¿Señorita? ¿Ya no más "little girl"?-le pregunté haciendo las comillas con mis manos. Me miró con una cara y me di cuenta de que lo había vuelto a interrumpir. Tengo que admitir que de él aprendí mucho sobre el respeto.-¡Oh! Discúlpame, continua perdón. Me miró y siguió.

-Espero que tengas una buena razón para haberme abandonado así como así y no quiero excusas "baratas"-dijo imitándome las comillas.

-¡Perdón J O S E P H!-fue lo primero que le dije enmarcando su nombre.

-¡A B U E L O!-me interrumpió-vuelve a comenzar-me ordenó.

Cuando está molesto o enchismado casi nadie lo aguanta. Todo es como él diga. Verlo así me causó un poco de risa.

-¡Okay! ¡Perdón abuelo!-dije con sarcasmo-Primero, no te pongas tan dramático.

-¿¡Dramático yo!?-dijo "ofendido"

-¡No me interrumpas abuelo!-le dije con sarcasmo y me puso los ojos en blanco.

-No pude venir porque estaba E S T U D I A N D O y tú eres uno de los más que me dice "los estudios son primero". Siento mucho no haberte avisado. ¿Me perdonas?-le puse los ojos de gatito. Me miró pensativo.

-¿Eres bien lista verdad?-sabía que el no quería respuesta, esa pregunta era más buen retórica-¡Claro! Como sabes que los estudios es por lo más que peleo, te aprovechas y los usas como excusa-hizo una pausa-¡Se nota que saliste a mi!-dijo bien orgulloso y echándose aire-Está bien my little girl, te perdonaré esta, pero no vuelvas a abandonarme así-me dio un beso en la frente.

Ese era mi abuelo. Él era bien especial para mí. Mi único "abuelo". De momento él se dirigió a la puerta y la abrió.

-¡Millie!, ¡Millie!-gritaba y parecía bien feliz-pero ¿dónde se mete esta mujer?-decía riéndose.

-Aquí estoy señor, ¿qué se le ofrece?-la pobre parecía que acababa de llegar de un maratón.

-Pues ¿qué voy a querer, mujer?-decía sonriendo-tráeme aquello, pero para hoy mujer-dijo y Millie salió corriendo.

Tres minutos después, Millie tocó la puerta y Lelo me dijo que cerrara los ojos y salió.

-¿Estás lista?-me gritó

-Sí-le contesté.

-Abre tus ojos-me pidió.

Así lo hice y vi que en su mano me extendía una bellísima rosa amarilla, pero en ella había una cajita guindando.

-Ábrela-me dijo Lelo.

La abrí y vi que dentro de esa pequeña cajita estaban las pantallas más lindas que jamás había visto. Todo me dio risa cuando me di cuenta de que hacía juego con mi pulsera. Sí, eran perfectas para mí, del mismo color plata y poseían la rosa amarilla. Era como si se hubieran puesto de acuerdo. Así lo creería, de no saber que Sarah y Joseph apenas han cruzado par de palabras. Todo indica que era una "Perfecta Casualidad".

Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora