(Cap. 9) Abuelo Tiene La Razón

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Eran las 9:30 pm. Cuando estaba con Lelo el tiempo se me pasaba volando. Ya era hora de irme, mañana empezaba la semana final de clases. Por suerte, mañana lo que había era examen de práctica; nada de teoría. Todo me salía muy bien así que no me preocupo, solo tengo que descansar.

-Bueno, abuelito, ya es tarde y debo irme-me paré para despedirme, él hizo lo mismo.

-Cierto, tomorow empieza tu semana final en esa etapa de tu vida-me dio un beso en la frente.

-Ujum- dije y puse carita y después me reí.

-¡Millie! ¡Millie!- gritó y di un brinco.

-¿Por qué la llamas así abuelo?-le pregunté.

-Es que me gusta molestarla, para reírme un rato-dijo contento-Aquí nada más me da gracia, a menos que estés tú-le di un abrazo.

-Dígame señor-llegó Millie casi ahogada, parecía que venía corriendo. Ya entiendo porque abuelo lo hace. Pobrecita, suerte que es joven, sino dudo que aguantara al abuelo. Me río a mis adentros.

-Dile a Roberto que lleve a Tanny a su casa-le dijo- ¡Corriendo, mujer, que es tarde!-volvió a ajorarla; la mujer salió corriendo nuevamente y abuelo solo se reía.

-La vas a matar de un infarto, abuelo-le dije riéndome, él solo seguía riéndose. Me encanta verlo así.

-No digas eso ni de broma-logró decir-¿Después quién me aguanta?-seguía riendo. Dos minutos después entra Millie.

-El auto ya está listo, señor-dijo-Roberto ya la está esperando, señorita.

-Gracias, Millie- le contesté y ella se retiró.

-Bueno, my little girl, nos vemos pronto; pero antes cierra tus ojitos-me pidió y le hice caso-¡Abrelos!-me dijo por la espalda.

Frente a mi cara vi que Lelo sostenía una bolsita de M&M azules. Es el mejor, fue lo que pensé.

-¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!-grité bajito y lo abracé-Yo que me pongo a sacar solo los azules y tengo que botar casi el paquete completo. ¿Cómo le haces?-le pregunté. Nunca antes le había preguntado.

-Esos son pequeños secretos, my little girl- me contestó- Cuando ya no pueda, te lo diré-me besó la frente-Que tengas bonita noche y que te vaya bien mañana y siempre- me deseó.

-¡Gracias, abuelo! Tú igual. Te quiero.

-Te quiero más, little girl-me dijo mientras yo iba saliendo de la sala.

Roberto me espera fuera del auto y me abrió la puerta. Me subí al auto y pasé todo el camino de vuelta pensando en este día. Hubiera deseado estar más tiempo con abuelo Joseph, pero no era posible. Hoy me levanté temprano a pesar de que ayer me desvelé y ya se me hizo un poco tarde. Cuando uno mejor pasa el tiempo, es cuando más rápido se le va. El abuelo Joseph forma una pieza importante en mi vida. Es el abuelo que nunca tuve realmente. Lo quiero demasiado.

Lo que me dijo hoy, es una realidad a la cual le he estado huyendo desde hace algún tiempo. Desde el día en que mis padres murieron, no volví a pisar esa empresa. Ahora resulta que ella espera por mí, que yo soy su futura dueña. Son cosas que pasan y sé que es in gran paso el que tengo que dar y lo haré cuando me sienta preparada. Aunque me traiga recuerdos lo haré, porque es ahí donde mi padre pasó tanto tiempo y gracias a ella y a su esfuerzo, nos dio a mí y a mamá lo que teníamos, una vida perfecta. Eramos la familia más feliz del universo.

Aún no estoy segura de cuándo tomaré mi puesto. Pero sí estoy segura de que antes de tomarlo tendré que ajustar cuentas conmigo misma. Tengo que encontrar eso que tanto me falta. Eso que me falta para completarme y sentirme tranquila, para después entregarme a esa empresa como mi padre alguna vez lo hizo.

Pero primero, lo primero. Debo encontrarme a mí primero. Tengo que saber: quién soy, qué quiero ser y qué debo hacer. Debo descubrir quién soy realmente y qué deparará el futuro de mí. Así que le haré caso a Lelo; iré a ese casting. ¡Total! ¿Qué pierdo? Nada. Abuelo tiene razón.

Roberto me llevó hasta la puerta de mi casa y me dio las buenas noches y se las di a él también. Entré en la casa y noté que la tele estaba encendida, pero no vi a nadie. Sarah hace rato que debió haberse ido. Fui a apagar la tele y entonces vi que Kris se había quedado dormida en el sillón. Obviamente no podía verla si no me acercaba. Apagué la tele y me le acerqué a ella para llevarla a la cama. ¡Pobre! Lo más probable es que me estaba esperando.

-Kristen-la llamé bajito-Kristen, despierta. Dale, te llevo a tu cuarto.

Ella abrió sus ojitos y se levantó. De camino a su cuarto me habló.

-¿Por qué llegas tan tarde?-dijo.

-Lo siento-me disculpé-se me fue el tiempo, pero aún así no debiste quedarte esperando a que llegara-la regañé.

-Mi mamá ya se fue y se supone que ella es la que me regaña-me sacó la lengua-Además, solo quería saber si Joseph te había dicho algo de lo del casting. Vi que te llevaste los papeles-me dijo con tono de curiosidad.

-¡Ah! Sí-le contesté-hablé con él de eso y llegamos a la conclusión de que vaya o no, no pierdo nada.

-¿Y?-se notaba que quería saber más.

En ese momento la dejé en su cama y antes de cerrar la puerta le contesté.

-Iré el sábado, después de trabajar-mientras cerraba la puerta me di cuenta de que estaba bien feliz. Puso esa cara que ponen las niñas pequeñas cuando le traen un regalo.

Me sentí satisfecha con mi decisión. Fui a bañarme y me acosté tranquila. Esperando a que llegara el día de mañana para coger ese primer examen.

Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora