1° año, Capítulo 3: Cuestión de honor

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10 de octubre, 1965

— Cuéntame, exactamente, ¿Qué fue lo que pasó? —Dijo Dennis mientras observaba preocupado a Berbi, quien estaba revolviendo con la pegajosa avena del plato por inercia mientras tenía la cabeza apoyada ladeada en la mesa, cabizbajo y con la mirada perdida, bueno, para el resto podría haber parecido perdida, pero la tenía fijada en la silla que estaba al otro lado del gran salón, allí estaba el origen de todo su deplorable estado anímico. No le importaba si quiera que su pelo despeinado estuviera sobre el huevo revuelto ubicado en medio de la mesa o que Thomas estuviera tirándole migas del pan, intentando que cayeran en la gorra de este y así sumar 10 puntos de ese juego recién inventado por el mismo.

— Bueno... —El albino no sabía exactamente cómo responder a ello, no entendía muy bien cual podría ser el inicio de su relato, ni si quiera estaba muy seguro de lo que había pasado y mucho menos el porqué estaba así de decaído, por lo que decidió llevar su mente al origen de todo, es decir, hace un tiempo atrás.

Habían cumplido ya un mes desde que entraron a este colegio y la verdad, para cualquiera que no fuera Berbi, este fue un mes bastante bueno en su mayoría, ya que había logrado afianzar aún más la amistad con Dennis, hacían todos los deberes juntos e incluso pasaban todo el acompañándose entre ellos, bueno, a excepción de la hora de dormir y de cuando iban a hacer sus necesidades, Antu también los acompañaba gran parte del día, lo cual hacía sentir a Berbi muy cercano a su hogar, y los dulces y cartas de Andrew seguían llegando cada domingo junto a las de Eskol y River, quienes seguían intentando disimular su parentesco entre ellos y con los pequeños, así evitar que los acusaran de favoritismos. Pero su vida social no era la única que iba de maravillas para el muchacho albino, también, a su sorpresa, se estaba destacando bastante en lo académico, sobre todo en las clases de vuelo y de defensa contra las artes oscuras, dónde había recibido muchos halagos al ser de los primeros de la clase en lograr el maleficio de los mocos y el conjuro de rechazo de enemigos, algo que para el profesor Aeneas era digno de orgullo, o eso al menos le explicó en la carta, aunque Berbi sospechaba que era sólo porque él es el profesor de esa clase y estaba exagerando esa felicidad. No obstante, en pociones no le iba tan bien, no comprendía del todo los ingredientes o el porqué de sus usos, además que seguir instrucciones no era algo que fuera característico de él, pero gracias a la ayuda de Dennis había logrado sacar sobresaliente en sus tarea, aunque eso se debía principalmente a que se dedicaba a copiarle los pergaminos y le cambiaba solo algunas pequeñas cosas para no ser atrapados en tal fraude, por otro lado, si no fuera porque Antu se destacaba completamente en transformaciones, él no hubiera logrado entender absolutamente nada de dicha clase que le parecía tan tediosa como las matemáticas, aunque, incluso con esos pequeños problemas, había sido un buen mes para todos.

Sin embargo, había un gran detalle que opacaba todo aquello bueno de su estadía en este colegio que cada vez amaba más y ya no le parecía del todo terrible, un detalle de cabello liso rubio oscuro bien peinado hacia la derecha, ojos verdes esmeralda al igual que su uniforme que le hacían ver elegante y que tenía un sofisticado aire en su personalidad, ese era exactamente el muchacho al que Berbi, hace un mes, había golpeado sin querer en la entrada del gran salón al intentar escapar para ocultar sus dulces, comenzando allí toda su gran desgracia que lo acongojaba hasta el día de hoy, y no es como que aquel chico rubio le hubiera hecho algo más que tan sólo mirarlo feo, pero era esa mirada la que había hecho al albino sentirse culpable en su interior por ser el causante de todos los males de aquel pobre chico, o eso al menos pensaba él, por lo que había decidido ir a pedirle perdón y de esa manera solucionar todo, algo que no terminó exactamente como el incoloro había pensado, ya que ese mismo día se había acercado para disculparse por haber tropezado con él en la mañana, pero no se dio cuenta que sus agujetas del zapato izquierdo estaban desabrochadas y, tras pisarlas, volvió a tropezar cerca de él, pero esta vez le tiró la sopa de tomate sobre su regazo enfureciéndolo, lo cual significó que se ganara un empujón, una que otra palabrota y un nuevo sentimiento de culpa junto a una nueva motivación para ofrecer disculpas, así que esperó a que pasaran los ánimos y volvió a pedirle perdón cuando se encontraron en el pasillo, sin embargo, sus nervios eran tan numerosos como traicioneros, que no logró obtener una idea completa de lo que quería decir a pesar de todo el tiempo que estuvo intentándolo, dando apenas unos pequeños balbuceos por los nervios, lo cual salió peor de los esperado, ya que ambos obtuvieron una detención de dos días al estar en los pasillos en horario de clases y él, nuevamente, ganó unas palabrotas y otra mirada de enfado, pero eso no hizo decaer a Berbi y planeó nuevamente otro perdón, esta vez por medio de una carta en la que tuvo cuidado de mantener una letra prolija y una caligrafía adecuada, sin embargo, mientras la escribía se le acabó la tinta, por lo que intentó rellenar la pluma con magia, resultando en un gran estallido de color que hizo que todos los que se encontraban en la biblioteca, incluyendo el muchacho de verde, terminaran completamente cubiertos de aquel líquido negro.

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