1° año, Capítulo 15: Campamento Aeneas

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3 de Julio, 1966

"Estimado incoloro.
Sí, la nota que encontraste era para ti y me alegra que la hayas descubierto. ¿Quién soy? ¿Importa?, lo dudo mucho, si lo supieras eso sólo haría más difícil conocernos como realmente somos ¿No?
¿Me conoces? Es posible, pero prefiero no lo averigües, la vergüenza sería inmensamente más grande si me descubres y, probablemente, no podría seguir escribiéndote por ello.
Espero no te moleste todo esto, y mucho menos que te incomode, pero me gustaría poder seguir escribiéndote y ser amigos por correspondencia, si gustas.

Sin otro particular.

Mr. Mystery.

Ps: No, no me molestó me trataras de chico."

— Berbi, ¿podemos hablar? —Interrumpió su hermano mayor desde afuera de la puerta que estaba a la entrada de su habitación, haciendo que el albino escondiera de inmediato aquella carta por miedo a que la encontraran y se pudieran burlar de él, ya tenía demasiado con pensar que en septiembre lo molestarían en el colegio quien fuera que tuviera su libreta como para soportar bromas también en casa, además, aún seguía enfadado con su hermano por ello, por lo que simplemente se redujo a contestar de manera muy molesta.

— "¡Lárgate!" —Escribió en una nota que le deslizó bajo la puerta sin abrirla. Estaba tan enfadado con su hermano que no pensaba si quiera en dirigirle la palabra, por lo que había decidido hacer un pacto de silencio.

Sacó una hoja de las que aún le quedaban de clases, para luego estirarse en la cama, tomar la pluma, untarla en aquella espesa tinta negrezca y escribir "Estimado...". No pudo continuar tras eso, no sabía cómo hacerlo, ni si quiera conocía el nombre de su destinatario, por lo que no estaba seguro de si esto sería una buena idea o no, por un lado, pensaba que era una broma de alguien «¿Quién me escribiría voluntariamente?» Apenas era conocido por sus amigos, además, era sospechoso de que no le quisiera decir su nombre o de quién se trataba «¿Quién podría ser tan vergonzoso?» El colegio era muy enorme como para conocerse en él, así que podrían mantener la distancia perfectamente, aunque también sabía que su curiosidad lo traicionaría, por lo que quizás sí intentaría averiguar quién era esa persona que le estaba jugando esta absurda broma. Por otro lado, se sentía completamente indignado de que le dijeran incoloro, él blanco sí es un color, si no fuera así sería transparente, pero él, en toda su vida, jamás había visto una persona a la cual se pudiera ver a través de ella, así que ese amigo secreto debía estar completamente ciego o no saber nada de colores «¿Y si es por eso por lo que no quería que nadie le viera?» Tal vez usaba bastón o gafas negras para disimular su ceguera, lo cual era muy entendible, aunque él no se reiría si fuera así, por lo que decidió responderla sin más preguntas, era probable que ese chico necesitara un amigo ya que lo estaría pasando mal por su condición.

"Estimado Desconocido.

No, no me molesta en absoluto el no saber quién eres, pero admito que me descoloca un poco ¿Por qué me escribes? ¿Esto es una broma? ¿Cómo puedo confiar en ti? ¿Qué intenciones tienes conmigo? O tal vez eres ciego ¿Puedes ver? ¿Necesitas de un bastón para moverte?

Perdón si son muchas preguntas, sólo me da miedo que sea una simple broma. Por cierto, ¿Cómo estás? ¿Qué tal las vacaciones?

Saludos,
El NO incoloro
(el blanco también es un color).

Ps: me alegro de no haberte molestado".

Salió de su cuarto rápidamente ignorando el hecho de que su hermano mayor estaba sentado tras la puerta, dándole un fuerte golpe al abrirla, algo que el albino no se lamentaba en absoluto, e incluso le agradaba de solo pensar que le estaba dando su merecido por metiche, aunque no se puso tan contento cuando su dedo meñique del pie se estrelló contra el mueble que estaba casi a la entrada de la casa, dejándole un dolor de mil demonios que le hacía sentir como si en su interior se rompieran todos los huesos de aquella extremidad, sin embargo, eso no fue suficiente para terminar con su secreta misión e impedirle que le diera su carta a la lechuza parda, la misma que estaba encargada de traerles el correo cada mañana y que ahora, tras recibir un knut en su pico, emprendió el vuelo en dirección de aquel misterioso amigo por correspondencia que se había hecho, dándole envidia de ese animal que tendría la dicha de conocerle.

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