1° Año, Capítulo 8: Navidad de 1965 (Parte 2)

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28 de diciembre, 1965

Aquella gran nevada no cesó durante la noche, como todos esperaban, tampoco lo hizo al día siguiente, ni al subsiguiente. Había sido la tormenta más grande durante los últimos 5 años, tan enorme que incluso los mantuvo sin electricidad durante al menos dos días, lo cual para cualquier otra persona, incluyendo Berbi, significaría una tortura casi estilo medieval al no poder salir y mucho menos algo para distraerse dentro de casa, sin embargo, para todos los que habitaban en ese momento la casa Aeneas se sintió totalmente distinto, habían sido los dos días más maravillosos en lo que llevaban viviendo en ese hogar, algo que hasta el niño incoloro amó cada segundo, es más, deseaba de todo corazón que la tormenta durara mucho tiempo más para poder disfrutar aquella rutina improvisada que se había hecho en esta familia de mentiras en la que vivían ahora, en la que no había casi momento del día en el que estuviera a solas.

Por las mañanas se despertaban usualmente con el dulce aroma de las tostadas francesas con fruta que cocinaba la señorita antes llamada Saint Claire junto a Andrew, el almuerzo era exclusivamente elaboración de su padrino, pero los postres y pasteles eran una majestuosa creación de la profesora "ya no" Saint Claire, los cuales enamoraban a cualquier paladar que los tocara, «A de ser la magia que los hace tener ese sabor» pensaba el albino. Todas esas comidas las disfrutaban en el comedor todos juntos mientras hablaban mil y un temas, era en estas charlas dónde Berbi se había enterado que su profesora se llamaba Bella, pero, por alguna razón que no pudo adivinar, Andrew y River la llamaban Bell, aunque ambos lo pronunciaban de muy distintas maneras, ya que su padre lo decía de manera más suave "Bel" o "Bela" y Admes, por otro lado, lo decía con un tono más cariñoso, haciendo sonar ambas L como una Y, pronunciándolo como "Bella", el albino creía que esto se debía a que su padrino lo decía en francés, aunque admitía que le daba risa ver como lo molestaba Eskol cada vez que pronunciaba dicho sobre nombre, bueno, en verdad su hermano mayor lo había estado molestando demasiado esos días con insinuaciones amorosas, aunque lo disimulaba bastante bien, tanto que nadie, a parte de él pudo notarlo, aunque eso era obvio, el mayor de los hijos Aeneas siempre molestaba a Berbi, así que este ya se daba cuenta de ello rápidamente, era como su súper poder y se preguntaba si su papá también lo tenía, aunque muchas veces dudaba de ello, él no tenía un hermano mayor o uno menor que le hubiera hecho desarrollarlo, esa era una ventaja que tenía respecto a su progenitor, tener 3 hermanos con los que aprendió muchas cosas, sobre todo a disimular el molestarse entre ellos para que los adultos no pudieran retarles, «¿Andrew tendrá ese super poder?» pensaba constantemente y al parecer sí notaba cuando lo estaban molestando, porque solía tirarles manotazos (los cuales algunos de ellos le daban en la cabeza, hombro o pecho de Eskol) o el paño de cocina mientras reía, siempre y cuando la profesora ex Saint Claire no lo viera, lo cual daba bastante gracia, ya que, si ella o alguno de sus hijos lo observaba, él se comportaba de forma correcta y cordial, pero cuando estaba a solas con los Aeneas, se desquitaba con ellos comenzando a hacerles cosquillas, e incluso jugaba a las peleas con River y Eskol, algo que los pequeños disfrutaban, pero se asombraban completamente de verlos luchar casi como niños, aunque, luego de varios minutos forcejeando entre los tres, Evans siempre ganaba, Aeneas siempre terminaba adolorido y Admes acababa en el suelo rendido, apenas respirando mientras se quejaba de que ya no era tan joven como lo pensaba.

— Ya pasaste los 30 —Le insistía su mejor amigo para molestarlo mientras ordenaban sus cabellos y vestimentas.

Berbi no podía evitar pensar que pasaría si la señorita "para nada" Saint Claire los viera actuar así, quizás Baktrik pensaría que son unos raros, aunque probablemente no, últimamente pasaba tanto tiempo hablando con Antu que apenas notaba lo que sucedía a su alrededor, incluso ocupaba un listón de ella para atar su rubia cabellera sedosa, lo cual era genial, al albino le gustaba ver como todos se llevaban tan bien que había un buen ambiente en el cual casi no habían discusiones ni peleas, incluso Bælfire se entretenía teniendo largas conversaciones sobre temas cultos (bastante complicados de entender, según el incoloro) con Braham y Andrew, lo cual era un milagro, ya que el pequeño rara vez socializaba con extraños. Esta familia improvisada que se había creado por una tormenta era casi un sueño para los Aeneas, y al parecer para ellos también, se les podía notar a todos más feliz desde que llegaron, no había día en los que no se quedaran hablando hasta la hora de dormir, bueno, al menos los menores, ya que, siempre que se iban a la habitación, Admes se quedaba hablando, quien sabe cuántas horas, en la sala de estar junto a la señorita Bella.

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