6 de Marzo, 1966.
― Corre más rápido, Dennis, nos van a atrapar.
― Estoy haciendo lo mejor que puedo, Aeneas.
― ¿Estás seguro de que nos vieron?
― Segurísimo, Malachy, puedo oír sus pasos.
― ¿Además de ser un atleta de elite, también tienes un super oído, Thomy?
― ¡Shhh, silencio, Yaxley, y síganme! ¡Por aquí!
Ninguno de los chicos dudó en seguir al albino que se estaba metiendo tras el tapiz de lana azul que tenía la imagen de la bruja Rowena Ravenclaw delineada sobre él, este era una manualidad que databa desde el origen de dicha escuela y que colgaba en conjunto a la de los otros fundadores, siendo de uno de los grandes tapices que estaban en el primer piso de la torre del gran reloj, el cual estaba siendo el mejor escondite en estos momentos, ya que, a pesar de ser tan estrecho como pequeño, tenía el espacio perfecto para que los cuatro chicos entraran y pudieran sentarse abrazando sus rodillas, algo incómodo para cualquiera, pero en estos momentos en los que su vida estaba en juego (o eso creían ellos), era todo lo que necesitaban para mantenerse a salvo. Absolutamente todos taparon su boca con las manos mientras intentaban regular su agitada respiración para volver a la calma tras su maratónica escapada, no querían hacer ruido alguno, menos ahora que afuera del tapiz se podían escuchar los pasos de los 3 chicos que lo perseguían en conjunto a sus enfurecidas voces, haciendo que el cuarteto de amigos agradeciera plenamente estar con vida, sabía que se habían salvado por unos pelos, pero no se arrepentían absolutamente de nada, era una misión que para cualquier otra persona hubiera sido algo completamente absurdo o "una niñería", pero para ellos había significado todo su honor en juego, y eso era algo que no estaban dispuesto a perder.
Tras el desastroso san Valentín que Berbi había tenido, el resto del mes fue algo más bien movido, bueno, no en un inicio, ya que el albino tuvo que pasar cuatro días en enfermería a petición de su padre porque el golpe en la cabeza había sido tan fuerte que aún no había podido recobrar la memoria de gran parte de aquella jornada, por lo que temían que pudiera tener otras consecuencias en la salud del muchacho, algo que lo aborreció completamente, en verdad odiaba la idea de tener que pasar en la enfermería absolutamente solo sin mucho que hacer allí más que contar las maderas que cubrían el techo (1110, para ser exactas, o al menos esas alcanzó a contar antes de dormirse del aburrimiento) o buscar las figuras que se formaban en las manchas de barniz que habían aplicado sobre estas para que no absorbieran la humedad, pero su estadía estaba lejos de ser tan aburrida, porque gran parte del día la pasaba en compañía de sus amigos, quienes se turnaban para ir a verle, siendo el turno de Malachy su favorito por la gran variedad de temas que podía conversar con el irlandés, sobre todo de música y bandas muggle, un gusto que sólo ellos dos entendían por ahora. Luego estaban los turnos de Thomas, quien, como siempre, le hablaba de deportes o la última escoba de carreras que salió a la venta, lo cual ganaba sólo por pocos pelos a los turnos de Dennis, quien no hacía más que interrogarle sobre él o su gemela, aunque más sobre Antu que sobre él, lo que le producía un gran dolor de cabeza inmenso al intentar pensar y recordar cosas, dolor que era tan grande que lo dejaba sin poder realizar los deberes de las clases que le traían sus amigos, además que sólo se pasaban con los arrullos de su padre, el que venía por las noches a verle, aunque también aprovechaba de quedarse a dormir con él, algo que realmente amaba el peliblanco, poder volver a tener a su papá sólo para él, poder sentir sus latidos, su calor y su aroma que tanto lo calmaba, no le importaba que fuera en esas circunstancias, incluso no se quejaba si tuviera que volver a perder la memoria con tal de poder disfrutar estos días por más tiempo, aunque no todo era bueno, también había tenido alucinaciones muy extrañas estos días, sobre todo por las mañanas cuando su padre se iba a dar clases, horas en las que él dormitaba tras quedarse solo. Fue en ellas que muchas veces pudo imaginar que veía a Bronwen, aquel chico rubio de Slytherin, impregnar toda la sala con el aroma del perfume que siempre usaba, el cual ya era tan característico de él, además de cumplir aquella rutina improvisada que su mente había inventado: Pararse frente de su camilla para sacar unos pergaminos de su bolso y ponerlos sobre la mesa, luego tomaba los que los compañeros de Berbi le habían llevado a la enfermería, esos que eran los deberes que debía hacer para cada clase, los cuales guardaba en su bolso de cuero, luego, casi siempre, le dejaba dulces de limón (esos que él tanto amaba) juntos a estos mientras miraba al albino, a veces se colocaba el dedo índice sobre sus labios en señal de silencio, sobre todo en los sueños que más lúcido lo veía, y siempre esbozaba una pequeña sonrisa ladeada antes de salir huyendo casi rápido.
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Star-Man
RomanceBerbi Aeneas es un joven albino inglés que realmente sabe poco y nada del caótico mundo exterior de los años 60'. Siempre ha estado concentrado en la pequeña burbuja que lo rodea, la cual contaba de unos papás amorosos, hermanos revoltosos y la músi...