Star-Man

2° año, Capítulo 2: Extraño

20 de Septiembre, 1966.

— ¿Estás seguro de que esto va a funcionar, Berbi? —Preguntó el castaño oscuro dudoso mientras se asomaba algo temeroso por la puerta.

— No lo sé, ojalá que sí, sólo espero que Skapere no nos esté traicionando... —Respondió mirando atento alrededor del cuarto que era tan distinto al suyo, no tan solo por la decoración de serpiente en tonos verdes con gris que colgaba por las paredes sino que también por la fuente de agua que estaba en medio de la habitación a nivel del piso junto con las enormes ventanas cubiertas de cortinas esmeraldas que dejaban ver el fondo del turbio lago ubicado afuera de estas con un sinfín de criaturas extrañas que constantemente las golpeaban, aunque las camas eran casi idéntica a las de los Gryffindor, sólo que estas tenían el mismo color del resto de la decoración, lo que le daba al ambiente un aíre bastante refinado. El albino se acercó a cada una de estas, intentando descubrir algo que le hiciera descubrir cuál era exactamente la que buscaba mientras susurraba— Vamos... ¿Cuál será? Vamos, tú puedes resolverlo...

— ¡Confíen! —Respondió el mulato mientras tomaba curioso alguna de las cosas que había allí— Le pagué 2 galeones, 3 knuts y también le prometí que le deberemos dos favores para que nos dejara entrar acá sin ningún problema, así que más le vale al maldito cumplir con su palabra... El problema real es Machy, esperemos que él pueda retener a cualquier profesor, aunque dudo lo haga por mucho tiempo, así que Berbi, ¡Apúrate!

— Hago lo mejor que puedo, no fastidies...

— ¿Qué tan complicado puede ser? Su cama debe tener algo distintivo, no lo sé, un cuadro, un nombre, algo... —El pelinegro tenía razón, debía buscar algo que solo usara el verdecito, pero no podía recordar qué cosa fuera propia de él, nada salvo su olor, por lo que comenzó a olfatear cada almohadón para buscar ese peculiar aroma a pino que tanto le recordaba al muchacho.

— Los dos, silencio... Nos pueden descubrir... —Sentenció Yaxley.

— ¡Bingo! —Gritó el peliblanco, al fin había podido dar con la cama esperada, dejando rápidamente una nota en ella antes de huir de allí junto a sus amigos.

Salieron tan a prisa como pudieron, sentían tanta adrenalina de haberse infiltrado en la sala común de los Slytherin por sentir que en cualquier momento los descubrirían que querían irse de allí tan rápido como les era posible, abrazándose y chocando los puños a modo de celebración una vez que se encontraron en el pasillo de las mazmorras en dónde los esperaba el irlandés. Se sentían dichosos, bastante felices, pero, sobre todo, muy orgullosos de cómo habían cumplido con su cometido tan a la perfección que no habían dejado ni un solo cabo suelto que les delatara o que hiciera sospechar a alguien de que se habían infiltrado gente ajena a la casa, por lo que ahora tan solo debían esperar que aquel muchacho hiciera lo que le habían dejado escrito en la nota y disfrutar de su motín, o eso al menos esperaban ellos, sin embargo, por la emoción ninguno pudo recordar que aún seguían en territorio liderado mayoritariamente por los verdecitos así que seguían felicitándose victoriosos por su hazaña cuando fueron interrumpidos por una voz tan conocida que les hacía recorrer un escalofrío a lo largo de su columna vertebral, erizándoles la piel mientras los dejaba inmóviles sin poder reaccionar del miedo que sentían.

— ¿Qué hace el equipo M.A.Y.O. por estos lados en horario de clases? —Dijo con severidad.

— Profesor Evans... Nosotros... —Titubeó asustado el pelirrojo en lo que el resto de los amigos intentaba reaccionar para inventar alguna excusa que los librara de aquella eminente reprimenda o suspensión.

— Espere... ¿Mayo? ¿Por qué Mayo?, eso nos ofende de sobre manera —Protestó rápidamente el mulato.

— ¿Les ofende? ¿Por qué? —El profesor lo miró extrañado, tal parece que aquel desesperado intento de desviar la atención estaba funcionando.