Capítulo 30

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—Calmate, estas haciendo un escándalo por nada —habló Muñoz, con una voz despreocupada y sin prestarle la más mínima atención al otro paciente que se encontraba en aquella misma habitación de hospital, enfocandose en escuchar los reclamos de aquel oficial que al obedecer sus órdenes, terminó mal herido.

—¿Por nada? ¡Casi muero y casi mato a alguien que a mi personalmente no me hizo nada! ¿Eso le parece poco? —reclamó el policía, intentado controlar su volumen de voz. Dejando en evidencia la furia que surgió en su interior.

—Pero eso no sucedió, él y tú están vivos. Además, el comisario Bravo es peligroso, descubrió cosas y puede revelar que... —el hombre en la camilla de hospital interrumpió a Muñoz, quien intentaba explicar brevemente la situación.

—Ese es su problema, no el mío. A mi lo único que me interesa es que usted cumpla con lo que me prometió.

—En tu cuenta de banco está el pago por tus servicios. Eso si, espero que no se te ocurra mencionar nada y menos cuando los amigos de Alejandro Bravo vengan a interrogarte —se aseguró Muñoz, borrando momentáneamente su sonrisa confiada, acercandose aún más a la camilla y mirando con el ceño fruncido al hombre recostado en ella.

—Hasta el momento he obedecido sus órdenes al pie de la letra por las recompensas y porque me amenazó con dañar a mi novia. Pero tengo mis límites, mi propia vida e integridad física es el límite. No dudare en contarles todo lo que sé a los héroes si usted vuelve a engañarme de esta manera, mucho menos si se le ocurre atacar a mi novia. ¿Entendió? —el oficial elevó su tono de voz, tratando de sonar más firme y dejándole claro a Muñoz sus propios límites, intentando ser tomado en serio por el despreocupado hombre corrupto.

La atmósfera se mantuvo tensa desde que Muñoz llegó allí; por un lado, fue extraño para algunas enfermeras verlo ahí, Muñoz no tenía mucho contacto con los oficiales de comisaría pero no es nada del otro mundo como para que le tomaran demasiada importancia a ello. Los héroes de Karmaland estaban más ocupados en Alexby y en su recuperación que hasta el momento no habían pedido hablar con el otro oficial que había resultado herido en extrañas circunstancias, tampoco quisieron incomodar a Alexby y decidieron esperar un día para empezar a preguntar sobre lo que sucedió, dentro de pocas horas hablarán con Alexby primero y luego con el oficial desconocido para saber su punto de vista y cuáles fueron sus intenciones.

Por su parte, aquel oficial se encontraba molesto y asustado, inicialmente tenía la intención de herir al comisario Bravo, sin llegar más lejos. Pero nunca pensó que Muñoz había tenido la intención de eliminar al comisario, aunque se imaginaba sus alcances, el oficial no planea convertirse en un asesino y piensa que el dinero no vale lo suficiente como para asesinar a alguien y menos si éste es tan apreciado por los héroes, no siente que le convenga ganarse el odio o el resentimiento de todos ellos. Tampoco sabe qué excusa pondrá para la puñalada que le proporcionó a Alexby, seguramente ya saben sobre eso y querrán saber el porqué; no piensa que puedan haber excusas válidas para algo como eso y no van a creerse cualquier cosa. De todos modos, todo depende de si decide seguir bajo el mando de Muñoz y continuar cubriendolo o por fin revelarse y confesar todo.

—Si decides hablar, entonces es mejor que te cuides y que le adviertas a tu noviecita que se cuide mucho o que se vaya del pueblo, porque no tendré ningún tipo de compasión por ti, ni por ella —amenazó. El tono de voz que utilizó para decirlo hizo que el oficial se viera en la obligación de ceder, conoce los alcances de Muñoz y sabe que es capaz de cualquier cosa, odia admitirlo pero le asusta lo que pueda pasarle o lo que pueda llegar a hacer aquel hombre corrupto si decide traicionarlo.

—No se preocupe que no voy a abrir la boca, pero espero que le haya quedado claro cuáles son mis límites —respondió el oficial. Muñoz soltó una risa burlona. —¿Le parece gracioso lo que le estoy diciendo?

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