XI

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Galopando a toda velocidad, los aventureros se dirigían a las puertas de Kudra para recoger la recompensa por tan arriesgada misión que habían realizado. Se esperaban que el resto de los miembros del gremio y algunos de los habitantes de la ciudad fueran a recibirlos para felicitarlos por el heroico acto; no pudieron estar más equivocas y alejados de la realidad. Las murallas de la ciudad eran visibles para los tres viajeros; las puertas de la ciudad estaban asomándose en sus miradas; un grupo de hombres estaban postrados frente a ellos. <<Son los que han de estar ansiosos por escuchar sobre nuestra aventura>> fue el pensamiento general para ellos.

Cuanto más lograban acercarse, era más evidente quienes eran aquellos que lograban mirar a la distancia. Con armaduras bien pulidas, espadas prominentes, ballestas listas para ser disparadas, carruajes jalados por caballos con armadura, un emblema en forma de círculo con dos espadas doradas cruzadas en diagonal con las puntas mirando abajo, de fondo una estrella de ocho puntas color negro, todo esto sobre un fondo morado, símbolo del Imperio de Mantra. No eran simples soldados; Dimitri y Luna lo sabían. Argos no entendía lo que pasaba.

Empezaron a bajar la velocidad de los caballos para detenerse frente a los militares que estaban en espera. Cuando lograron estar a una distancia prudente, una mujer que llevaba en la hombrera derecha de su uniforme un lazo color rojo, señal de mando, dio unos cuantos pasos al frente de la tropa. Mirando fijamente a cada uno de los jinetes, analizando si podían ser o no una amenaza para sus hombres; no encontró algo sospechoso en ellos. Dio una señal moviendo de arriba abajo su mano derecha con la palma de la misma mirando hacía el suelo.

Su mirada se detuvo cuando miro a quien estaba a su derecha. Los ojos de la mujer que mandaba a los militares se fijaron detenidamente en Luna, quien, con su capucha puesta, se tapaba el rostro para no ser vista. La capitana, ese era el rango que aquella mujer ostenta, caminó ligeramente hacía la bruja. Tres pasos fueron suficientes para ella. Levanto la cabeza y habló.

–Podría destaparse la cara, por favor –ningún sentimiento se notaba en aquella frase. Luna no obedeció aquella petición, debido a esto, la capitana lo repitió, ahora con un tono como si fuera una orden directa de un superior a su subordinado–. Destápese el rostro, ¡ahora!

Las manos de Luna no dejaban de temblar cuando las dirigía hacia su cabeza para quitarse la capucha. Sus ojos no mostraban ningún tipo de emoción cuando miró a la mujer que le había pedido que se descubriera la cara. Con unos ojos vidriosos, fijó su mirada hacía la capitana.

–Hola, Serena. Ha pasado bastante tiempo –la vos de Luna se quebraba, pero logro terminar ese pequeño saludo.

Argos y Dimitri voltearon a verla, estupefactos por el hecho de que conociera a la soldado.

Todos los militares inclinaron la cabeza en forma de reverencia poniendo su puño derecho en la zona donde se encuentra el corazón.

–Me alegra verla sana y salva. Requerimos que nos acompañe ahora mismo –se acercaba aún más a Luna. Esto prendió las alertas en los otros dos aventureros.

–¿Se puede saber el motivo por el cual es el motivo por el cual la requieren? –Dimitri se acercó mientras hacia esta pregunta, levantando el mentón para imponer respeto. Argos se movió a la izquierda de Luna, para que pudiera estar protegida.

–Pero si es Dimitri Lev –en la cara de Serena se formó una pequeña sonrisa maliciosa qué, así como llego se fue–. Esto no te incumbe, asesino.

La furia de Dimitri no tardó en aparecer. Apretó el puño con el cual sostenía la soca con la cual jineteaba. Respiro profundamente para calmar, en la medida de lo posible su enojo. Se bajó del caballo y camino discretamente hacia la capitana. Como si fuera por inercia, Luna y Argos igualmente dejaron de estar sobre sus corceles y acompañaron a su amigo a confrontar a Serena. Los militares que se encontraban atrás de su líder estaban en posición de guardia, por si algo lograba suceder.

La leyenda de MantraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora