La leyenda de Mantra

XVII

–... Entonces tu eres la princesa que hace tiempo desapareció del castillo imperial.

–Sí. Lo mantuve oculto porque no quería que alguien me encontrara y tuviera que regresar a esa vida de nuevo.

Dimitri y Luna se encontraban en un barranco, mirando el inmenso mar del Reino del Sur. El viento soplaba con mucha intensidad, las olas golpeaban las rocas puntiagudas y la brisa llenaba la cara de los dos con una suave calidez.

–Lo bueno es que pudimos rescatarte a tiempo.

–Se los agradezco. Enserio, gracias.

–Eres nuestra amiga. No tienes que agradecer –con su mano, tomo la cabeza de Luna y suavemente revolvió su cabello.

–Entonces... ¿qué pasara ahora con nosotros?

–Lo más probable es que el imperio nos busque a los tres –Dimitri suspiraba profundamente–. La mejor opción es quedarnos aquí y hacer una vida normal.

La ventaja que había en el Reino del Sur era que el imperio no imponía su ley en aquel lugar, era imposible que soldados leales al Emperador se atrevieran a pararse en aquel lugar; algo ideal para ellos es que no se toparan con militares por un buen tiempo.

–Bueno, mientras este con ustedes, creo que podre estar tranquila –apoyando su cabeza en el hombro de Dimitri, sonrió suavemente. Su compañero acarició su cabeza gentilmente para relajarla un momento. De repente, escucharon como algo cayó de repente atrás de ellos.

–¿Interrumpo algo? –Argos dejó caer unos troncos al suelo para llamar la atención de sus compañeros.

–Para nada –respondieron los dos al unísono.

Se pusieron de pie. Cuando Dimitri estuvo parado completamente, ayudo a pararse a Luna. Cuando comenzaron a caminar, rumbo a su nuevo hogar, Luna lanzó una pregunta al aire.

–Creen que me puedan enseñar a combatir? –una cara sería, pero decidida, se mostró en su rostro.

Argos y Dimitri se miraron momentáneamente, para después responder.

–Por supuesto.

El Reino del Sur no se divide en pueblos como el resto, por lo cual solo se dirigieron al centro del reino para esperar que les depara el destino.