Epíligo

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–De esta forma, fue como un asesino, una bruja y un semidiós lograron recorres varias dificultades para confrontar y vencer a sus propios enemigos. Pasar de ser la persona más buscada por todo el imperio a ser alguien que tenga la fuerza para destruir ejércitos completos; dejar de lado la realeza para ser una de las magas más poderosas del continente; desobedecer a un ser superior a cambio de no romper tus principios, y esperar cientos de años para acabar con aquel que arrebató la vida de tus seres queridos. Eso es lo que lograron superar, con el apoyo de sus amigos.

"Viven como reyes, pero viven de forma humilde; tienen las habilidades de los dioses, pero siguen caminando entre nosotros; pueden estar en cualquier lugar que los llamen, solo si es necesario que los ocupen. Puede que vivan diez, cien, mil años o toda la eternidad, y aun así no habrá alguien o algo que los logre detener.

"Y esta fue la historia, de los más grandes aventureros que tendrá Mantra".

Todos los presentes en la caravana, sentados ante la hoguera, viajeros con destino a Belfast, quedaron absortos por el relato que aquel viejo orador les contaba para pasar el rato ante el majestuoso manto estelar. Los presentes no supieron que reacción hacer, pues estaban acostumbrados a los relatos sobre la guerra del Imperio contra la región del sur que, escuchar un relato completamente nuevo, les resultaba extraño; pero ese orador ya había hecho su trabajo, comunicó uno de los sucesos que, si bien no todos conocían, algunos querían tomarlo como bueno, ya que si existieron algunos hechos que en ese relato sucedieron. Pero todos quedaron callados, solo cuando uno de los varios espectadores comenzó a aplaudir, el resto lo secundo, más por compromiso que por gusto. Pero nadie le quita crédito de haber relatado una historia asombrosa, que puso a varios adultos a preguntarse que se sentirá realizar las misiones de un asesino; otros se preguntaban que otros secretos ocultara la familia imperial; algunos cuantos se preguntaban qué relación tenía aquel semidiós con los eventos de aquella guerra milenaria.

–¿En serio todo eso ocurrió? –una inocente niña fue la que formuló aquella pregunta.

–Claro que sí.

–¿Enserio? –una sonrisa llena de esperanza e ilusión se formó en el rostro de aquella pequeña criatura–. Pero, ¿cómo sabré quiénes son?

–Eso, pequeña niña, es algo que no puedo decirte. Ya que es un secreto de mi amigo –el orador le guiñó un ojo con una sonrisa tranquilizadora–. Bueno... ¿Quién de estos viejos sigue para contar su historia?

Uno de los ancianos que acompañaban a la caravana se levantó de su lugar para ponerse frente a todos los oyentes.

–Buena historia Marcos. Buena historia.

El alagado solo esbozó una pequeña sonrisa antes de sentarse paraponerse a escuchar.



En la cima de una torre en el Reino del Norte, mirando tranquilamente a la luna, como si entre los dos estuvieran hablando, se encuentra un hombre con el rostro tapado, en espera de que sea el momento para hacer la misión que le han encomendado. Por la parte de atrás, dos personas, con la cara cubierta, salieron por una puerta, se acercaron con él y miraron de igual forma el cielo. El viento sopló refrescando el acalorado cuerpo de los tres por el esfuerzo que realizaron para llegar a ese lugar.

–Fue difícil llegar. Dejamos unos cuantos cuerpos en el camino –comentó uno de ellos, pero no parecía preocupado.

–No te preocupes por eso, Argos. Es parte del oficio.

–Lo tomas muy a la ligera Dimitri.

–Bueno, a eso me dedicaba antes.

Solo soltaron unas risas.

–Aún sigo pensando que fue mala idea permitirle a tu amigo contar nuestra historia –una voz seria y femenina salió de la otra persona.

–Descuida Luna. No pasará nada malo.

–Está bien –suspiró ella.

Los tres caminaron un poco hasta encontrarse en la orilla de la torre, cuando voltearon abajo, solo miraron las luces encendidas de las farolas de la calle, nada fuera de lo común, pero de inmediato una ventana se iluminó frente a ellos.

–Es ahí, lo veo –Dimitri dio el aviso.

–De acuerdo, nosotros nos quedamos aquí para vigilar desde afuera, si algo sucede, te ayudamos.

–Gracias Argos. Luna, ayúdame apagando las luces de la calle.

–Claro.

Poniendo la mano derecha frente a ella, enseñando la palma al exterior, conjuró un hechizo para lanzar dos bolas de agua con las cuales apago el fuego de las lámparas. Dimitri se preparó para saltar, manteniendo el equilibrio al filo del piso, inhaló profundamente y soltó el aire de forma lenta y calmada.

–Bueno, comencemos con esto.

–Suerte Dimitri –dijeron los dos acompañantes.

Lanzándose con toda la calma que lo caracteriza, Dimitri llego al techode la casa donde se encontraba su objetivo para comenzar su misión. Solo unatarea más de las varias que les llegan a los más grandes aventureros de Mantra:Los Inmortales.

La leyenda de MantraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora