¿Te quieres casar conmigo?

918 93 2
                                    


Regresó a la realidad en menos de un minuto. Wakatoshi estaba arrodillado frente a él y él, pensando pendejadas.

W: Satori Tendou, no soy bueno con las palabras. Así que hice una lista de las razones por las que quiero casarme contigo. – Sacó una hoja de su otro bolsillo – Porque te amo como nunca he amado a nadie, porque tú también me amas, porque me aceptas como soy, porque me haces muy feliz, porque quiero monopolizarte, porque la idea de que estés con otra persona de manera romántica me causa dolor en el pecho, porque eres el ser más valiente que conozco, porque me enseñas de la vida, porque eres único, porque eres hermoso, porque estoy seguro de que quiero compartir todo contigo – Dejó de leer y solo miró a Tendou – Porque me enamoro cada día al ver tus ojos y sonrisa – Tendou ya estaba llorando. Que Ushijima dijera tanto en un solo momento había sido mucho para él – Porque simplemente te amo, Tendou Satori ¿Quieres casarte en seis años conmigo? – Tendou asintió y asintió y en un mar de lágrimas abrazó a Wakatoshi –

T: ¿Estás seguro? No hay vuelta atrás... - Él solo asintió – Me vas a tener que aguantar toda tu vida así te retractes – Seguía llorando – Todos saben que soy un monstruo y tú eres un niño milagroso... - Seguía llorando cada vez más fuerte - ¿Seguro?

W: No eres un monstruo, nadie es perfecto y sí, estoy totalmente seguro –

T: ¡No hay vuelta atrás! Estaré contigo hasta después de la muerte. ¡ACEPTO CASARME EN SEIS AÑOS CONTIGO WAKATOSHI USHIJIMA! – Abrazados, así estaban y así se quedaron hasta que Tendou se calmó.

Los años pasaron y todo iba según lo planeado. Tanto Wakatoshi como Satori iban bien en sus carreras. Hablaban todos los días por video-llamada y se veían cada dos meses, para sus cumpleaños y Satori-chan se había convertido en un miembro más de la familia Ushijima. Entonces la pregunta de todos se hacía cada vez más urgente ¿Para cuándo la boda? Sin nadie en oposición empezaron los preparativos.

La señora Ushijima nuevamente metió su cuchara. Ella iba a planificar la boda junto con Satori-chan. Sí, en todos los seis años que Tendou se había estado acoplando a la familia, nadie había sospechado. Él se alababa diciendo que era un gran actor y que merecía un óscar por engañar a los más de quinientos familiares que había conocido. Inclusive había salido de compras con las primas de Wakatoshi. Y había tenido que aprender cosas que en su vida pensó que existían ¿Cómo que se calienta arroz en una media y te lo pones en la panza cuando te dan cólicos menstruales? Sentía que era un mundo muy complicado. O cuando la prima le preguntó ¿Qué marca de toallas higiénicas usaba? ¿Qué si con alas o sin alas? Él se preguntó ¿Qué las toallas vuelan? Y tras una investigación exhaustiva y la charla más denigrante de su existencia con su suegra, porque sí, si él tenía que pasar por eso era por su culpa, así que ella tenía que explicarle cómo era que hacía volar una toalla higiénica. Había aprendido hasta a trenzar cabello y todos los síndromes respecto al dolor de mamas que pasaban. Cómo es que había siete tipos de champú y todos eran para ocasiones diferentes. Él se había bañado toda su vida con solo un jabón, el mismo con el que lavaba su ropa y ahora se encontraba decidiendo con ojo de loca qué labial le iba mejor al vestido negro cenizo de otoño de la tía Imelda de Wakatoshi para irse al funeral del tío bisabuelo Yota.

Tendou creía firmemente que sus atributos femeninos eran de envidiar. Y claro que lo eran, pero estaba seguro, felizmente de que nadie se daría cuenta de que eran de silicona sujetada con broches y demás. Inclusive ya había aprendido a ponerse la peluca él solito. Y claro que tenía que ser femenina, porque si no iba a tener que ponerse esos shorts compresores para que no se notara su pito. Así que para evitar eso; cuando no estaba con kimono, usaba vestidos y un bolso justo sobre sus partes.

El problema radicaba que cuando un sacerdote pedía sus documentos, ya habiendo pasado la entrevista y hasta llevándose bien con él, se daba cuenta, por el papel, de que era hombre. Tendou ya había memorizado las reacciones de esos viejos putos. Ya había visitado trece con su suegris. Primero abrían los ojos a más no poder, con la excepción de uno que le dio un paro cardiaco y que tuvo que resucitar con RCP, detallitos; luego palidecían, después abrían la boca y la volvían a cerrar, y hasta podía jurar que vio las almas de algunos de esos ancianos salir del cuerpo antes de soltar un lastimero: Noh...

¡Qué me caí de culo! (UshiTen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora