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–¿Tú no vendrás con nosotras?-inquirió la desconocida con la voz distorcionada, una arcada me hizo retorcerme, tengo el estómago hecho una tormenta del Océano Pacífico; «no, mi novia me llevará a casa al acabar la fiesta, vayan ustedes y aprovecha bien la noche» contestó la castaña antes de entregarme a ella, intenté soltarme pero no tuve la fuerza suficiente para lograrlo y por el contrario casi caigo al suelo, me dejó en el asiento trasero y puso el auto en marcha y juro que hubiera vomitado si no lo huebiera detenido unos cuantos minutos después–No creo que deba llevarte a casa en ese estado, tus padres se preocuparían mucho al verte así-habló luego de sentarme en una banca de algún parque y ocupar un lugar a mi lado–¿qué fue lo que tomaste que te puso así?-acarició mi rostro con tal suavidad que me obligó a cerrar los ojos.

¿Por qué haces esto Lisa, no te basta torturarme en la vida real, ahora también tienes que hacerlo en mis alucinaciones? Ni el estado en el que estoy es suficiente para que me olvide de ti-reclamé poniéndome de pie tambaleándome un poco «¿a qué te refieres? no lo esntiendo» reí fuerte sintiendo el dolor crecer en mi pecho–¿qué a que me refiero? ¿acaso no lo ves? Estoy enamorada de ti, desde que te vi en aquella plaza en Mayorca, desde que salí en tu ayuda porque nadie lograba entender lo que querías, desde la primera vez que me miraste a los ojos como si fuera tu heroína y te invité a pasar tus vacaciones con mi familia-las lágrimas se precipitaron como cascadas por mi rostro con ayuda del alcohol que aún circulaba en mi torrente sanguíneo–me enamoré desde que comencé a pasar tiempo contigo, a compartir esos momentos, esos detalles que guardo en mi corazón con más cariño del que debería. Ese primer y último viaje al crucero fue lo que terminó de trazar mi destino, acepté de una vez lo que siento por ti y la triste realidad también, que nunca serías mía por más que lo deseara, que no te volvería a ver y nuestros caminos nunca se volverían a cruzar-caí al suelo de rodillas al no poder sostener más mi peso sobre mis, ahora, débiles piernas, me sentía entumecida, perdida, y no estoy completamente segura de echarle toda la culpa al alcohol–Cuando te presentaste como nuestra profesora de inglés mi vida se volteó patas arriba, se me hizo aún más difícil olvidarte y ocultar mis celos cuando las otras chicas hablaban de ti como si fueras un trofeo o algo que pudieran obtener con la mayor facilidad, se me removían las entrañas cada vez que te veía hablando con esa maldita arpía, cada vez que me daba cuenta de que mis sentimientos nunca serían correspondidos; y después está tu actitud, me tratas con cariño, te preocupas por mi, le agradas a toda mi familia y a mi única amiga, me apresas con cada uno de tus detalles, de tus palabras, con solo mirarme ya me tienes rendida a tus pies, y eso no es justo para mi, porque tú no me amas y nunca lo harás-arranqué el pasto que había bajo mis manos de un tirón en un intento por sostenerme, todo a mi alrededor daba vueltas haciéndome sentir mareada hasta que en algún momento se oscureció desapareciendo también los ojos llorosos que Lisa me dedicaba acompañados de una sonrisa, una imágen escencialmente hermosa. Me removí en la cama sintiendo una fuerte punzada en la cabeza y una recequedad en la boca digna de varios días en el desierto, abrí los ojos acoplándolos a la luz para luego mirar a mi alrededor sin reconocer la habitación en la que me encontraba, un sentimiento de preocupación se apoderó de mi cuerpo en segundos–¡¿Dónde estoy?!-me sobresalté levantándome de golpe y arrepintiéndome al instante, una arcada subió hasta mi garganta provocando que me callara. Un sonido extraño proveniente de las afueras del cuarto llamó mi atención y como buen personaje estúpido de las películas de terror salí de la cama como pude y seguí el ruido hasta la planta baja, a través de la sala, el comedor y finalmente en la cocina conseguí saber de que se trataba, o más bien de quien–¿Lisa?-mas no fue para nada lo que esperaba, tenía en mente algo así como una chica rara con la que la tonta de Jennie me dejó irme anoche, un chico, o un asesino serial, pero en ningún momento imaginé verla a ella, en pillama, despeinada y preparando algo de comer, aunque es la imagen con la que soñé despertar muchas veces.

Hey, Rosie ya despertaste, toma asiento que en unos minutos estará listo el desayuno-comentó con una sonrisa y no tuve más opción que obedecer–esta pastilla te ayudará con la resaca igual que el zumo de naranja-dejó ambas cosas frente a mi y volvió a hacer lo que sea que esté preparando de desayuno, que por cierto huele de maravilla.

¿Puedo hacerte dos preguntas?-ella asintió aún dándome la espalda y un «todas las que quieras» también salió de su boca y realmente me debatía entre si preguntar o no–Primero ¿qué pasó anoche? porque no me acuerdo de nada en absoluto, lo último que hay en mi memoria es Jennie ofreciéndome un trago y luego aparesco aquí sin ninguna señal de ella, y segundo ¿por que estoy aquí y no en mi casa?-me decidí por salir de dudas, no debe haber pasado algo malo o de lo que me pueda arrepentir ¿verdad?

¿De verdad no te acuerdas de nada?-negué encogiéndome de hombros y temiendo verdaderamente lo que sea que pasó anoche–Es una lástima que así sea, supongo que ese trago fue suficiente para que te emborracharas, Jennie me llamó y me dijo que querías irte por lo que fui a buscarlas pero a ella la llevaría alguien más a casa, no te llevé a la tuya porque estabas en un estado fatal y temí que tus padres se preocuparan de más así que los llamé y les dije que te traería a mi departamento. La otra parte de la noche esperaré a que la recuerdes por ti misma.

My girl (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora