«... estoy segura de que terminarán amándote tanto como yo» Esa frase se repetía una y otra vez en mi cabeza, mi mente le daba vueltas a sus palabras sin parar, intentando descifrar su significado, si tenía alguno más profundo que nuestra simple amistad y su afecto por mi familia. Las ideas se arremolinaron aún más cuando no volvió a dirigirme la palabra después de eso, quizás fue culpa mía y de la cara de estúpida que se me quedó cuando la escuché, pero vamos, me impactó de una forma que aunque ya han pasado más de veinte minutos aún no he podido reaccionar.
Volví a mis sentidos cuando se estacionó el auto y escuché su puerta ser cerrada, salí también tomándola del brazo para que me mirara. Cuando sus ojos hicieron contacto con los míos me sentí desfallecer; un intenso calor se acumuló en mis mejillas y su piel quemaba bajo mi tacto, tanto que me tuve que alejar. Lisa negó con una mueca y me dió la espalda desesperándome, las cosas iban a terminar mal entre nosotras, la estaba cagando con mi tonta actitud.
–¡Yo también te quiero!-grité provocando que se detuviera y se girará para observarme. Tragué saliva desviando la mirada–Tú... también eres importante para mí-murmuré jugando con mis dedos, no sé si lo que dije mejoraría o empeoraría la situación, aunque, nada puede ser peor que esto ¿verdad?
–Ya lo sabía, pero es mucho mejor escucharlo cuando estás sobria-rió y la miré curiosa quedándome anonadada ¿qué había dicho?¿sobria? Soltó otra carcajada más divertida que la anterior y abrió la puerta permitiéndonos la entrada a la casa–En la habitación está el paquete que te envió mi abuela, ve por él, te encantará-habló dejando su bolso sobre la mesa y perdiéndose en la entrada de la cocina. Yo por mi parte subí las escaleras hasta mi recámara temporal encontrándome con tres cajas sobre la cama. Me acerqué a ellas abriéndolas una por una.
En la primera había un par de tacones negros sólido de altura considerable; en la segunda un bellísimo vestido blanco, largo hasta los tobillos, ajustado en la cintura y un corte recto a partir de la cadera. Pasé mi mano por la delicada tela, se sentía como nubes bajo mis dedos, cálida y suave; suspiré imaginando el que Lili usaría, seguro se ve como una reina. Al abrir la tercera caja encontré algo que me dejó estupefacta, un perfecto juego de pedrería rosa, diamantes si no me equivoco. La pulsera y los aretes iban adornados con pequeñas ramas y espinas, mientras que en el collar las gemas formaban un remolino hasta quedar convertido en una rosa, simplemente sublime. Por un momento pensé en rechazar los regalos y devolverlos, pero la familia Manoban me ha dado tantas atenciones que sería muy descortés de mi parte no aceptarlo o no vestirlo en su propia fiesta.
–Muchas gracias por el presente, es todo precioso-le agradecí a la pelinegra una vez que estuvimos de regreso en el coche, ya habíamos guardado las cajas en los asientos traseros.
–A mi no, a mi abuela y a mi madre, yo no tengo tan buen gusto como para elegir eso-comentó avergonzada y no pude más que morir de la ternura, le sonreí negando.
–Me gustaría aún más si me lo hubieras dado tú, aunque no fuera tan bonito-recosté mi cabeza a la ventana cerrando los ojos, compartir tiempo con ella me encanta, pero también me agobia de una manera acojonante. Es como la emoción que hace latir tu corazón desenfrenado, y que en algún momento comienza a doler o como ese cosquilleo en el estómago al que comúnmente llamamos mariposas que nos hace sentir extasiados, pero si se mantiene por demaciado tiempo se convierten en nervios y náuseas.
Llegamos al supermercado y caminamos por absolutamente todos los pasillos, Lisa insistió en comprar solo lo mejor y prepararles a mi familia un verdadero banquete. Carne, vinos, refrescos, especias, frutas y mucho más llenaron nuestro carrito, incluso insistió en llevar un pastel de chocolate con fresas y nueces que me encantó. Al llegar a mi hogar solo nos quedaban alrededor de cinco horas hasta que su viaje terminara. Preparamos más de cuatro platos, el ambiente en la cocina fue muy tranquilo y familiar, cualquier rastro de incomodidad de las horas anteriores desapareció en cuanto las risas y olores deliciosos inundaron la estancia y nuestros sentidos.
–Buenas noches a estas chicas lindas-gritó mi papá entrando a la sala con las maletas seguido de mi madre y mi hermano.
–Hola. ¿Que tal Mason?¿Cómo les fue en el viaje?-inquirió ayudándolo a llevar las cosas mientras revolvía el cabello de Chanyeol chocando los puños con él.
–Todo fue increíble, el clima, las personas, las vistas-mi madre comentó entre suspiros. Me senté a su lado resguardándome en su pecho y casi automáticamente comenzó a acariciar mi cabello con suaves movimientos. «Los extrañé mucho» susurré aspirando su aroma, siempre me ha relajado su olor dulce–Y nosotros a ti mi amor-besó mi frente poniéndose de pie ante el chillido insoportable de mi hermano ansioso por comer. Se lavaron las manos y nos sentamos todos a la mesa degustando los deliciosos manjares que preparamos.
–¿Por qué estaban hablando a solas?¿Ahora me ocultan cosas también? Eso es porque ya soy mayor ¿verdad?-indagué con un puchero cuando regresaron a la sala, hacía ya varios minutos que habían salido al patio dejándome sola y ordenándome que no me les acercara hasta que ellos me dijeran.
–Siempre serás nuestra bebé Rosie-aclaró mi mamá pellizcandome la mejilla, sonreí por inercia, adoro sus mimos.
–Claro, eso hasta que tengas novia hermanita-Chan tiró una de sus pullas características apoyándose en el espaldar del sofá–Por ejemplo ella.
–¿Quien?-miró a Lisa de reojo, yo me encogí de hombros y fruncí el ceño sin entender ¿qué tiene que ver Lili en esto? Además de que nos desviamos bastante de nuestro tema inicial.
–Eres tonta a matar, si sigues así terminarás sola, con miles de gatos que se comerán tu cadáver cuando mueras-me recriminó rodando los ojos antes de alejarse y dejarme sola ¿a qué se refiere?
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My girl (Chaelisa)
RomanceSé que esta historia puede no ser la más bonita ni la más romántica, pero es mi historia y es real. Un amor que por mucho tiempo creí imposible e incluso improbable, pero una vez más llegó el destino o la vida a mostrarme mi error, a enseñarme que t...