23

121 14 2
                                    

–Lo siento Rosé, no puedo hacer esto, no así-susurró alejando su cuerpo de mi, me acurruqué en el borde de la cama completamente avergonzada, quedé como una cualquiera ante los ojos de Lisa–Es tu primera vez, nuestra primera vez juntas, y quiero que sea todo lo más especial posible-de pronto la excitación sexual se transformó en molestia al escuchar sus palabras, ¡al menos podría ser sincera conmigo!

–Si no quieres acostarte conmigo dilo y ya, no tienes que inventar una historia para que se vea mejor-reclamé alejándome de la cama, estar cerca de ella me duele, que me rechace de esta forma me duele–¿Qué soy más joven?-pregunté tragando fuerte–Sí, lo soy-afirmé conociendo nuestras diferencias, aunque creí que como a mi, a ella tampoco le importaban–¿Qué no tengo experiencia?-mordí mi labio inferior evitando desmoronarme, esa podría ser una de mis mayores desventajas, pero por ella soy capaz de aprender rápido, de esforzarme para poder satisfacerla–También es verdad-mis ojos cristalizados me impedían verla con claridad, sorbí mi nariz tomando una gran bocanada de aire–Y hubiera preferido que me lo dijeras así antes de mentirme-murmuré con la voz quebrada recogiendo mi ropa y vistiéndome con rapidez; la miré una última vez apartando una lágrima de mi mejilla y me fui sin mirar atrás.

Corrí lejos de su casa, lejos de su presencia, intentando evitar todo lo que me recordara a ella; pero Lisa está grabada a fuego en mi mente, en mis labios, en mi piel, en cada uno de los lugares que visitamos juntas o que pensamos visitar después. Grité a todo lo que mis pulmones y garganta dañada me permitieron, la amo, la amo tanto que duele el doble su rechazo. Le envié un mensaje a mi padre con mi ubicación pidiéndole que viniera a recogerme lo antes posible; me senté en el borde de la acera escondiendo la cabeza entre las rodillas, quiero desaparecer, olvidar lo que pasó en la última media hora, o en los últimos meses, olvidar cuando y como Lisa apareció en mi vida, no haberla ayudado ese día en la plaza, haberla ignorando y que nunca entrara a mi vida, hubiera sido mucho mejor.

El auto se estacionó frente a mi e ingresé rápidamente fijando la vista en la ventana, no tengo la fuerza para hablar y mi padre lo entendió cuando simplemente puso el coche en marcha sin pronunciar palabra. Llegamos a casa antes de lo previsto, ya no estoy llorando, más bien me siento desconectada del mundo, como si mi cerebro y mis sentimientos estuvieran en modo avión. Mi madre y mi hermano nos esperaban en la puerta impacientes, bajé del carro acercándome a ellos y fue solo verlos a los ojos para que el dolor regresara. Sollocé con la voz ahogada contra el pecho de mi progenitora, otros dos pares de brazos me rodearon guiándome al interior de nuestro hogar y sentándose junto a mi en el sofá de la sala.

–¿Qué ocurrió mi amor?¿Por qué vienes así?-indagó mamá llorando también, gemí negando, me asfixio, me asfixian mis pensamientos, me asfixio al recordar el rechazo de Lalisa; me doy asco, de ahora en adelante solo me verá como una vulgar puta–Por favor dime, no puedo verte así sin que me duela. Cariño haz un esfuerzo y contéstame-rogó acariciando mi espalda, Chan sujetaba mi mano intentando mantener mis mejillas secan aunque las suyas se mantenían mojadas.

–Toma un poco de agua mi niña, para que puedas hablar-sugirió papá entregándome un vaso de agua, lo tomé con algo de dificultad agradeciéndole con un asentamiento.

–Me avergüenza decirlo-confecé con la vista fija en mi regazo–Lisa me rechazó cuando... nosotras íbamos a... -hice un par de señas y escondí en rostro entre las manos, hablarle de este tema a mi familia es bastante incómodo, pero si no es con ellos, entonces ¿con quién sería?

–No tienes por qué avergonzarte, estamos aquí para apoyarte, en las buenas y en las malas, siempre-confortó mi padre besando mi coronilla, paseé mis ojos por cada uno de ellos frunciendo mis labios para no volver a llorar, no se merecen verme sufrir así, me aman demasiado y yo los amo demasiado a ellos como para querer hacerles daño.

–Así es hermanita, podemos discutir siempre, y te aseguro que lo seguiremos haciendo-Chanyeol me sonrió acunando mis mejillas–pero sobre todas las cosas y diferencias que tenemos somos hermanos, estaré a tu lado hasta cuando no tengas la razón, así sea para que te des cuenta de tu error. Haré solo lo mejor para ti, siempre-aseguró uniendo su frente a la mía–Tú eres la mujer que más amo en este mundo junto a mamá y no quiero que te hagan sufrir, eres más que esto y saldrás adelante, estoy seguro-la emoción en sus ojos es tanta que fue capaz de transmitirle esa calidez a mi corazón, asentí poniéndome de pie lentamente.

–Voy a mi habitación, necesito descansar o mañana me quedaré dormida en clases-intenté sonreír, mas me salió como una mueca.

–Cualquier cosa nos avisas ¿sí? No importa la hora, tú solo llama y ahí estaremos-afirmó mamá antes de dejarme ir, no dejaré que vuelvan a verme en este estado, no lo merecen.

–Podría tener sus motivos, tal vez lo que te dijo es cierto y quiere que sea un momento especial-volvió a justificar por milésima vez, Soo le dió una mirada amenazante provocando una mínima sonrisa en mi expresión; es bueno tener otra amiga a parte de Jen, al menos tiene más sentido común que la morena.

–Jennie, ella no me ama, se negó a tocarme-alegué volviendo a ahogarme en mis propias lágrimas–¿Lo puedes entender?-inquirí sin muchas fuerzas para continuar hablando–No la defiendas más por favor, eso solo me hace más daño-pedí en un hilo de voz, Jisoo apretó mi hombro tratando de reconfortarme; odio que me traten de esta forma, con lástima, como si fuera frágil al punto de quebrarme hasta por la más mínima brisa, mas soy consciente de que eso es lo único que inspiro.

Rosita ¿Puedo hablar contigo?

My girl (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora